Este crecimiento tiene como consecuencia un consumo ineficiente del suelo, lo cual es inequitativo y financieramente insostenible
De acuerdo con los resultados de un reporte preliminar calculado bajo el Índice de las Ciudades Prósperas (CPI) que ONU-hábitat coordina, la aglomeración urbana de la Ciudad de México se ha encontrado en un patrón de crecimiento expansivo y de baja densidad. Este crecimiento tiene como consecuencia un consumo ineficiente del suelo, lo cual genera que las estructuras urbanas se formen discontinuas y con un alto grado de fragmentación, y al final, esto representa un problema en términos eficaces, equitativos y financieros.
En poco más de 3 décadas, la población de la CDMX ha tenido una tasa de crecimiento del 1.1% en lo que va de 1980 hasta 2017; la cantidad de población en la década de los 80’s registraba un total de 14 millones de personas, para el año 2017 este resultado aumentó a 21 millones.
A su vez, la tasa de crecimiento de la superficie urbana de la Ciudad de México ha crecido en un 3.3% durante las mismas 3 décadas, esto implica un crecimiento 3 veces superior si se compara la superficie de 61,820 hectáreas en la década de los ochentas, con la superficie de 235,267 hectáreas que se registraron en 2017.
Otros problemas que el crecimiento expansivo genera, son la congestión, la degradación ambiental, la disminución de la productividad y los altos costos sociales relacionados con la movilidad urbana.
Además, de acuerdo con ONU-Habitat, existe una desigualdad entre el centro de la ciudad de periferia en cuanto a nivel de ingresos, acceso a servicios y productividad, así como una movilidad ineficiente, en donde una persona tarda en promedio 5:30 horas para cruzar la aglomeración urbana de la Ciudad de México utilizando transporte público, así como 3:00 horas si lo hace en un vehículo particular.