La Industria Inmobiliaria en su Laberinto y ante la necesidad de reinventarse y reactivarse… Porque no podemos perder sus capacidades como satisfactor social, motor económico o constructor de futuro
Por Horacio Urbano
Seamos claros, los años recientes no han sido buenos para la industria inmobiliaria, que con la única salvedad del segmento industrial, ha resentido los efectos de un difícil entorno económico mundial y la falta de certidumbre desde el ámbito local.
Y esta es una realidad que tendría que preocupar a las autoridades, porque esa debilidad de la industria inmobiliaria es fiel termómetro de lo que vive un país, para cuya economía han pronosticado crecimientos apenas marginales.
Todo apunta a que es urgente encender cuanto motor sea posible para defender nuestra economía, en especial, motores que, como la industria inmobiliaria, en repetidas ocasiones han demostrado su potencial anticíclico y sus capacidades de impactar positivamente cerca de 40 ramas de la economía y ser altamente generadores de empleo.
Y no es solo eso, es, además, que con su hacer e inversiones cotidianas, la industria inmobiliaria actualiza los activos físicos que definen calidades de vida y niveles de competitividad, social, económica, urbana y ambiental, de cada barrio, ciudad, región y país.
Porque si no hay respuestas adecuadas a los retos de vivienda la estabilidad social pende de un hilo.
Si no hay parques industriales, las promesas del nearshoring nunca pasarán de ser promesas.
Si no hay centros comerciales, inmuebles turísticos, oficinas, hospitales y todos los demás inmuebles que toda sociedad requiere, será difícil planear futuro.
Y es que a estas alturas del partido tendríamos que entender que pensar en el futuro es tema que implica pensar muy bien en los inmuebles que lo van a definir; en los inmuebles en que la construcción de ese futuro se va a desarrollar.
¿Qué país queremos ser en el 2050 o el 2100? ¿Estamos creando las condiciones que permitan que esos buenos deseos se conviertan en realidad?
¿Tenemos claro que un proyecto de país debe estar complementado con proyectos de ciudad que vayan en el mismo sentido?
¿Nos queda claro que las actuales estructuras urbanas y sus inmuebles seguramente no serán lo que requieran los mexicanos del Siglo XXII?
¿Hay esfuerzos serios para entender a dónde queremos ir y lo que tenemos que hacer para lograrlo?
¿Sabemos que un plan, sea de país o de ciudad, no es nada si no tiene engrapado un cheque para cubrir todas las inversiones que conlleva, y sin la conformación de procesos incluyentes y multidisciplinarios que sienten en una misma mesa tanto a representantes de sociedad y sector privado, como a la entera transversalidad del sector público?
Porque no tiene sentido planear viviendas o parques industriales si esa planeación no contempla lo mismo infraestructuras y espacio y transporte público, que todos aquellos activos inmobiliarios que hacen eficiente un espacio urbano.
Que se hagan viviendas… Muchas… Pero que no se hagan sin espacios verdes, sistemas de transporte y estructuras urbanas integrales.
Que se hagan parques industriales… Muchos… Pero que no se hagan sin recordar que en ellos habrán de trabajar personas que requieren servicios de ciudad.
Que se hagan los inmuebles que el futuro requiere. Pero que se hagan con la seguridad de que las instancias públicas cumplirán con la responsabilidad de llevarles agua, drenaje, electricidad, servicios de limpia, transporte público, seguridad y el más amplio etcétera, que tendrían que representar las responsabilidades de los gobiernos y sus agencias.
Planear… Planear en forma integral… Planear, invertir y ejecutar.
Y sobra decir que la tendencia positiva que ha vivido el segmento industrial, es resultado del tan cacareado nearshoring, o, dicho con mayor precisión, es resultado de una ubicación privilegiada… Una ubicación que hay que consolidar con todo tipo de infraestructuras, servicios y activos físicos, públicos y privados, que permitan que la ubicación adquiera verdadero valor.
Porque un metro cuadrado de suelo, por muy bien ubicado que esté, no vale nada si no cuenta con elementos que hagan efectiva esa ubicación al agregarle un alto valor de uso, resultado del debido abasto de todo tipo de infraestructuras y servicios públicos.
Sobra decir, que el sector turismo se transforma y que hoy tiene que dar nuevas respuestas a nuevas formas de uso e inversión.
Y claro, cuando hablamos de oficinas y centros comerciales, hay que reconocer el impacto irreversible de nuevas formas de trabajo y consumo, ligadas a un avance tecnológico que día con día se hace sentir en la palma de nuestra mano.
Y bueno, si hay que hablar de vivienda, hay que decir que hablamos de lo que ya es una crisis global, que toma sus propios matices en cada país, cada región y cada ciudad.
Hay que decir qué hay que actualizar lecturas en cuanto a retos y oportunidades, para que juntos, gobiernos, sociedad y sector privado, den forma a nuevos modelos de vivienda capaces de atender las necesidades de todos.
Hay que reinventar modelos de ocupación, financiamiento, producción y subsidio.
Hay que definir los parámetros que tendrían que definir la visión de lo local, puesta en sintonía con los deseables proyectos de país que tanta falta hacen.
¿Para dónde vamos, cómo y en qué vamos a llegar, qué tenemos que hacer para hacerlo posible, y, la pregunta fundamental y que nadie se hace, qué vamos a hacer una vez que estemos ahí?
¿Qué tendrían que ser un nuevo complejo de oficinas o un nuevo centro comercial, pensados para el hoy, pero con la mirada bien puesta en esos escenarios de mediano y largo plazo que definen las inversiones inmobiliarias.
¿Cómo tendrían que ser esas viviendas y esas ciudades?
Son dos temas fundamentales; la industria inmobiliaria se tiene que reinventar, al mismo tiempo que las autoridades son parte y motor de esa reinvención.
La Industria Inmobiliaria en su Laberinto y ante la necesidad de reinventarse y reactivarse… Porque no podemos perder sus capacidades como satisfactor social, motor económico o constructor de futuro.
Retos inmensos. Y el inmenso potencial de contar con los elementos que permitirían actualizar modelos para que la reinvención del sector sea parte de un proceso de desarrollo nacional.
El inmenso potencial de contar con sectores productivos que saben hacer el trabajo y que tienen la capacidad instalada y económica que se requiere para lograrlo.
El inmenso potencial de contar con un sistema financiero que ha sido el gran motor de la industria inmobiliaria.
Toca ver si las instancias públicas estarán a la altura del reto.
Toca ver, porque hoy, las deficiencias en su gestión y en los procesos normativos, legislativos, de planeación, de inversión, de conformación de políticas públicas, y en temas relacionados con corrupción, son inmensos obstáculos para el desarrollo nacional, que se hacen particularmente patentes en la industria inmobiliaria.
Toca ver si quienes están al frente de los organismos públicos entienden lo que en el futuro habrán de representar las decisiones que tomen hoy planeando, legislando, invirtiendo, gestionando o trabajando en alianza con sociedad y sector privado.
Toca ver si las instancias públicas entienden su responsabilidad y reconocen que les puede tocar gestionar el hoy… Pero que lo que en estos tiempos se haga, tendrá un enorme impacto en el futuro.
Y ojo… Que no se nos olvide que el sector privado es el verdadero motor de la Industria Inmobiliaria y que al gobierno solo toca conducir sus esfuerzos para ponerlos en sintonía con proyectos de país, región, sectores productivos y ciudad.
Toca esperar que las instancias públicas estén a la altura del reto.
Quizá sea tiempo de crear eficientes observatorios de desarrollo, que gestionen información sobre proyectos país, entreguen cuentas de sus avances y señalen lo que en cada etapa toca hacer a cada parte involucrada.
Toca definir destino y rumbo, y crear mecanismos que permitan determinar desviaciones y corregir el rumbo.
Es nuestro futuro.