Por Por Lucía Bellocchio*
Abordar proyectos con un enfoque ‘smart cities’ requiere un cabal entendimiento de lo que ello significa hoy día, en un contexto inminentemente urbano, digital, en el que las ciudades se enfrentan a múltiples desafíos, entre ellos y uno de los más relevantes, la emergencia climática.
En este contexto, un claro entendimiento y comprensión de lo que implica hablar de ‘ciudades inteligentes’ se torna crucial para no caer en falacias o concepciones un tanto desactualizadas, pues a pesar de que con el paso del tiempo la noción de ‘smart city’ ha evolucionado y se ha ido resignificando, aún persiste en algunos ámbitos -políticos, académicos, empresariales, etc- la creencia de ello refiere tan sólo a incorporar tecnologías en entornos urbanos. De ahí también el concepto tenga aun algunos críticos.
¿Cuál ha sido la evolución del concepto de Smart City?
Han pasado más de treinta años de la aparición de este concepto, introducido allí por los años noventa de la mano de grandes corporaciones y empresas tecnológicas en el auge de soluciones y herramientas digitales, hasta el momento desconocidas, que hicieron que la atención y foco principal se ponga en el factor tecnológico, la novedad del momento que delineó el concepto de Smart Cities.
Alrededor de los años 2000, la escala humana de las ciudades entra en acción, y así el concepto comienza a moldearse en lo que algunos ha denominado “Human Smart Cities” , bajo el entendimiento de que las tecnologías deben ponerse al servicio de las personas para brindar así mayor confort, agilidad en procesos y ahorro de tiempo, acceso a la información, transparencia, entre otros beneficios.
A partir de 2015, con el establecimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en el plano global se advierte una nueva resignificación del concepto: ‘smart sustainable cities’, donde la tecnología se concibe como una herramienta -y aliada- para hacer de las ciudades entornos más sostenibles, es decir ya no se pone a la tecnología sólo al servicio de las personas sino, además, de la naturaleza para crear un equilibrio del ecosistema, implicando migrar de un ego-design a un eco-design.
Es así que advertimos como lo ‘smart’ se resignifica conforme las nuevas necesidades y demandas urbanas. Y no podría ser de otra manera, dado que las ciudades son un reflejo de la vida de las personas y su entorno. Esto hace que el quid de la cuestión recaiga en cómo hacer un uso inteligente de los datos proporcionados por las diferentes herramientas tecnológicas, para tornar a las ‘ciudades inteligentemente sostenibles’ desde lo social, ambiental y económico.
En esta línea, y ante la urgencia que ha tomado la crisis climática en la agenda global, así como los inminentes impactos que ella está teniendo, comenzamos a advertir una nuevo enfoque “Climate Smart Cities’, donde el factor tecnológico se encuentra presente como herramienta para que las ciudades puedan planificar con datos más precisos, tomar mejores mejor decisiones, crear infraestructura, para mitigar o adaptarse a los efectos del cambio climático.
De allí la prevalencia en la Agenda Urbana de temas como tecnologías verdes, soluciones basadas en naturaleza, tech for nature, biotecnología, entre otras.
Smart Cities, un concepto obligado a estar en constante evolución para poder acompañar un contexto de urbes densamente pobladas que deben hacer frente al cambio climático y por el indiscutible uso y adopción masiva de las tecnologías de la información y comunicación por parte de la sociedad.
En este estadio estamos hoy al hablar de un ‘enfoque Smart City’; tecnología con propósito para garantizar un mejor futuro urbano.
Este texto forma parte de la 2º edición de Revista Futuros Urbanos
*Lucía Bellocchio
Fundadora y Directora de Trend Smart Cities.
Directora de la Diplomatura en Smart Cities de la
Escuela de Gobierno de la Universidad Austral.