El reto habitacional no implica que todos sean propietarios y lo sensato es asumir el objetivo de dar soluciones puntuales a las necesidades muy específicas de cada grupo de población.
Por Horacio Urbano*
A ver, no… No hay que irse con la finta; una buena Política de Vivienda no debe partir de la premisa de que todos sean propietarios de la casa que habitan.
Debe, eso sí, crear condiciones que hagan posible que todas y todos, sin importar dónde viven, cuánto ganan o en que trabajan, puedan encontrar una respuesta a su muy personal reto de vivienda, facilitando que compre quien quiera comprar, pero que rente, construya o remodele quien considere que con ello resuelve en forma más eficiente sus necesidades de vivienda.
Porque acotar el reto habitacional a tener como única respuesta pretender ser un país de propietarios, va en contra de la mínima lógica relacionada con las necesidades, deseos y posibilidades, de un complejo país de más de 130 millones de habitantes.
¿Por qué pretender que un joven que inicia su vida laboral enfoque sus planes de vida a la posibilidad de comprar una casa?
¿Por qué no reconocer que a lo largo de la vida la vivienda puede significar cosas diferentes y que lo que en verdad hace falta es un amplio catálogo de soluciones, tan amplío, como amplia pueda ser la diversidad vibrante de una sociedad del siglo XXI?
Lo sensato es actualizar la lectura de la estructura de cada grupo social, para, a partir de ello, sencillamente entender que el reto habitacional no implica que todos sean propietarios y asumir el objetivo de dar soluciones puntuales a las necesidades muy específicas de cada grupo de población.
Por qué no, por ejemplo, pensar en un poderoso programa que garantice que los jóvenes encuentren una sólida oferta de vivienda en renta, puesta a su alcance bajo una regulación que fortalezca esa oferta, protegiendo a propietarios e inquilinos, y permitiendo que haya productos adecuados para cada grupo que integre la demanda.
Porque es ilógico que en ciudades que son evidentes polos de desarrollo regional, que atraen lo mismo trabajadores, que estudiantes, no exista una oferta diferenciada de opciones de vivienda, que reconozca que una vivienda de dos recamaras no necesariamente es la mejor opción para un joven estudiante… Y menos si la idea es que para usar esa vivienda el joven tenga que comprarla.
¿Qué respuesta de vivienda habría que dar para que una región pueda capitalizar las inmensas promesas del nearshoring?
¿Cómo modelar ecosistemas de vivienda que generen esas respuestas puntuales bajo premisas de sustentabilidad y respeto a entornos culturales?
Y ojo, que tampoco podemos dejar de lado fenómenos de estos tiempos, como la migración o el espacio ganado por todo tipo de plataformas digitales, que buscan nuevas formas de facilitar el uso de una vivienda.
Pensar en una Política de Vivienda monoproducto es un error.
Y ahora que el proceso electoral, que concluirá con un relevo en la Presidencia, abre la puerta a la posibilidad de actualizar Políticas Públicas, hay que insistir en que la nueva Política de Vivienda sea verdaderamente integral, generando respuestas para todas las vertientes del rezago, la demanda actual y la demanda futura.
Porque no hay que olvidar la necesidad de que esa actualización de Políticas Públicas tenga una visión prospectiva que permita atender los retos del hoy, al mismo tiempo que construye condiciones para atender los retos del mañana.
Y es qué hay que ir pensando dónde vivirán los mexicanos del futuro y que implica ello al momento de planear nuestras ciudades, invertir en infraestructuras y actualizar Políticas de Vivienda.
Hay que ir pensando cómo vamos a reinventar nuestras ciudades cuando la realidad haga evidente que tenemos que actualizar el uso de sus espacios y que ello implica regenerar suelos, inmuebles e infraestructuras.
¿Qué implica el cambio climático para nuestras ciudades y esto cómo tendría que reflejarse en la forma de entender y hacer vivienda?
En algún momento tenemos que hablar de que las viviendas y las zonas urbanas tienen ciclos de vida… Hay que reconocer que eventualmente caducan y que aunque parezca algo fuera de nuestra realidad, en algún momento habría que pensar en demoler esas casas caducas, para dar nuevos y actualizados usos al suelo que ocupaban.
Hay que voltear a ver esos grandes estacionamientos y pensar qué usos vamos a dar a su suelo y metros cuadrados construidos, una vez que aceptemos que hay que sacar a los automóviles de nuestras ciudades.
¿Seremos lo suficientemente sensatos como para preferir meter ahí gente que coches?
¿Y qué decir cuando se habla de Ciudades de 15 minutos y/o Regiones de 30 minutos?
Pues habrá que ver qué tanto avanzamos en ese sentido, pero hacerlo implica una revolución urbana que tendríamos que hacer evidente en la forma que atendemos los retos de la vivienda.
Pero es un hecho que el reto habitacional no implica que todos sean propietarios y que lo sensato es asumir el objetivo de dar soluciones puntuales a las necesidades muy específicas de cada grupo de población.
Vivimos en ciudades… Vivimos en vivienda…
Toca actualizar lecturas para evitar el riesgo inmenso de equivocar soluciones.
Propuestas de vivienda
En un contexto en que habría que reconocer retos y proponer soluciones, y en el análisis de las políticas de vivienda del futuro, aproveché este espacio para abrir una lista de propuestas, que prometo enriquecer, soltando cada semana tres ideas simples, que puedan sumar a modelar una respuesta eficiente, oportuna y suficiente, al reto habitacional.
Esta es la tercera entrega de esta serie, que contaba ya con seis ideas, dejo aquí tres temas más:
Siete. Una Política Integral de vivienda debe ir debidamente vinculada con una poderosa Política de Suelo, que reconozca la necesidad de crear instancias normativas y de gobernanza de orden metropolitano y regional.
Ocho. Urge sentar las bases de un programa continuo de regularización de vivienda y de actualización de los marcos jurídicos relacionados con modalidades de tenencia y uso de suelo.
Nueve. Retomo y puntualizó algo que parece que no quedó suficientemente claro con el punto Seis que publiqué en este mismo espacio la semana pasada. Va de nuez; decía “Se deben generar instrumentos que permitan atender grupos vulnerables, hoy excluidos del acceso a la vivienda, mediante mecanismos que permitan compensar la desigualdad y mejorar sus capacidades económicas”. Para que no haya duda, propongo, en específico, reactivar el subsidio al frente a la vivienda.
Aquí seguiremos soltando ideas y buscando quién les preste atención.
Perspectivas 2024
Con el fin de entender el año que se nos vine encima, invitamos a un grupo de expertos a que nos dieran su opinión sobre el futuro inmediato relacionado con los sectores construcción, inmobiliario y vivienda.
Esto dio como resultado una increíble serie de columnas y charlas que estaremos publicando en las diferentes plataformas de Centro Urbano y circulando por nuestras redes sociales, bajo el HT #CUperspectivas2024.
Aquí dejo la liga para que las tengan muy a mano: https://centrourbano.com/perspectivas-2024/
No se las pierdan…