Entre sus obras más destacadas se encuentran la Casa Estudio Luis Barragán, las Torres de Ciudad Satélite, la Fuente de Los Amantes y la Casa Gilardi
Un día como hoy, pero de 1988, murió, en la Ciudad de México, Luis Ramiro Barragán Morfín, conocido simplemente como Luis Barragán, una de las figuras más reconocidas de la arquitectura mexicana, único de su nacionalidad en obtener el Premio Pritzker, el ‘Nobel de la arquitectura’, en 1980.
A 31 años de su deceso, Barragán sigue siendo uno de los arquitectos más importantes del siglo XX, cuya obra ha ejercido gran influencia en el quehacer arquitectónico tanto nacional como internacional.
Luis Barragán, nacido en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, el 9 de marzo de 1902, realizó sus estudios en la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara, donde se formó como ingeniero civil y arquitecto. Al graduarse, en 1925, realizó un viaje de dos años por Europa, que le permitió cautivarse con la belleza de los jardines de las ciudades que visitó, como el Generalife de Granada y los de las villas italianas y de la costa del Mediterráneo.
En dicho viaje conoció a Charles-Édouard Jeanneret-Gris, mejor conocido como Le Corbusier, urbanista suizo convertido en uno de los más importantes exponentes de la arquitectura moderna, y desde ese entonces conservó su interés por la arquitectura del paisaje y el urbanismo.
De regreso en Guadalajara, comenzó a remodelar casas de personajes destacados de la vida política, social y económica de su ciudad, siendo el primero de sus proyectos la casa del abogado Emiliano Robles León, en el centro de la capital jalisciense. En esos años, su estilo le valió el reconocimiento en Guadalajara y el ser publicado en medios internacionales como la revista estadounidense Architectual Record.
En 1936, el arquitecto se trasladó a la Ciudad de México, donde reformó un terreno del barrio de Tacubaya, en los números 12 y 14 de la calle General Francisco Ramírez, que hoy en día es conocido como La Casa Estudio Luis Barragán, misma que sería reconocida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Patrimonio Mundial en 2004.
En la capital del país, Barragán se dedicó a la construcción de diversos conjuntos habitacionales, residencias y edificaciones especiales que dieron identidad a la ciudad durante la última mitad del siglo XX. Entre estos proyectos destacan los jardines de la Calzada de los Madereros, un fraccionamiento con grandes jardines y obras ornamentales en el Pedregal de San Ángel y la restauración del convento de las Capuchinas Sacramentarias de Tlalpan.
Posteriormente, de 1955 a 1979, el arquitecto diseñó el fraccionamiento residencial Jardines del Bosque en Guadalajara; supervisó la construcción de los jardines del hotel Pierre Marques de Acapulco; promovió la planificación del fraccionamiento residencial de Las arboledas, en Tlalnepantla, Estado de México; diseñó el Faro de Comercio de Monterrey, Nuevo León; proyectó el fraccionamiento de Lomas Verdes, al norte de la CDMX; y construyó la Casa Gilardi, una vivienda unifamiliar en San Miguel Chapultepec.
En esos años también diseño, juntó al escultor Mathias Goeritz, las Torres de Ciudad Satélite, símbolo que marcaría el inicio del suburbio de Satélite, en el Estado de México.
Asimismo, en 1976 el Museo de Arte Moderno de Nueva York presentó la primera exposición sobre su obra y publicó el libro-catálogo de Emilio Ambasz, lo cual lo catapultó a la fama internacional.
El estilo orgánico de Luis Barragán, la utilización de colores, texturas y disposiciones de espacio, le valieron el prestigioso Premio Pritzker en 1980, siendo el primer latinoamericano y el único mexicano que, a la fecha, ha conseguido hacerse de este reconocimiento. Además, en 1985 recibió el Premio Jalisco, y en 1987 el Premio Nacional de Arquitectura.
El arquitecto paso los últimos años de su vida alejado del trabajo y del ojo público, debido a una avanzada enfermedad de Parkinson, que, finalmente, terminó con su vida el 22 de noviembre de 1988. Sus restos fueron trasladados a Guadalajara, su ciudad natal, en donde hasta ahora reposan en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres.