Por Víctor Ebergenyi
El desarrollo de las ciudades es el mismo que el de cualquier ser vivo. La ciudad nace, crece, se transforma, modifica su entorno y se adopta de forma autogestiva. En gran medida, este crecimiento se da por la construcción de la unidad urbanística básica: la vivienda. En nuestro país, desde 1980 y hasta 2010, la mayoría de las ciudades han dedicado su energía a engullir territorio por la proliferación de desarrollos habitacionales para satisfacer la demanda de vivienda. Estos desarrollos provocaron que las manchas urbanas crecieran, en promedio casi diez veces, mientras se potenciaba el crecimiento de la población[1] . Esta tasa de crecimiento se vio reflejada en un esquema expansionista de las ciudades que no sería sustentable por mucho tiempo y que tenía a la “ciudad dispersa” como modelo, un tipo de ciudad excluyente, fragmentada y carente de diversidad que provoca gastos injustificables por parte de las autoridades municipales para la dotación de infraestructura, genera un gasto insostenible por parte de los habitantes en transporte y que, eventualmente, culmina en el abandono de las viviendas por su lejanía y problemas de accesibilidad.
Desde su creación en 1972, el Infonavit ha experimentado distintas transformaciones en su gestión y operación. En sus inicios, adquiría y administraba tierra, desarrollaba y construía conjuntos habitacionales, promovía la investigación de temas relacionados con la vivienda y publicaba normativas referentes a su calidad. Actualmente se ha dejado de adquirir y administrar tierra para impulsar normativas, mientras se ha consolidado como una de las entidades financieras más importantes de promoción de vivienda social. En el transcurso de estos procesos de cambio, el Infonavit ha fomentado una vivienda digna y decorosa para el trabajador, a pesar de haber priorizado el otorgamiento de créditos y a la vez cuantificarlos. Un nuevo esquema de trabajo apoyado con nuevas políticas de desarrollo urbano y vivienda fortalece los objetivos de un renovado instituto encaminado, no sólo a proporcionar créditos para la creación de hogares con valor sino a facilitar la construcción de vivienda que mejore la calidad de vida de sus habitantes al trascender su entendimiento como ente único y aislado.
En 1973, para potenciar la infraestructura y los servicios instalados, pero poco aprovechados, el Infonavit lanzó el programa de “Utilización de Lotes Baldíos Urbanizados” con el fin de explotar de una manera más eficiente los lotes baldíos de las ciudades[2]. Dentro de este programa se pudieron desarrollar conjuntos habitacionales que consideraban diferentes tipologías de vivienda (dúplex, tríplex y edificios de cuatro niveles), así como diferentes niveles de ingresos ( de 1 hasta 4 veces el SMM[3]), usos mixtos (comercio, equipamiento y vivienda) y, lo más importante, localizados al interior de una ciudad consolidada o vías de consolidación. Este año se retoma el diálogo y debate para hablar de la construcción de vivienda intraurbana a través de los “Proyectos Piloto de Redensificación Intraurbana”[4], además de posicionar el tema en la agenda estratégica de las acciones del gobierno actual.
Se trata de proyectos que atienden y entienden a la vivienda que se enfrenta al reto de integrar las necesidades de una sociedad cambiante con los requerimientos económicos de un desarrollador, las cualidades técnicas de construcción con las características climáticas de una región, que anticipe cambios en la forma en la que se habita y que lo haga dentro de la ciudad consolidada, reconstruyéndola y/o mejorándola para reutilizar sus vacíos urbanos compartiendo el espacio público[5] y economizando los recursos de sus habitantes. Para lograr el cambio de paradigma en el desarrollo de vivienda en México es necesario hacer conciencia sobre la responsabilidad social a la que está ligado el Instituto para así cambiar el enfoque con el que ha funcionado. Se debe soslayar la concepción tergiversada de que solamente se entregan “viviendas al otorgar créditos; e impulsar la creación de hogares al incidir en la calidad de vida de las personas y sus necesidades primordiales. Si aceptamos esta premisa, entonces la importancia de estos proyectos radica, no solamente en la colocación de ladrillos y cemento (por mencionar un sistema constructivo) para construir elementos arquitectónicos que nos ayuden a reducir el rezago habitacional, o en la intensión última de redensificar las ciudades y aprovechar la infraestructura existente, sino en la forma de trabajar que se implementa para integrar todos los factores que los afectan.
Estos proyectos piloto atacan quirúrgicamente y de manera interdisciplinaria el problema de la vivienda. La Subordinación General de Sustentabilidad y Técnica, a través de la Gerencia de Calidad de la Vivienda, colabora con las Delegaciones Estatales, desarrolladores, arquitectos, urbanistas, sociólogos, empresarios, y con la propia comunidad, con la intención de materializar esta nueva visión integral de la vivienda. Se trata de proyectos que se enfrentan a problemas específicos para recuperar las zonas urbanas que se expandieron sin planificación; restablecer, integrar y redensificar franjas creadas en el límite entre lo urbano y lo rural; evitar la segregación social a través de la integración de diferentes niveles socioeconómicos; obviar la repetición automatizada e inconsciente de módulos de vivienda; promover la diversificación de tipologías; responder a diferentes características climáticas de acuerdo con el contexto; y a la vez adoptar nuevos productos financieros impulsados por el Instituto como los distintos esquemas de vivienda en renta.
Alineado con las nuevas políticas de desarrollo urbano y vivienda, el desafío de consolidar las ciudades repercute en la rehabilitación con acupunturas urbanas que catalicen procesos sociales y comunitarios. Así, nos enfrentamos a múltiples variantes que influyen en la implementación de un sistema de vivienda nacional en busca de nuevas formas de hacer ciudad con instrumentos que favorezcan el crecimiento ordenado de su desarrollo urbano.
[1] Sedesol (2012), La expansión de las ciudades 1980-2010, México
[2] Schjetnan,Mario. (1975), “Saturación de lotes urbanos baldíos” en Revista VIVIENDA, Infonavit, Año 1, Número 1, pp. 45-53, México
[3] SMM – Salario Mínimo Mensual
[4] Programa del Infonavit en la Subdirección General de Sustentabilidad y Técnica, a través de la gerencia de Calidad de la Vivienda.
[5] Arpa, Javier, Mozas Javier, Fernández Per, Aurora (2011), density is Home, A+T, Vitoria-Gasteiz, España.