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Seguro de crédito a la vivienda y la atención al reto habitacional de las economías mixtas

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Toca reconocer que la verdadera esencia del reto habitacional radica en la pobreza, traducida específicamente en dos factores; el tamaño del ingreso y la calidad del empleo.

Por: Daniella Gurrea*

México cuenta con un modelo de vivienda que en más de una ocasión ha sido ejemplo a nivel mundial, conformando a lo largo de varias décadas y atravesando para ello diferentes contextos económicos, internos y externos, un complejo ecosistema en que participan más de 37 actividades productivas.

Y este complejo ecosistema tiene como motor fundamental un sistema financiero en que se complementan bancos y organismos públicos, para generar esquemas de crédito que hacen posible atender el reto habitacional de las familias mexicanas y producir las viviendas que ello implica.

A pesar de esta poderosa maquinaria, que debemos considerar un invaluable activo nacional, datos oficiales señalan que el rezago habitacional aún se ubica por encima de 8 millones de viviendas, lo que hace evidente que aún hay enormes retos a superar en busca de cumplir el objetivo de atender en forma eficiente las necesidades de vivienda de todos los mexicanos.

Llegado a este punto, toca reconocer que la verdadera esencia del reto habitacional radica en la pobreza, traducida específicamente en dos factores; el tamaño del ingreso y la calidad del empleo.

Porque si bien es cierto que la pobreza es el común denominador, ello no ha sido un obstáculo determinante para que en ciertos momentos se pudiera alcanzar un mayor grado de cobertura con la Política de Vivienda.

Hay tiempos en que hemos sido capaces de atender con mucha mayor eficiencia las necesidades de vivienda de los mexicanos más pobres, aunque es en la fuente de empleo donde el problema se agudiza, porque si bien es cierto que el corazón de la Política Nacional de Vivienda se basa en los dos grandes fondos nacionales de vivienda que tenemos en México, Infonavit y Fovissste, el hecho es que estos dos grandes organismos atienden exclusivamente a trabajadores de la economía formal.

No olvidemos que, Infonavit y Fovissste, fundados ambos en 1972, atienden en forma muy específica a los trabajadores del sector privado, en el caso del Infonavit, en tanto que su organismo hermano, el Fovissste, fue creado para atender los retos de vivienda de los trabajadores al servicio del Estado.

Donde el problema es que de acuerdo a las cifras más recientes del INEGI, del total de una población económicamente activa, que por primera vez es superior a 60 de millones de trabajadores, apenas 45% de ellos lo hacen desde el sector formal de la economía, teniendo por ello prestaciones fundamentales como IMSS o ISSSTE, y, en consecuencia, como Infonavit o Fovissste, y un mayor grado de bancarización, que les abre las puertas al crédito bancario.

Sin embargo, el problema aún mayor, está en el restante -y mayoritario- 55%, que trabajan en la economía informal o en un esquema de economía mixta, lo que los mantiene al margen (o con cobertura limitada) de prestaciones y bancarización, incluidos los fondos de vivienda y el acceso a crédito bancario.

Es a partir de estos números que resulta evidente que el gran reto al momento de analizar resultados, políticas y metas de vivienda, está en atender a los grupos más pobres de población, y muy en particular, a los que son parte de la economía informal y/o trabajan en un modelo de economía mixta.

Y no es fácil modelar esquemas de financiamiento para estos grupos, porque el riesgo de su actividad y las dificultades para comprobar su ingreso se hacen evidentes ante cualquier evaluación crediticia. Aunque, existen instrumentos financieros eficientes y probados que permiten acotar esos riesgos y hacen viable el diseño de sistemas de crédito para estos grupos.

Uno de estos instrumentos es el Seguro de Crédito a la Vivienda, que reduce el riesgo al otorgante y/o fondeador del financiamiento, haciendo viable generar productos para estos grupos de población, y hacerlo bajo mejores condiciones que si hubiera que tenerlos sin su respaldo, en México ya tenemos muy buenas experiencias con el Seguro de Crédito a la Vivienda.

Muchos bancos lo usan con mucho éxito desde hace varios años, lo que les ha facilitado la toma de decisiones al momento de asignar presupuestos de inversión al segmento, establecer condiciones para sus productos y definir participación en determinados segmentos del mercado.

Hoy, todos los jugadores del sector coinciden en la necesidad de consolidar la Política de Vivienda a partir de un poderoso programa de crédito para economías mixtas, que permita hacer justicia social, atendiendo a quienes hasta ahora han sido excluidos de los alcances de los éxitos de nuestros modelos de vivienda.

Busquemos innovar y usar la creatividad para encontrar los catalizadores para atender los segmentos que lo necesitan.

*Daniella Gurrea, Directora General en México de Genworth

 

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