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Día de la Mujer

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Por María José Fernández*

Hoy, sin lugar a dudas, el rol y participación de las mujeres en la actividad social, económica, empresarial y política es de innegable relevancia, y por ello, de imperiosa urgencia fortalecer. No es un secreto que en México y en el mundo, la brecha de género y salarial en detrimento de las mujeres es muy grande, y si bien se ha avanzado paulatinamente, es fundamental dar un mayor impulso a su inclusión en todas las actividades, sobre todo en la economía, para poder avanzar y alcanzar la igualdad que se requiere. 

Pese a los esfuerzos realizados en los últimos años para incrementar la presencia de las mujeres en la economía en México, actualmente su tasa de participación solo alcanza el 45.9%, según datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). Y si bien la cifra pudiera parecer alentadora, la realidad es que muchas veces las condiciones laborales a las que se enfrentan las mujeres no son las mejores. 

Esta baja prevalencia, junto con la falta de igualdad y equidad en oportunidades para la participación de las mujeres en la economía tiene consecuencias macro, pues inhiben considerablemente el potencial de desarrollo económico del país. De acuerdo con el IMCO, si el gobierno y el sector privado implementaran acciones para sumar a 8.2 millones de mujeres mexicanas a la economía, para el año 2030 el PIB nacional podría crecer 15% más del que se tuvo en el 2020. Esta cifra revela por sí sola la urgencia de mejorar las condiciones laborales con perspectiva de género.  

Otro gran pendiente que vemos ligado a esta problemática es la desigualdad salarial, pues según el IMCO, hoy las mujeres ganan 14% menos que los hombres. Lo preocupante está en que, de seguir a este ritmo, tardaremos mucho en alcanzar el punto de equilibrio. Según el informe «Brecha salarial de género 2022» elaborado por el Foro Económico Mundial, la diferencia salarial por género se ha reducido muy poco en los años recientes, y de mantenerse al actual ritmo, tardaríamos hasta 132 años cerrar dicha brecha a nivel mundial, y en el caso de Latinoamérica serían 67 años. 

El poder cambiar esta situación requiere forzosamente de cambios en la agenda pública, particularmente en materia política y empresarial, pero también cultural -que es donde tiene origen el problema-, alentando un mayor debate en la sociedad que evidencie la necesidad de combatir la desigualdad de género en todos los aspectos y espacios, que lleve a la erradicación de las desigualdades, la violencia, el acoso y la discriminación.  

Lograr un mayor avance es fundamental para garantizar la creación de escenarios que posibiliten a las mujeres tener una participación óptima, justa y en igualdad de condiciones dentro de la vida laboral, con la apertura de oportunidades, políticas laborables idóneas, con espacios y ambientes seguros, acondicionados para su seguro desenvolvimiento, que les permita trabajar y combinar su vida profesional y personal.  

En nuestro país se han dado varios pasos en ese sentido, a través de reforma legales que promueven principios de igualdad, paridad y seguridad; y cada vez vemos mayores muestras de tolerancia, respeto e inclusión, aunque aún son insuficientes. 

Desde el ámbito inmobiliario, donde las mujeres deberían tener mayor peso en la toma de decisiones para su concepción, es esencial concebir estrategias de desarrollo urbano con una perspectiva de género, adoptando políticas que aseguren el desarrollo de mejores ciudades, con espacios públicos más seguros, iluminados, transitables y accesibles, que mejoren la calidad de vida personal, laboral y recreativa de las mujeres y de todos los ciudadanos. Esta es una tarea pendiente que ayudará a elevar la equidad de género.  

 Por otra parte, mi experiencia personal dentro del sector inmobiliario me ha permitido conocer más a fondo el papel, condiciones y ventajas que tenemos y aportamos las mujeres como parte de este importante sector. Y si bien he identificado algunas carencias y pendientes que limitan alcanzar la equidad, también he observado que hay una mayor apertura y que las oportunidades muchas veces van ligadas a la capacidad, destreza e inteligencia que se demuestra a través del trabajo, sin importar el género. Por ello, debemos empujar para que las decisiones de crecimiento profesional no tengan otra condicionante más que el talento, capacidad y profesionalismo demostrado, sin importar el género ni ninguna otra característica de las personas. 

Por ello desde la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI) trabajamos en esto que coincidimos y apoyamos, como parte de nuestra estrategia integral que impulsa no solo el correcto desarrollo de las ciudades y del país, sino también de las personas, con el objetivo de hacer realidad la transformación social de forma integral e incluyente, por el bien de todas y todos.  

No debemos olvidar que el desarrollo y bienestar económico no puede dejar de lado la atención a las necesidades de las mujeres, que son parte esencial para el crecimiento y evolución de nuestra sociedad.  

*María José Fernández

Directora General de Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios

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Columnista invitado


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