Por Carmen Contreras*
Una de las seis metas globales para la nutrición establecidas en la Asamblea Mundial de la Salud para el 2025 es incrementar al menos un 50% la tasa de lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses de vida de niños y niñas. En México solo uno de cada tres bebés es alimentado con leche materna de manera exclusiva durante sus primeros 6 meses de vida. Según la UNICEF, el costo asociado a la salud de niñas y niños por no recibir leche materna va de 745.6 millones de pesos al año a 2,416.5 millones. Estas cifras incluyen el gasto de las familias en leches de fórmula. (Ver en: https://www.unicef.org/mexico/lactancia-materna).
Además del cambio socio-cultural que valore los cuidados en las ciudades, se necesitan equipamientos y espacios para la salud física y emocional de las mujeres y puedan brindar alimentación digna a sus hijas e hijos. Me refiero a las políticas que mandata la Ley Federal del Trabajo para que cuenten con tiempo y salas de lactancia adecuadas. Los espacios físicos en los centros de trabajo contribuyen a alcanzar la meta mundial de nutrición, pero también evitan la deserción profesional, abren posibilidades de mejores empleos para nosotras y de mayor presencia en el mercado laboral.
En México contamos con un buen marco jurídico para favorecer la lactancia materna en las empresas, oficinas públicas y negocios. Incluye la Norma Mexicana NMX-R-025-SCFI-2015 para la Igualdad Laboral y no Discriminación. Sin ser obligatoria, esta norma sirve para reconocer a los centros de trabajo que cuentan con prácticas y políticas internas en materia de Igualdad a través de una certificación que requiere ser auditada. La certificación contempla mecanismos para la distribución equitativa de los cuidados entre mujeres y hombres como las licencias de paternidad y la instalación de espacios reservados para la lactancia materna.
Sin embargo, en la práctica, la instalación de los “lactarios” tiene obstáculos como son una adecuación improvisada de habitaciones no confortables con tal de cumplir las auditorías y no perder la certificación o para evitar conflictos con las trabajadoras que exigen sus derechos.
En entornos laborales en los cuales no hay paridad de género o predomina una visión masculina, es más probable que las decisiones sobre instalar una sala de lactancia se vea como un tema menor y hasta incómodo porque está asociado al cuerpo de las mujeres. El resultado de estos sesgos de género son cuartos mal ventilados, expuestos a la vista o al paso de otras personas, lugares obscuros y fríos al lado de archivo muerto o junto a los sanitarios. Sitios incómodos y hasta agresivos con sus usuarias.
La falta de información en las profesiones masculinizadas (como la Arquitectura y la Ingeniería) sobre qué es una sala de lactancia llega a ser escandalosa al grado de confundirse con una guardería. También en el imaginario de directivos y funcionarios existe la idea de que las madres llevarán a sus bebés a la oficina para amamantarlos ahí, lo cual es inaudito dado el horario laboral y los permisos concedidos. Así es como toda iniciativa para modificar los entornos recibe un “no” rotundo ante la sola idea de “bebés” o “mujeres con el pecho descubierto”. Para no hacer largo este relato, la poca valoración de la lactancia materna en el trabajo es tal que las áreas de adquisiciones se dan a la tarea de comprar “cabinas” para encerrar en ellas a las mujeres en una especie de sanitario móvil para que ahí extraigan su leche.
Todo proyecto de obra nueva de usos comerciales o para oficinas debería incluir un espacio para los cuidados que pueda irse adaptando conforme a las necesidades de sus usuarias y usuarios con las debidas instalaciones hidrosanitarias, estar en planta baja y contemplar su integración con los servicios e infraestructuras disponibles en la calle. Así, las salas de lactancia materna pueden ubicarse cerca de los consultorios médicos, las estancias infantiles, los jardines interiores y amenidades en los edificios.
El asesoramiento profesional sobre cómo debe instalarse y usarse una sala de lactancia materna exclusiva siempre es eficaz. Apoyarse en las guías sobre los requisitos técnicos de comodidad e higiene que deben cumplir es imprescindible. Una buena asesoría va a incluir los medios para cambiar la cultura organizacional de tal forma que la sala de lactancia se vea como un espacio de responsabilidad social y su mantenimiento una prioridad financiera con información sobre lo que significa en términos económicos esta práctica a nivel global. La Secretaría Federal del Trabajo ha elaborado una guía que puede ser un punto de partida para una consulta profesional con expertas. La guía se encuentra disponible aquí: https://www.unicef.org/mexico/media/5256/file/Gu%C3%ADa%20lactancia-2021.pdf
Texto y fotografía: Carmen Contreras
*Directora de Perspectivas de IG y Consultora en Desarrollo Urbano con Perspectiva de Género