Por Cooperación Comunitaria A.C.*
INTRODUCCIÓN
Ante el nuevo evento catastrófico, causado por el paso del huracán John, categoría 3, el pasado septiembre de 2024, a 11 meses de OTIS, las viviendas tradicionales reforzadas de de adobe, reconstruidas por la población, resistieron la intesa lluvia y los vientos, lo cual demuestra que las viviendas de materiales naturales y locales pueden ser tan resistentes como las de materiales industrializados, siempre y cuando el sistema constructivo esté pensado, calculado y construido para resistir las amenazas a las que está expuesta la vivienda.
A través del proceso de Vivienda adecuada para comunidades rurales afectadas por el huracán Otis, se logró trabajar junto con 117 familias en las comunidades del Núcleo agrario de Cacahuatepec, Las Cruces de Cacahuatepec y El Cantón, en el Municipio de Acapulco.
Después de un desastre socionatural, es importante dar respuesta a necesidades urgentes de la población, sin caer en la trampa de los programas de reconstrucción apresurada que carecen de un análisis profundo de los daños, pero sobre todo de sus causas. Esto resulta en soluciones superficiales que no abordan la vulnerabilidad ante futuros eventos y dejan a la población igual o más expuesta a próximas amenazas naturales.
Siendo el territorio el resultado de la interacción entre naturaleza y cultura, es decir entre ecosistemas y comunidades, cuando esta interacción es perturbada por un paradigma desarrollista, el territorio pierde la capacidad de convivir con la variabilidad climática. En consecuencia, las comunidades rurales se vuelven más vulnerables a medida que van perdiendo sus conocimientos y técnicas tradicionales, que fueron mejorados a lo largo de los siglos para garantizar la adaptabilidad al medio ambiente y la cultura de cada lugar.
El marco conceptual de la Gestión Integral de Riesgo – GIR, adoptado por CC con las comunidades rurales, tiene como objetivo, junto con la población, identificar y analizar los riesgos para prevenir las amenazas y mitigar las vulnerabilidades a las que está expuesta la población. Por lo tanto la gestión Integral de Riesgo, más que una respuesta rápida ante un evento adverso (gestión de desastres), es una estrategia integral y de largo plazo para incrementar la resistencia de las estructuras tanto constructivas como productivas y ambientales, así como aumentar resiliencia de las comunidades, a partir del aumento de capacidades técnicas y organizativas. Por eso la gestión integral de riesgos, a la larga mejora de la calidad de vida. Para ello es esencial la participación de la población involucrada, entendida como la autogestión de las comunidades y la transformación de las personas en agentes de cambio.
En el caso de Cacahuatepec, Acapulco, después de la etapa de respuesta a la emergencia, llevamos a cabo un diagnóstico integral participativo en 8 comunidades, en el cual se analizaron las causas de los efectos e impactos de Otis. A partir de los resultados, se definieron 4 líneas de acción:
- Garantizar el derecho humano a la vivienda adecuada a partir de procesos participativos de producción social de vivienda tradicional reforzada
- Acceso al agua y al saneamiento ecológico sustentable
- Promover la soberanía alimentaria a partir del fortalecimiento del sistema milpa-montetraspatio y de la agroforestería
- Fortalecer la organización comunitaria y los órganos de toma de decisiones tradicionales y locales
PROCESO DE RECONSTRUCCIÓN EN CACAHUATEPEC
Los riesgos identificados por cada comunidad se abordan a través de procesos formativos participativos, basados en la educación popular y la participación activa en todas las etapas. Esta lógica de acompañamiento, se basa en las etapas de la Producción y Gestión Social del Hábitat (PyGSH), la cual se define como el proceso participativo e incluyente que busca fomentar la autogestión para reforzar las formas de habitar que contribuyen al bien común y al territorio en todas sus dimensiones (social, cultural, ambiental y económica).
Las siete etapas de la PyGSH son: diagnóstico integral participativo; diseño participativo; planeación; implementación; evaluación; uso y mantenimiento. A su vez todas las acciones planeadas y ejecutadas contribuyen a fortalecer la gestión integral de riesgo, para hacer frente a los efectos del cambio climático.
El diagnóstico integral participativo se realiza a través de cartografía participativa, entrevistas, visitas, levantamientos técnicos y talleres con la población local y tiene como objetivo identificar las vulnerabilidades y amenazas a las que está expuesta la comunidad, al igual que analizar los daños y sus causas, y definir con un grupo de interesados las prioridades en las que se va a trabajar.
Con las personas interesadas se realiza la etapa de diseño participativo en la que se trabaja para elaborar el sueño de los participantes y se definen los espacios de acuerdo con sus expectativas y necesidades. Esta etapa genera sentido de pertenencia del proyecto, aumentando así su sostenibilidad en el tiempo. También promueve la autogestión colectiva, ya que genera que los habitantes sean parte activa en la toma de decisiones para cada etapa de la autoproducción de la construcción. El diseño arquitectónico suele ser una actividad realizada por técnicos, encaminada, primero a reforzar el sistema constructivo tradicional, a resolver un problema de vivienda a través de una solución estandarizada y replicable, primando los criterios de mercado sobre la voluntad del habitante. En los procesos de producción social del hábitat, en cambio, participar en el diseño y la construcción de los espacios, entre otras actividades, es considerado un derecho fundamental, cuyo ejercicio sirve para que las comunidades ejerzan su derecho a producir, modificar y mejorar su hábitat de acuerdo a sus necesidades, cultura y forma de vida. Finalmente, el objetivo del diseño participativo no es la construcción en sí, sino la mejora de la calidad de vida de las personas.
En el caso específico de las comunidades afectadas por el huracán Otis, se hicieron diagnósticos familiares y levantamientos de vivienda para identificar los temas prioritarios que servirán como punto de partida en el proceso de reconstrucción integral y participativa. Para ello, se realizaron mapeos participativos de amenazas y vulnerabilidades, y levantamiento de daños de las viviendas. Con ello se encontró que 85% de las casas tuvo pérdida de techos, el 45% de las casas presentó grietas y desplome de muros y que en la mayoría de los hogares hay un alto grado de hacinamiento.
Gracias a los diagnósticos y levantamiento de daños, se logró identificar las vulnerabilidades históricas de la población y que muchas de éstas acentúan las afectaciones que trajo consigo el huracán. Durante el proceso de Reconstrucción Integral y Participativa del Hábitat que lleva a cabo Cooperación Comunitaria con comunidades rurales de Acapulco, el grupo de 52 participantes que están ya dentro del grupo para reconstruir su vivienda, eligieron comenzar con el proceso de reconstrucción de las casas de Clarita y Maribel, dos madres jefas de familia con hijos, que vivían en condiciones muy vulnerables, las cuales se hicieron más evidentes con el paso del huracán Otis.
Doña Clarita vivía en una casa de palitos de 32m2 con sus 7 hijos, hoy cuenta con 110 m2 de construcción. Durante el huracán Otis, el techo de su casa se vio afectado, pero ante la ausencia de apoyos, tuvo que volverlo a colocar quedando algunos agujeros en las láminas. Además los muros de bajareque se desplomaron, aumentando la vulnerabilidad de colapsar completamente. Ante el riesgo de colapso, ocupó la cocina para que dos de sus hijas pudieran dormir ahí, por lo que se vio obligada a cocinar sobre una roca bajo una lona. Por ello, en la propuesta de reconstrucción, la vivienda de Clarita se amplió a 3 habitaciones y cuentan con una cocina aparte, lo cual mejora la habitabilidad además de disminuir la vulnerabilidad.
Por otro lado, Doña Maribel vivía en una casa de 28m2 con sus 2 hijos, que hoy cuenta con 81m2 de construcción. Durante el huracán Otis el techo y algunos muros sufrieron afectaciones, pero ante la ausencia de apoyos, tapó las paredes con cobijas y volvió a colocar las láminas de cartón. En la propuesta de reconstrucción en la vivienda de Maribel, cuentan con dos dormitorios, uno para los hijos y otra para ella, lo cual mejora la habitabilidad además de disminuir la el hacinamiento y la vulnerabilidad.
Como parte de los procesos de reconstrucción integral y social, las y los participantes de Las Cruces de Cacahuatepec y El Cantón se unieron para recolectar materiales naturales y locales como tierra y zacate, esenciales para elaborar los adobes con los que se están autoproduciendo las viviendas.
En este proceso colaborativo, las y los participantes reflexionaron sobre la disponibilidad de materiales en su entorno y la organización para su recolección. Además, se realizó todo un proceso de aprendizaje con varios participantes para hacer adobes porque es una técnica que se está perdiendo, incluso cuando todavía muchas casas son de adobe. Por otro lado, las mujeres acarrearon piedras desde el río, también se sacó grava, arena, y madera de palma de la comunidad.
Durante el diseño participativo, las mujeres expresaron su deseo por tener techos de teja, y al no producirse más en su localidad, se construyó un horno en una comunidad cercana donde todavía producen tejas, lo cual disminuye el impacto ambiental, al tiempo que se cumplen las necesidades de las y los participantes.
Durante las asambleas comunitarias, las participantes acordaron «echar brazo» (apoyo mutuo) juntas y juntos durante la construcción. Este proceso fortalece la cohesión comunitaria y la organización post-desastre, promoviendo un sentido de solidaridad y autosuficiencia.
Así también, a través de acuerdos en asambleas, las comunidades de Las Cruces de Cacahuatepec y El Cantón decidieron autoproducir dos viviendas en cada comunidad; Clarita y Maribel en Las Cruces, y Lourdes y José Luis en El Cantón. Estas 4 viviendas se produjeron de manera colectiva. A lo largo del proceso, se han impartido 4 talleres que no solo han contado con la participación de las y los integrantes del grupo, sino también de familias interesadas de las comunidades que desean aprender el sistema reforzado de adobe. El primer taller se impartió en la etapa de cimiento y sobrecimiento; el segundo se hizo durante la etapa de muros de adobe para aprender el tejido o cuatrapeo de las esquinas para el reforzamiento de los muros reforzados; el tercero para el armado de la estructura para la techumbre, y el último durante la colocación de tejas.
Todo este proceso se llevó a cabo con la asesoría técnica y el acompañamiento social e integral de Cooperación Comunitaria, donde lo importante, además de los aprendizajes, es generar la participación activa de la comunidad para recuperar la organización, que les permita ser más resilientes ante los efectos de la crisis climática.
Este esfuerzo colectivo, además de acelerar los procesos constructivos, también fortalece los lazos familiares y comunitarios, mostrando la importancia del apoyo mutuo después de un desastre socionatural.
La reducción de riesgo por desastre es posible gracias a una visión integral que abarque no sólo la vivienda, sino al hábitat en su conjunto, sumando las dimensiones de la soberanía alimentaria y la restauración ambiental, el acceso al agua y el saneamiento sustentables, el trabajo con la participación y la organización comunitaria.
DISEÑO PARTICIPATIVO
CASA CLARITA
VIVIENDA MARIBEL
VIVIENDA JOSE LUIS
VIVIENDA LOURDES