Por Andrés Actis*
Se acaba de publicar el mayor estudio mundial sobre la crisis del agua.
- Los sistemas hídricos están sometidos a una “tensión sin precedentes”.
- La demanda de agua dulce superará la oferta en un 40% en 2030.
- Está en riesgo la mitad de la producción de alimentos.
En 2022, Países Bajos creó la Comisión Mundial sobre la Economía del Agua. Reunió a docenas de científicos y economistas destacados con el objetivo de formar una visión integral del estado de los sistemas hidrológicos globales y cómo se gestionan.
Esta comisión acaba de publicar un informe de 194 páginas. La conclusión: el agua es la víctima número uno de la crisis climática y se necesita un “cambio radical” en la manera en que entendemos y actuamos en relación con el agua.
“El mundo se enfrenta a un creciente desastre hídrico. Por primera vez en la historia de la humanidad, el ciclo hidrológico está desequilibrado, lo que pone en peligro un futuro equitativo y sostenible para todos”, sentencia el informe en su primer párrafo.
El diagnóstico es que décadas de mala gestión colectiva y subvaloración del agua en todo el mundo han dañado nuestros ecosistemas terrestres y de agua dulce y han permitido la contaminación continua de los recursos hídricos.
“Ya no podemos contar con la disponibilidad de agua dulce para nuestro futuro colectivo”, advierten los expertos. Los sistemas alimentarios se están quedando sin agua dulce y las ciudades se están hundiendo a medida que se secan los acuíferos que las cubren.
También, describe el informe, hemos pasado por alto un recurso crítico de agua dulce, el “agua verde” de nuestros suelos y de nuestras plantas, que en última instancia circula por la atmósfera y genera alrededor de la mitad de las precipitaciones que recibimos en la tierra.
“Lo más grave es que, si bien la degradación de los ecosistemas de agua dulce es en sí misma una víctima del cambio climático, incluida la pérdida de humedad del suelo, se ha convertido en un factor impulsor del cambio climático y de la pérdida de biodiversidad”, se agrega.
El resultado: sequías, inundaciones, olas de calor e incendios forestales cada vez más frecuentes y graves en todo el planeta, y un futuro de creciente escasez de agua, con graves consecuencias para la seguridad humana.
Casi 3,000 millones de personas y más de la mitad de la producción mundial de alimentos se encuentran actualmente en zonas donde se prevé que el almacenamiento total de agua disminuya.
También se prevé que la demanda de agua dulce supere la oferta en un 40% para finales de esta década. Sin medidas, en 2050 los problemas relacionados con el agua reducirán aproximadamente el 8% del PIB mundial. Los países pobres se enfrentarán a una pérdida del 15%.
La situación ya es dramática hoy: más de 2,000 millones de personas carecen de acceso a agua potable y 3,600 millones de personas (el 44% de la población) carecen de acceso a servicios sanitarios seguros. Cada día, 1,000 niños mueren por falta de acceso a agua potable.
En este contexto, “el agua es artificialmente barata para algunos y demasiado cara para otros”. Un ejemplo: los subsidios a la agricultura, que suelen tener consecuencias no deseadas al ofrecer incentivos perversos para que los agricultores rieguen en exceso.
La destrucción de la naturaleza, alerta el documento, está alimentando aún más la crisis: la tala de bosques y el drenaje de humedales alteran el ciclo hidrológico que depende de la transpiración de los árboles y el almacenamiento de agua en los suelos.
Los expertos concluyen que “la humanidad necesita un nuevo rumbo para el agua en todas las escalas”.
Toda la vida humana depende del agua, pero no se la reconoce como el recurso indispensable que es.
El informe completo: https://watercommission.org