“Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. Ludwing Wittgenstein
Por Tonatiuh Meaney*
ABCDMX
ABCDMX es un diccionario en línea, del urbanismo para la Ciudad de México, que desarrollamos probono, en Plurmac, empresa dedicada a la normatividad urbana de grandes proyectos.
https://www.abcdmx.org.mx/beta/catalogot.php
Este diccionario dinámico, es el primero en la materia en su tipo, tiene al momento 8442 entradas con más de 11 mil definiciones, sobre los conceptos implicados en el urbanismo y desarrollo urbano de la Ciudad de México. Estimamos que llegará a 20 mil entradas con 16 mil definiciones.
Figura 1. Entrada a ABCDMX
El contenido se basa en documentos oficiales de la legislación o del ejecutivo, o bien, aceptados oficialmente o por la comunidad del urbanismo; la definición de todos los conceptos está dispersa en leyes, códigos, reglamentos, avisos, así como glosarios, y manuales, no solo gubernamentales sino de organismos influyentes o incluso rectores en el urbanismo. Al momento se alimenta de 410 fuentes que pueden crecer más de 600, para dar casi 20 mil entradas.
La ventaja de un diccionario construido de esta forma, es que permite confrontación de términos, 1) Temporal, de la misma fuente en distintos momentos, 2) de origen, entre distintas fuentes. Esto es de utilidad para las personas que trabajan en legislación, urbanismo, gestión o academia.
El proyecto comenzó en 2019 con un enfoque analítico sobre los principales términos. Las entradas comenzaron siendo discusiones técnicas y teóricas sobre los términos, que alcanzaron el orden de 900. Esta primera etapa es la que queda etiquetada como “semilla”, en abril de 2020; el proyecto pasó a una siguiente etapa que es la antes descrita y a la que se refiere la página, simplemente como ABCDMX. También se inicia el ABCDMX ilustrado, que aunque no lleva gran nivel de avance, busca con fotografías originales, ilustrar los términos y conceptos incluidos en el mismo diccionario.
El desarrollo partió de una etapa de planeación donde se definieron las reglas para elegir las fuentes y las jerarquías de incorporación de información. Posteriormente se seleccionaron y almacenaron los documentos en forma digital. Muchos tenían versión PDF que se convirtió a formatos computables; otros que tenían solo versión en papel fueron escaneados para luego procesarse con OCR. Todos requirieron proceso con algoritmos para identificar formatos de definiciones separando el campo de la definición, del campo del concepto. En algunos casos se requirió de intervención manual.
Así se llegó a una base de datos notoria, que se subió a la nube en PostgreSQL, se programó un algoritmo en Python que permitiera, asociar a un término distintos conceptos, y realizar dos tipos de búsqueda perfecta (para consultar un significado) o aproximada (para consultar la incidencia del término en toda la legislación). Todo el software utilizado en el proyecto es libre.
Ya con el producto funcional, se sometió a consultas al azar y a pruebas de stress. Se eliminaron términos generales, no exclusivos o propios del urbanismo, y se incorporaron otros según la sugerencia de expertos. Como la misma organización de la información antes dispersa genera conocimiento que abre las puertas a nuevas fuentes, se entró en una etapa de mantenimiento en la cual se han establecido nuevas metas para la incorporación de nuevas fuentes. Ahora está en etapa de mantenimiento y crecimiento que incluye su divulgación para que sea aprovechado por el mayor número de personas.
Figura 2. Esquema metodológico de ABCDMX.
En la parte de crecimiento se han desarrollado o se están desarrollando módulos que aunque no son parte del diccionario, si son parte de la comprensión del urbanismo. Como el módulo para autoevaluación del programa PECES (Certificación de Edificación Sustentable de la Ciudad de México), una incipiente formuteca y normoteca, así como la galería de urbanistas mexicanos con biografía y catálogo de sus principales obras.
En el proyecto han participado personas en el campo del urbanismo, informática y documentación. Hacia el futuro se observan algunos horizontes como su expansión al urbanismo latinoamericano y mundial, así como su desarrollo en App móviles; pero un desarrollo de esta dimensión requiere muchos más recursos por lo que puede ser un proceso más lento.
Una vez anunciada la existencia de ABCDMX parece pertinente argumentar porque es importante un diccionario de urbanismo, y los peligros de no tenerlo.
Los diccionarios
En general los diccionarios son importantes para la conservación y evolución de las lenguas. Son de los primeros libros conocidos, incluyendo aquellos especializados como el que Filetas escribió sobre la vasta obra de Homero en el siglo IV aC. En Mesopotamia en el año 2300 aC. se escribieron varios diccionarios sobre distintos temas. En la edad media John Garland escribió el Dicción latina, un diccionario para pronunciación, de donde se ha obtenido el nombre para este tipo de libros.
En el renacimiento comenzaron a emerger los diccionarios dirigidos a distintos idiomas, el primero de su tipo fue el Table Alphabetical, dirigido a palabras complicadas del idioma ingles en 1604 por Robert Cawdrey; sólo un año después, apareció el Tesoro de la Lengua española, primero en nuestra lengua, escrito por Sebastián de Cobarrubias, capellán de Felipe II. Este dato es relevante porque los diccionarios cobraron importancia durante las guerras de conquista, en que los conquistadores buscaban comprender lo que decían sus víctimas. Es el caso del Vocabulario en lengua castellana y mexicana, con el que Fray Alonso de Molina inauguró los catálogos bilingües.
Desde entonces, en diccionarios no paramos, los hay para abordar las distintas lenguas o las distintas disciplinas, técnicos, conceptuales, ilustrados, fonéticos. Y no sólo resultan útiles para la investigación y educación, sino para la investigación misma de la historia como han mostrado investigaciones (Esquivel, 2008).
Hasta finales del siglo XX, los diccionarios mantenían más o menos su línea original. En los últimos 20 años han comenzado con la evolución del internet dos tipos de diccionarios, digitalizados y los en línea (Aguilar, 2009). Los primeros en realidad son iguales a los diccionarios en papel, pero en un medio electrónico, los segundos son dinámicos, pues se actualizan en línea.
En realidad estos últimos, nos libran de un peligro que había identificado el autor de uno de los diccionarios más originales jamás escrito, cuando nos definía irónicamente en su Diccionario del Diablo la misma palabra diccionario, “Diccionario. Perverso artificio literario que paraliza el crecimiento de una lengua además de quitarle soltura y elasticidad. El presente diccionario, sin embargo, es una obra útil.” (Bierce, 2011).
Hay quien considera la biblioteca en línea y en particular la lexicografía electrónica casi tan revolucionaria como la invención de la misma imprenta. Umberto Eco dijo la misma vez que prometió regalar Lolita a Berlusconi, que nunca desaparecerán los libros en papel, y que aun así, internet, es la madre de todas las bibliotecas.
El proyecto Gutenberg de Google, no llegó a tomar la forma planeada debido al entramado de los derechos de autor, pero si mostró como es posible con las herramientas actuales organizar la información. El principal propósito de los diccionarios es reordenar e indexar la información para lograr la comunicación divulgándola y socializándola, la antítesis de la Torre de Babel. Si no se tienen diccionarios, se sufrirá de infobesidad, pues la información no estará indexada.
La Torre de Babel y su violación al uso de suelo
Uno de los principales problemas del urbanismo es la gestión de las densidades urbanas, y otro la comunicación de sus conceptos. Y en ambos, nos sirve de referencia, la Torre de Babel, la primera solución de densidad urbana que se tiene registrada en la historia.
Según la tradición, tras el diluvio, los sobrevivientes, para evitar quedar dispersos construyeron una torre sin límite en el cielo, es decir, lo que conoceríamos con algo de imaginación como H ¥ (hache ocho al revés, o hache infinito). Y eso representaría una violación a cualquier uso de suelo decente y una contradicción con todo urbanismo. No en vano la construyó al fundar Babel, Nimrod, bisnieto de Noe, a quien la biblia cataloga como el primer poderoso; no especifica, pero podría ser el primer gobernante del que podríamos sospechar algunos manejos incorrectos.
Gén 11:4 Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.
Cuando Dios vio esa torre, también según la tradición, pensó que se iban a llevar y entender muy bien todos, lo cual culminaría con la edificación, lo cual no le pareció y entonces colocó un idioma distinto en cada piso y logró confundirlos y con eso logró parar la construcción de la torre. De hecho, Babel viene del hebreo balbal que significa confundir.
Uno se preguntará porque Dios no quisiera la torre. No es la primera vez que parte de la humanidad quiere proyectar una torre al cielo que se tiene que cancelar; ya sea por falta de dinero como Tree Graces en Liverpool, Chicago Spire, o en Dubai la De Nakhell o El Burj Al Alam cancelado cuando ya había perforación para cimentación, el Hyperbuilding de Bangkok; o El Cristal Island del aeroportuariamente vetado Foster, quien también ha visto otros 600 proyectos majestusos cancelados, incluido el Indian Tower; o por motivos de protección o falta de entendimiento como ocurrió en Babel, como en el caso de El Illinois, que hubiera sido el primer edificio de más de una milla de alto. Quizá Dios imaginó una manifestación de vecinos frente a Babel, o la falta de aprovechamiento de la tierra del mundo, que bastantes días le costó crear.
Gén 11:5 Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres.
Gén 11:6 Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer.
Gén 11:7 Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.
Gén 11:8 Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad.
Así terminó Babel como otros proyectos, porque no se pudieron comunicar entre los constructores, que comenzaron a hablar distintos idiomas. Las torres tan altas presentan casi siempre distintos problemas y en realidad, se repite la historia, no logran comunicarse. Ejemplos son el Walkie-Talkie de Londres derrite los autos con el efecto lupa que logra su diseño, y por si fuera poco, se la pasa silbando a niveles realmente molestos. O aquellos que por los efectos físicos de túnel o Venturi, logran soplar tan fuerte que tiran personas como la torre Bridgewater Place de Londres o la Global News de Toronto. Si que Dios tenía razón, en ser tan cauteloso con los “usos de suelo”.
La falta de una lengua común en la construcción de ciudad
No es casualidad que la Biblia exprese la metáfora del problema de la comunicación humana entre los pueblos con un emblema urbano. La ciudad es la fuente de incomunicación porque en ella viven y conviven los más diferentes grupos, es donde la entropía social se maximiza y también es el principal núcleo de conflictos sociales. La apropiación del suelo por uno u otro grupo, genera grandes discusiones, y aunque existe la máxima de que hablando se entiende la gente, la verdad es que todos los conflictos comienzan con dos personas o grupos hablando. El problema no es acústico, sino que cada grupo habla una lengua distinta. A veces lo que funciona es la acción como el caso de la green guerrilla, o los movimientos de grafiti.
Las jergas y los lenguajes privados
La falta de una lengua común permite el desarrollo de jergas locales impidiendo que una ciencia crezca. Uno de los filósofos más atrayentes de la historia es quizá Wittgenstein, que dedicó su vida a investigar las consecuencias de un lenguaje privado. Este filósofo no tuvo empacho en luego de postularse como el último filósofo, erigirse en su principal crítico hasta demoler su propia filosofía, a tal grado que los filósofos hablan de dos Wittgensteins. El primero, al conocer los problemas de la comunicación, apostó a sostener todo lenguaje y filosofía sobre la base de la lógica. Decía que la realidad es la totalidad de los hechos posibles y también todo lo que se puede expresar con lenguaje. Quedando lo inexpresable en el campo de lo místico. Wittgenstein 2 postula que no es posible la existencia de un lenguaje privado. Esto ha tenido distintas interpretaciones, incluso contradictorias, pero lo importante es que nos plantea la contradicción de que un lenguaje tenga un solo hablante. De aquí, Carnap concluyó que todos los problemas filosóficos (que incluyen el resto de los problemas) se resolverían si todos habláramos esperanto.
Wittgenstein sugería que los problemas se reducen al lenguaje y que lo que no se puede hablar corresponde solo a la metafísica. Las distintas disciplinas como el urbanismo, han generado sus propias metafísicas que no permiten la falsabilidad, o la confrontación pues ni siquiera se puede plantear si sus planteamientos son falsos o ciertos, esto es por la falta de un lenguaje común.
Ese lenguaje privado del que nos habla el filósofo, es aquel en el que una sola persona lo habla y por lo tanto no sirve, según el para comunicarse. Aunque debemos aceptar que si es posible para que una misma persona se comunique consigo misma en otro momento, como haría un diario. Hay algunos libros que emulan esto, como el manuscrito Voynich, o en algún sentido y grado, Finnegans Wake de Joyce. Distintos criptografistas han logrado decifrar algunas palabras del manuscrito como lo hizo Alan Turing en la guerra, haciendo público antes un lenguaje privado a un grupo. Y a veces de eso se trata la generación de materiales que aclaren una disciplina, hacer completamente público el contenido porque sea comprensible, un diccionario son las llaves para interpretar un idioma casi privado y hacerlo completamente público.
Figura 3. Fragmento del Manuscrito Voynich, ejemplo del lenguaje privado
Del lenguaje privado al lenguaje ciudadano
Pero en realidad, aunque no pudiese existir un lenguaje privado, los lenguajes se pueden privatizar en distintos grados. Hay en particular en el urbanismo, términos que cambian en tiempo y espacio y que siendo sencillos son expuestos de manera compleja haciendo que nadie fuera del gremio los entienda. Ejemplos, transferencia de potencialidad, impacto urbano, impacto social, polígono de actuación, factibilidad de agua, movilidad, espacio público, COS, CUS, o muchos otros.
Muchos lenguajes son restringidos para que solo unas cuantas personas los hablen, lo cual desprotege a los no hablantes del mismo y proporciona beneficios incluso económicos a los pocos hablantes. Por eso se habla hoy de lenguaje ciudadano, término que surgió de movimientos sociales en Estados Unidos e Inglaterra que buscaban el plain lenguage (Becker, 2019), como un intento por que la información pública pudiera llegar a la ciudadanía de forma clara. Es común la visión que se tiene de que los abogados hablan en términos inentendibles, los políticos de los años 70 que hablan sin decir nada, aprovechándose de la coartada de estar diciendo cosas “inteligentes” que nadie más entiende, o los médicos escriben sus recetas de forma incomprensible. Si bien los lenguajes privados no existen, si existen los privados a grupos. Se atribuye a Einstein haber dicho que no entiendes algo si no lo puedes explicarlo a tu abuela, a un niño o a un tabernero (se asume que los tres están poniendo atención). Desde luego que un documento técnico no tiene que entenderlo ninguna de esas tres personas, pero cuando hablamos de cosas del dominio público, como los términos del urbanismo, la salud de las personas, la situación jurídica de alguien, o cualquier cosa que incumba a la persona, deberían estar en lenguaje ciudadano. Hay dos formas de lograr esto en el urbanismo. 1) Que las leyes se redactaran en forma coloquial, pero eso implicaría reescribirlas todas, y otra es 2) generar el acceso a diccionarios y códigos y herramientas informáticas que permitan desentramar el lenguaje privado a grupos.
Es curioso, que si queremos evitar confusiones en el urbanismo, debemos de nuevo, unificar el lenguaje urbanístico, como cuando comenzó la construcción de Babel. Por ejemplo, no importa que parcela signifique cosas distintas en distintas leyes o distintos espacios geográficos, siempre y cuando podamos tener una referencia que nos indique donde significa una cosa y donde otra. El problema del urbanismo con respecto a otras disciplinas, es que:
- Es una disciplina en formación
- Puede haber un urbanismo por cada ciudad, o incluso por cada municipalidad, o cada barrio de cada ciudad, con términos que aplican en un lugar y no en otro
- Es una multidisciplina, por lo que en teoría se requeriría un diccionario por cada disciplina auxiliar y usar los mismos diccionarios de todas las otras ciencias.
El lenguaje, fuente de malos entendidos
Cuando el Principito le pregunta al Zorro como se pueden hacer amigos, este le contesta épicamente que para ello lo tiene que domesticar, sentándose sobre la hierva sin decir nada, porque el lenguaje es fuente de malos entendidos. Se dice que al hablar se entiende la gente, pero es prodigioso que todos los pleitos, todas las guerras, comienzan porque dos personas se pusieron a hablar. Así en el urbanismo, quien busca un permiso, debe hablar el mismo lenguaje que quien lo otorga y quien lo gestiona. De lo contrario, será una inagotable fuente de malos entendidos, que llevan a construir la ciudad de mala manera. Por eso, es indispensable contar con una herramienta como ABCDMX, que por fin existe y nos permite como al Principito, sentarnos sobre la hierva sin decir nada, consultando los términos que no entendamos.
Referencias
Aguilar, G (2009). Los diccionarios electrónicos en español. Arco Libros
Becker, L. (2019). Lenguaje claro/llano/ciudadano y lectura fácil: nuevas variedades de comunicación digital de masas más allá del español general/común/total o Internacional/neutro? In El español, lengua pluricéntrica: Discurso, gramática, léxico y medios de comunicación masiva, 4, 223, in López, A., Negre, A., Becker, L., Nieto, B., Ennis, J., Rivero, E., Staudinger, E. (2019). Vandenhoeck & Ruprecht.
Bierce, A (2011). El diccionario del diablo. Editorial Debolsillo.
Cowan, Robert (2005). The dictionary of urbanism. Streetwise
Dos Santos, M. (2012). El manuscrito Voynich: el libro más enigmático de todos los tiempos. Aguilar.
Esquivel, F. M. C. (2008). El valor del diccionario para la investigación de la historia de los conceptos sociales (a propósito del término revolución). Nueva revista de filología hispánica, 1-30.
Juárez Veronica (24 agosto, 2013). Origen de los diccionarios. https://uvejota.com/articles/2377/origen-de-los-diccionarios/
Nyíri, J. C. (1992). On Esperanto: Usage and Contrivance in Language. In Tradition and Individuality (pp. 85-92). Springer, Dordrecht.
*Tonatiuh Meaney
Coordinador de impacto social Plurmac
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