Por Martha Laura Peña Ordoñez*
La creciente complejidad de las ciudades modernas exige repensar la planeación urbana de manera que se consideren las dinámicas de la ciudad durante las 24 horas del día. La Ciudad de México, como metrópoli de gran magnitud y diversidad, enfrenta el reto de conciliar la creciente demanda de movilidad, servicios, vivienda y prosperidad económica, con la necesidad de ofrecer espacios seguros, sostenibles y accesibles tanto en el día como en la noche. El principal beneficio de una planeación territorial integral que contemple el uso alternativo de los espacios urbanos en distintos momentos del día, es no sólo el impulso al desarrollo económico y la seguridad, sino también al bienestar y el reconocimiento de todas las dimensiones en las que el ser humano se desarrolla.
Uno de los principales desafíos que enfrentamos los planeadores urbanos es lograr un equilibrio entre el aumento de la población y la necesidad de proveer servicios y espacios que respondan a las demandas específicas de cada franja horaria. Durante el día, la actividad urbana se centra en el funcionamiento de centros de trabajo y como llegamos a ellos, se centra en el abastecimiento, educación, salud, mientras que la noche se ha caracterizado históricamente por la presencia de espacios de esparcimiento, bares, restaurantes y centros de entretenimiento. Sin embargo, la noche también es escenario de actividades de cuidado y tareas esenciales de trabajo y servicios urbanos que, a menudo, pasan desapercibidas en las políticas públicas. Una planeación con visión de 24 horas, tiene en su centro integrar estas dos realidades la diurna y la nocturna en un marco común que permita entender el potencial de la ciudad durante todo el día, pero de una forma organizada y planeada a largo plazo.
Existen ejemplos alrededor del mundo donde esta perspectiva se ha implementado con resultados favorables para las ciudades. Por ejemplo: En Londres, se anunció desde 2015 que el metro estaría abierto toda la noche durante los días laborables y fines de semana con el fin de intensificar la economía, el turismo, las inversiones y el empleo de la capital. En Bélgica y Francia, un «Observatorio de la Vida Nocturna» permitió explorar datos relacionados con la noche y así implementar políticas públicas pertinentes para las 24 horas del día e incrementar la seguridad.
La vida nocturna ha sido objeto de múltiples estudios desde la década de los 90s. Gwiazdzinski (2014), por ejemplo, ha ocupado este concepto en ciudades como Leeds y Manchester. En 2002 se publicó el estudio titulado «Late-night London». «Planificación y Managing the Late-Night Economy» donde se enfatiza sobre los problemas a futuro de no planear un Londres de visión de todas las horas del día.
Otros estudios, como el de Nueva York, el estudio desarrollado por la revista «New York Nightlife” (2004) mostró que la economía de la noche generó 9.7 mil millones de dólares y empleaba a 95.500 personas.
Tener una visión de 24 horas es fundamental el reconocimiento de que la oscuridad, si bien altera la experiencia sensorial y la percepción de seguridad, no debe convertirse en un obstáculo para el uso pleno del espacio urbano, de los espacios públicos, de los lugares donde nos divertimos, donde los niños juegan, las mujeres se desplazan, cuidan y donde todas y todas vivimos nuestra cotidianidad. Como se menciona en el libro Noctámbula (2023), “La evidencia muestra que la inseguridad nocturna afecta de manera diferenciada a hombres y mujeres. Según datos de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), el 61% de la población se siente insegura al caminar de noche, siendo las mujeres las más afectadas (69% en contraste con el 53% de los hombres)” (pag. 52) Esta disparidad subraya la necesidad de implementar estrategias específicas que fortalezcan la presencia de la ciudadanía en espacios públicos durante la noche, mediante el mejoramiento de la iluminación, el diseño de espacios seguros y la integración de servicios de transporte público confiables, seguros y accesibles.
También implica atender las dinámicas de la economía nocturna, la cual según el INEGI en el 2015 empleaba 47,849 personas. El concepto de cronourbanismo, que aboga por una planificación espacio-temporal que incluya la variabilidad de las actividades a lo largo del día, ofrece un marco teórico robusto para abordar estas diferencias. Al reconocer que la ciudad no es estática y que sus usos varían según la hora, los planeadores podemos diseñar políticas y servicios que respondan de manera eficiente a las necesidades de movilidad, seguridad y servicios básicos en distintos momentos. Por ejemplo, la rehabilitación de espacios multipropósito en el centros urbanos, puede transformarse en zonas de cuidado seguras y dinámicas, al tiempo que se preservan aquellas áreas destinadas a actividades diurnas.
En el caso específico de la CDMX, la integración del sistema de cuidados en la planificación territorial con visión de 24 horas es otro aspecto fundamental. Históricamente, el trabajo de cuidado ha sido invisibilizado, considerándolo un asunto estrictamente privado o relegado al ámbito doméstico. Sin embargo, es innegable que una parte significativa de la población, especialmente mujeres, realizamos actividades de cuidado tanto en el día como en la noche. La propuesta de consolidar el Sistema de Cuidados para el Bienestar de la Ciudad de México, debe trascender los límites del horario diurno y reconocer la importancia de ofrecer servicios y espacios que facilitan estas labores en cualquier momento del día. Esto incluye la implementación de transporte público que opere de manera segura y continua, el acceso a servicios de salud y apoyo social, y la creación de infraestructura y equipamiento que permita a quienes realizan labores de cuidado puedan desempeñar sus funciones con mayor autonomía y dignidad durante cualquier hora del día. Consolidando así, todo el potencial de las personas que casi nunca son únicamente cuidadoras, son también trabajadoras, muchas veces responsables del hogar y sin duda, personas con necesidades propias. Una Ciudad como la CDMX puede y debe ofrecer el escenario completo para que tanto mujeres como hombres podamos vivir todo su potencial.
En este sentido, el énfasis no sólo se orienta a ordenar los espacios físicos de la ciudad, sino también a reconocer y potenciar la diversidad de usos y actividades que se desarrollan en diferentes momentos. Este enfoque integral contribuye a generar un tejido urbano más cohesionado y resiliente, donde las políticas públicas se diseñen considerando las desigualdades existentes y las necesidades específicas de distintos grupos poblacionales. Por ejemplo, la inclusión de corredores peatonales con actividades diurnas y nocturnas y ciclovías seguras de noche, la implementación de programas culturales y de esparcimiento nocturno, y la coordinación interinstitucional para garantizar una respuesta eficaz ante situaciones de emergencia, son algunas de las estrategias que permiten transformar la experiencia urbana tanto de día, cómo de noche.
La Ciudad de México ha dado ya, pasos importantes para una ciudad activa las 24 horas, implementando iniciativas en áreas específicas de movilidad y esparcimiento como: Rutas Nocturnas, Picnics Nocturnos, Nochebús, Paseos Ciclistas Nocturnos, Noche de Museos. Sin embargo, estos esfuerzos son aislados, no están vinculados ni al Plan General de Desarrollo ni al Programa de Ordenamiento Territorial de la CDMX, son éxitos solitarios que se concentran en la ciudad central, no son en su conjunto una visión integral donde se contemplen todas las dimensiones de la vida urbana y todos los territorios. Es urgente avanzar hacia una planificación que contemple desde la centralidad de las grandes avenidas hasta las zonas periféricas, una planificación que garantice acceso a bienes y servicios de calidad en cualquier momento del día. Logrando así ordenar y articular una CDMX que nunca duerme, pero que cumple con los sueños de todas las personas que aquí vivimos.
Esta visión, no es solo una herramienta de gestión urbana, sino un poderoso motor de transformación social que impulsa la creación de una ciudad verdaderamente inclusiva y de derechos. Al armonizar los diversos usos del espacio durante todo el día, se promueve una movilidad eficiente, una seguridad reforzada y una calidad de vida integral que fortalece el tejido social y fomenta el desarrollo económico sostenible. Este enfoque, al identificar y atender las desigualdades y dinámicas
particulares de cada franja horaria, nos permite diseñar políticas públicas innovadoras que responden eficazmente a los desafíos ambientales y de seguridad de una ciudad como la Ciudad de México. No hacerlo conlleva un costo importante que la Ciudad no puede seguir pagando.
Es urgente que los tomadores de decisiones y los especialistas en planeación colaboremos de manera coordinada para no solo ordenar el espacio físico, sino también para reconocer y potenciar la complejidad de la vida urbana, transformando nuestra metrópoli en un lugar más seguro e incluyente durante todas las horas del día.
Bibliografía
Brands, S., van Aalst, M., & Schwanen, T. (2015). Night-time economy: Assessing the impacts of urban nightlife on safety and crime.
Gwiazdzinski, K. (2015). Cronourbanismo: Planeación espacio-temporal en la ciudad moderna.
Kelly, R. (2016). Ciudades 24 horas: Desafíos y oportunidades en la planificación urbana.
Jirón, M. (2017). El papel de la planificación en el fortalecimiento del sistema de cuidados urbanos.
ONU-Hábitat. (s.f.). El camino hacia ciudades feministas: Mujeres haciendo ciudad.
Noctámbula. (2023). Guía incluyente hacia Ciudades de 24 horas en México.
Le Galés y Ugalde, (2018). Gobernando la Ciudad de México: Lo que se gobierna y lo que no se gobierna en una gran Metrópoli.
*Mtra. Arq. Martha Laura Peña Ordoñez
Consultora Independiente
Secretaria ejecutiva del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (Conared)