Inicio / Opinión / En la opinión de / Torre de Ingeniería, UNAM 25 años después…

Torre de Ingeniería, UNAM 25 años después…

En la opinión de | Opinión |

Por Gustavo López Padilla*

Un privilegio, haber tenido la oportunidad de proyectar y dirigir la obra de la Torre de Ingeniería de la UNAM, formando parte del campus histórico de la Ciudad Universitaria, en la ciudad de México.

El hombre es un ser en el tiempo, un ser en movimiento. Esta idea fundamental ha recorrido el devenir de la filosofía, del pensamiento humano, desde los tiempos presocráticos con Heráclito de Efeso hasta nuestros días. En este sentido, se habla en los inicios de la modernidad, de la consolidación de lo que se conoce como la filosofía de la historia y nos podemos referir, a manera de ejemplo, al pensamiento del napolitano Giambatista Vico (1668-1744) precisamente como filósofo de la historia. Los seres humanos han dado muestras claras, concretas, de su necesidad de dejar constancia de su transitar por la vida. De su estar en el tiempo. Las experiencias relacionadas con el arte en general, son muestras ello. Hablamos de lo que tiene que ver con la pintura, escultura, música, literatura, pudiendo incluir desde luego al cine. Como parte de lo anterior, la práctica de la arquitectura representa bien esta necesidad humana de dejar constancia en el tiempo. Podemos recorrer el proceso histórico humano, reconociendo las arquitecturas que lo han acompañado. Nos referimos a testimonios materializados, vivibles, de las distintas etapas de la historia.

Estas ideas previas, las vamos a relacionar con el hecho de que el proyecto construido de la Torre de Ingeniería del año 2000, ubicado en el campus de la Ciudad Universitaria de la UNAM, al sur de la ciudad de México, recientemente ha cumplido justamente veinticinco años desde su inauguración. Lo anterior de manera significativa nos lleva a aventurar algunas reflexiones, para pensar y valorar como ha transitado en el tiempo, la presencia, existencia y operación cotidiana de la mencionada Torre de Ingeniería. Y para entender lo anterior, nos vamos a remitir, como hacen los filósofos clásicos, a los inicios del proceso histórico que dio origen a dicho proyecto. Nos remontaremos hasta finales de los años setenta del siglo pasado, en los cuales en nuestra ciudad, se practicó una moderna y visionaria educación e investigación técnica, aplicada a la realidad de la vida, con base en las necesidades del país, experiencia educativa dirigida por el Ingeniero Carlos Beckwith Becerra, en lo que se llamaba en ese entonces, el Centro Nacional de Enseñanza Técnica e Industrial (CENETI), que se ubicaba en Atzcapotzalco y mas adelante, dirigió también el mismo ingeniero, la Universidad Tecnológica del Valle del Mezquital, aplicando una semejante metodología educativa.

El Instituto de Ingeniería de la UNAM, comenzó a experimentar con éxito esta misma modalidad educativa de la investigación aplicada, al inicio de los años noventa, también del siglo pasado, hasta el punto de su desarrollo, en el que a finales de los años noventa, siendo Director del propio Instituto de Ingeniería el Dr. José Luís Fernández Sayas, aparece la necesidad de construir un nuevo edificio, para alojar cómoda y funcionalmente los cubículos, oficinas administrativas e instalaciones necesarias para el desarrollo del pensamiento de los investigadores del instituto, que complementan la operación y funcionamiento de los diversos equipamientos de talleres de investigación, referidos a los distintos campos de las ingenierías, con los que contaba ya el Instituto de Ingeniería. Como se ha comentado, el impulsor de la idea de construir la Torre de Ingeniería fue justamente el Dr. Fernández Sayas, quién a su vez fue cercano directo del Ing. Beckwith Becerra. La historia de nuevo, dando cuenta de la tradición de continuidad que va de maestro a discípulo.

torre de ingeniería

Por ahí de 1997, el desarrollo del proyecto y la dirección arquitectónica de la ejecución constructiva en cuestión, le fueron encomendadas a la firma Sánchez Arquitectos y Asociados, constituida por Luís Sánchez Renero, Félix Sánchez Aguilar, Gustavo López Padilla y Fernando Mota Fernández, todos orgullosamente egresados de la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Vale la pena recordar también, la valiosa participación en el desarrollo del proyecto, a los arquitectos Citlali Ovando y Antonio Plá, también egresados de la Facultad de Arquitectura, específicamente del Taller Max Cetto. Durante la ejecución del proyecto y la construcción del edificio, que fue el resultado de un trabajo en equipo, participaron desde luego representantes del propio Instituto de Ingeniería y la firma de arquitectos mencionada. En este sentido fue importante la participación, por parte del Instituto, de los ingenieros Enrique Pérez, quién llevó la administración general del proyecto, de la obra y cuidando la ejecución de todo el edificio, a lo que se sumó la experiencia de Ragnar Trillo, en todo lo referente al planteamiento, definición y operación necesarias para el edificio, en lo que tiene que ver con las instalaciones hidráulicas, sanitarias, eléctricas, aire acondicionado (empleado parcialmente en el edificio), de comunicaciones y especiales, como lo que tiene que ver con el funcionamiento del edificio bajo los criterios de ingenierías amigables con la naturaleza. Para la terminación de la obra fue significativa la participación del Ing. Xavier Palomas. Naturalmente la Dirección General de Obras de la UNAM, tuvo representantes durante la validación del proyecto y la construcción del edificio, visualizando y aprobando la ejecución correcta del mismo.

Durante la ejecución de la obra se tuvieron que sortear diversos problemas, desde la problemática fundamental de conseguir todos los recursos necesarios para su ejecución, la mayoría de los cuales provenían de los mismos trabajos de investigación aplicada realizados por el propio Instituto, pasando además por serias dificultades que sufrieron en el camino varias de las empresas constructoras participantes en su ejecución, que tuvieron que ver con su mala administración de obra y financiera e incluyendo una larga huelga que sufrió la UNAM, a finales de los años noventa, siendo Rector de la UNAM Francisco Barnés de Castro (1997-1999). A lo anterior se sumaron algunas voces, minoritarias, miopes y egoístas, que se oponían a la construcción de la Torre, llegando al punto de pedir su demolición, ya cuando estaba avanzada su construcción. La férrea voluntad del Dr. José Luís Fernández Sayas de construir las Torre de Ingeniería y llevarla a buen término, tuvo felices resultados y su primera ocupación ocurrió cercana al inicio del año 2000 y en febrero del mismo año, se inauguró oficialmente el edificio, con su ceremonia protocolaria correspondiente y la realización de una magnífica exposición de esculturas, alojada en su sala de exposiciones, ubicada en el nivel de acceso, exposición que estuvo a cargo de la Diseñadora Industrial de la UNAM, María del Carmen Sanromán Cossío.

Durante los primeros acercamientos a las ideas esenciales que debía contener el proyecto, el Dr. José Luís Fernández Sayas planteó como criterio fundamental, que además de ser funcional, debía representar de la mejor manera, a nuestras mas adelantadas y representativas ingeniería y arquitectura contemporáneas. El desarrollo del proyecto se debería contemplar apoyado en un criterio racional, sobre todo experimental, incluyendo las diferentes y necesarias ingenierías involucradas, tomando en cuenta particularmente todo lo relativo a criterios de carácter ambiental sustentable, como lo que implica el uso eficiente de la energía, el uso racional del agua potable, la reutilización de las aguas de lluvia y residuales, el manejo reciclable de la basura, la utilización preferentemente de la luz natural sobre la eléctrica, climatización pasiva, regulando las incidencias del sol y sus ganancias de calor y la incorporación de elementos vegetales, a ubicarse en los principales espacios comunes de la Torre. Se planteó por parte de sus diseñadores, que el proyecto debía intentar interpretar su propio tiempo, pero tomando en cuenta también, criterios compositivos, formales, atmósferas vivenciales, uso de materiales, referencias a detalles y procedimientos constructivos, asociados al proyecto del campus de la Ciudad Universitaria de mediados de los años cincuenta, teniendo presentes también, algunas ideas asociadas a la obra del arquitecto suizo francés Lecorbusier. Desde el punto de vista conceptual y proyectual de la Torre, se decidió experimentar también, con criterios asociados a una propuesta teórica, formal y concreta, racionalista, particularmente con ideas y detalles referidos a una visión high tech. Se trata de formas geométricas simples, regulares, sistematizadas modularmente, con una interpretación estructuralista, en donde formalmente las ingenierías, de distinta naturaleza, quedan expuestas de manera aparente. Recién inaugurada la Torre, fue reconocida con el Premio Nacional de Ahorro de Energía.

Así las cosas, la Torre de Ingeniería de la UNAM ha transitado con dignidad en el tiempo, veinticinco años desde su inauguración, habiendo sido reconocida, lo mas importante, antes que nada por sus propios usuarios, que la han hecho suya, la conservan de la mejor manera y la mejoran constantemente. No ha sucedido como otras obras, que al paso del tiempo envejecen mal, se deterioran y terminan descuidadas por sus ocupantes. La imagen, habitabilidad y funcionamiento técnico del edificio se conservan de buena manera, tiene grata presencia y se ha convertido en un referente urbano-arquitectónico en la zona del campus de la UNAM donde se ubica, cercano a las instalaciones de la alberca olímpica universitaria y se ha convertido también, en referente de otras obras de la arquitectura e ingeniería mexicanas, que han tenido como modelo, la experiencia conceptual, compositiva, tecnológica y constructiva de la Torre de Ingeniería. En este mismo sentido, el repertorio de materiales y procedimientos constructivos empleados en la Torre, han respondido bien al paso del tiempo.

Con la premisa de buscar la mejor representatividad nacional, arquitectónica e ingenieril, en su momento de edificación, en la Torre de Ingeniería se trataron de implementar los mayores avances tecnológicos disponibles en nuestro país, aplicando criterios de funcionalidad, flexibilidad y economía, adoptando la opción de ejecutar instalaciones aparentes, tanto horizontal como verticalmente, fácilmente reconfigurables, evitando el uso de plafones en los techos, lo que se tradujo adicionalmente en ahorros constructivos. Hoy en día, los usuarios de la Torre, pendientes de su funcionamiento y los avances de la ciencia reciente, han implementado en el edificio, nuevas y avanzadas instalaciones tecnológicas, renovando lo originalmente existente, aprovechando la condición de flexibilidad con la que cuentan sus instalaciones, actualizando la postura de vanguardia del proyecto, con visión de futuro en su estar en el tiempo. La Torre de Ingeniería de la UNAM, veinticinco años después, sigue siendo joven y renueva sus entrañas, para ser mas eficiente, competitiva y confortable en su operación y apuntado siempre hacia adelante.

Los resultados de los trabajos de educación e investigación aplicada, desarrollados dentro del Instituto de Ingeniería de la UNAM, representan una buena cantidad de los avances mas significativos, en términos del desarrollo de la ciencia y las tecnologías actuales, dentro de las distintas ingenierías en nuestro país, lo que se traduce además en términos de operatividad financiera, en una posición que posibilita la auto sustentabilidad del edificio de la Torre, lo que le permite funcionar y mantener sus instalaciones de manera adecuada. En términos educativos, en los trabajos de investigación aplicada, se conforman grupos importantes entre investigadores y estudiantes, que participan en la realización de los mismos, lo que significa además un importante cumplimiento educativo de la UNAM, con base en una educación de vanguardia y de calidad. Para la adecuada operación de todo lo anterior, las condiciones espacial, habitable y funcional de la arquitectura implicada en la Torre, en el tiempo, se han constituido en el marco vivencial laboral favorable, dentro del cual, se han podido desarrollar bien, buena parte de las actividades intelectuales de sus ocupantes. La Torre de Ingeniería de la UNAM, es un espacio existencial, donde transita la vida.

Tags

Columnista invitado


Utilizamos cookies de terceros para generar estadísticas y mostrar publicidad personalizada.