Dirán que es un fenómeno mundial… Y tendrán razón…
Bajo el suntuoso nombre de «gentrificación», las ciudades se han convertido en artículo de lujo al que cada vez tienen menos acceso los segmentos de población de menores ingresos… O los más vulnerables… O los marginados de siempre.
Pero, ¿es posible revertir los efectos de un proceso que está mandando a millones de personas a vivir en las periferias de las que alguna vez fueron sus ciudades?
Pues sí… Es posible… No será nada fácil, ni se trata solo de mi opinión, sino de las conclusiones de un montón de expertos que llevan años reflexionando entre el diagnóstico y las propuestas para los procesos urbanos…
De hecho, si se miran bien las cosas, la receta para acabar con la gentrificación y permitir que la gente vuelva a vivir en las ciudades, es bien simple… Basta con multiplicar la oferta para que el mercado se ajuste y genere soluciones que respondan a las posibilidades de toda la estructura de la demanda.
Se trata solo de apostar en favor de proyectos de ciudad, debidamente complementados con planeación, e instrumentos de regulación, inversión y gestión urbana.
Y claro, esto implica empezar por aquello que los clásicos conocen como “Voluntad Política” y por una capacidad de alcanzar acuerdos que haga posible un muy alto nivel de coordinación institucional.
Se trata pues, de que quienes gobiernan y legislan entiendan el problema y tengan verdadera voluntad de hacerle frente.
Empecemos por reconocer que hacen falta muchas viviendas y que se necesita que buena parte de ellas se generen en los núcleos centrales de nuestras ciudades.
-No se trata de hacer muchas viviendas cerca o alrededor de las ciudades, sino de hacerlas EN las ciudades-.
Y hacer viviendas en el corazón de las ciudades requiere suelo, servicios y permisos.
Requiere suelo apto y dispuesto para tal fin por la regulación urbana.
Requiere servicios públicos e infraestructuras de todo tipo, lo que supone inversiones muy importantes y un enorme esfuerzo de coordinación entre organismos de los tres niveles de gobierno.
Y por supuesto, requiere reglas claras, gobiernos eficientes y un contundente y frontal combate a la corrupción.
Si esto se logra se podrá resolver en muy buena medida el problema de la oferta… Queda por delante el de la demanda, que tiene que ver con dar verdadera capacidad de compra a todos los segmentos de población.
Y tampoco es cosa fácil, porque implica diseñar modelos de crédito (y quizá también de subsidio y/o de ahorro), dirigidos lo mismo a los niveles de menores ingresos, que a quienes no son derechohabientes de Infonavit o Fovissste y actualmente no son debidamente atendidos por la banca.
Para atender los retos de la vivienda urbana se requiere voluntad, pero también capacidades de leer la demanda e innovar con las propuestas, lo mismo técnicas, que legales, urbanas, económicas, financieras, arquitectónicas y urbanas.
Asumiendo, claro, los retos de la vivienda nueva, pero también los de la vivienda usada o en renta, los de construcción o remodelación, o los de la autoproducción… E incluso modalidades ya más vanguardistas como pudieran ser modelos de coliving o miniviviendas sin estacionamiento.
El reto tendría que ser evitar que las casas sigan corriendo en dirección contraria al centro de las ciudades y crear condiciones que permitan que se acomoden no donde se pueden hacer, sino donde se necesitan.
El reto tendría que ser generar soluciones de vivienda que respondan a las necesidades muy específicas de cada segmento de población, dando forma en el proceso a ciudades más eficientes, justas, competitivas, sustentables y humanas… Eso sobre todo; humanas.