Es delicado hablar de subsidios, porque existe el enorme riesgo de confundir un regalo con objetivo paternalista o abiertamente político, con un recurso que en verdad llegue al segmento social que se pretende beneficiar y tenga efecto multiplicador en la economía.
En mayo del año pasado, Jaime Alverde, presidente de la poderosa Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI), dijo al jefe de gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, que las 55 empresas que conforman el organismo invertirían en la ciudad de México más de 9 mil millones de dólares en los siguientes seis años.
Falta de planeación, regulación obsoleta e insuficiencia de inversión en infraestructura básica, tienen al Distrito Federal a punto de enfrentar una crisis de falta de vivienda para atender las demandas de su población.
Es delicado hablar de subsidios, porque existe el enorme riesgo de confundir un regalo con objetivo paternalista o abiertamente político, con un recurso que en verdad llegue al segmento social que se pretende beneficiar y tenga efecto multiplicador en la economía.
En mayo del año pasado, Jaime Alverde, presidente de la poderosa Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI), dijo al jefe de gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, que las 55 empresas que conforman el organismo invertirían en la ciudad de México más de 9 mil millones de dólares en los siguientes seis años.
Falta de planeación, regulación obsoleta e insuficiencia de inversión en infraestructura básica, tienen al Distrito Federal a punto de enfrentar una crisis de falta de vivienda para atender las demandas de su población.
Es delicado hablar de subsidios, porque existe el enorme riesgo de confundir un regalo con objetivo paternalista o abiertamente político, con un recurso que en verdad llegue al segmento social que se pretende beneficiar y tenga efecto multiplicador en la economía.