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Utopías Mixtas

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Por Roberto Remes Tello de Meneses*

Si de algo carece Iztapalapa es de parques de barrio. Las colonias más prósperas de esta alcaldía tienen parques. Fuera de allí, éstos ocurren por excepción, en los camellones de las grandes avenidas, de las líneas de alta tensión, o concentradas en un solo sitio, como del Parque Cuitláhuac. Al sur de Ermita y al oriente de Periférico no hay parques, pero allí se concentra medio millón de habitantes.

Este panorama no es el mismo para el resto de la ciudad, si bien tampoco hemos sido los más precavidos para dotar de espacios verdes y abiertos a cada colonia. Con este entorno, en la Alcaldía Iztapalapa surgió un esfuerzo encomiable, las Utopías; sin embargo, distan mucho de ser parques o espacios públicos. En términos técnicos, las Utopías son equipamientos; en términos irónicos, son clubes privados gratuitos en los que no hay mayor restricción que los cupos de cada una de las instalaciones.

Las Utopías son espacios contrastantes con las colonias populares en que se hallan. En ellas puede uno encontrar pantallas interactivas, albercas, gimnasios, aviones con salas de cómputo, terapias y cursos. Se destacan por su colorido y, en ocasiones, por su arquitectura.

Qué eran las Utopías en 2018

En algunos casos los espacios son totalmente nuevos a partir de espacios que tenían otros usos, por ejemplo en el camellón de Periférico. En otros casos, la Utopía transformó baldíos en equipamientos de mejor calidad: la Utopía Papalótl.

Hay varios casos, como el Deportivo Santa Cruz Meyehualco, donde las Utopías reemplazan canchas deportivas por el nuevo equipamiento: eso significa que hay beneficiados y perjudicados, para bien y para mal.

Partiendo de la carencia de espacio público, lo ideal es que las Utopías se abrieran paso a partir de compras de predios en cada zona carente de ellos. No es el caso. Esto se puede comprobar con el “Historial de Imágenes” de Google Earth en las 12 Utopías existentes.

 

Utopía 2018
Aculco Instalaciones diversas: auditorio, salones, plaza.
Atzintlí Proyecto inconcluso de infiltración de agua de lluvia La Quebradora
El Barco Camellón de Periférico sin actividades
La Cascada Canchas
Libertad Espacio de amortiguamiento del Reclusorio Oriente
Meyehualco – Iztapasauria Canchas – Deportivo Santa Cruz Meyehualco
Olini Canchas
Papalótl Baldío
Quetzalcóatl Camellones, vaso regulador, espacios subutilizados
Tecoloxtitlan Espacios comunitarios
Teotongo Canchas y parque descuidado
Tezontli Canchas

 

En general, las transformaciones de los espacios son positivas. Hay un dato que no tengo muy claro con las tomas satelitales y que sí puede representar una merma en el espacio público, y la razón principal por la que decimos que las Utopías no son espacio público sino equipamiento: las rejas.

Hay algo cierto. Los vecinos tienden a ver bien las rejas porque eso permite contener el uso del espacio sin vigilancia. Espacios que están abiertos en el día pero se cierran en la noche para mantener su conservación, cualquiera que sea, y así evitar que haya otros usos (alcohol, droga, sexo, delincuencia).

Sin embargo, los espacios idóneos son abiertos. La Alameda Central de la Ciudad de México es abierta y sería una tragedia que estuviera bardeada o enrejada como lo están, de manera creciente, muchos parques públicos.

La comparación de imágenes en los espacios de las Utopías muestran evidentes mejoras, pero justo se marca la limitante del programa: es una excelente vía para transformar espacios ya configurados, pero quizá no tanto para crear nuevos espacios, porque la gestión de suelo, al menos desde la Alcaldía Iztapalapa, no es posible.

He visitado 7 de las 12 Utopías. Aculco, Atzintlí, El Barco, Iztapasauria, Papalótl, Quetzalcóatl y Teotongo. El deterioro es lento pero evidente en la mayoría de ellas: vidrios rotos, losas sueltas, elevadores inexistentes o fuera de funcionamiento, fallas en la operación, basura. La alberca de Teotongo estaba casi vacía, en proceso de llenado, poco después de que uno de los candidatos a la Jefatura de Gobierno (Santiago Taboada) lo denunciara durante un debate.

En el Barco vi muchísimos niños disfrutando el acuario virtual, en general me dejó buena impresión, pero sí noté los riesgos de un progresivo deterioro, tanto en las instalaciones como en las pantallas. En Papalótl había un mariposario sin mariposas, un chapoteadero con agua sucia y no había usuarios; en Teotongo había pocos visitantes.

En Meyehualco, por el contrario, estaba lleno de gente de todas las edades, pero algunos dinosaurios mecánicos ya descompuestos. En Aculco me fascinó ver las interacciones de una ciudadanía participativa en las múltiples actividades, se nota el impacto positivo de la Utopía en la comunidad.

Atzintlí es una buena intervención que aprovecha un espacio que se pensó como un parque público de infiltrado de aguas pluviales, pero que no tenía otro uso. Sin embargo, para las dimensiones de la Utopía, la presencia de usuarios es mínima.

100 Utopías

Frente a la promesa de campaña de construir 100 Utopías en la Ciudad de México veo oportunidades y riesgos. El desarrollo de espacios públicos durante las últimas tres administraciones ha sido constante, muy positivo, pero no exento de problemas.

La Autoridad del Espacio Público, vigente de 2008 a 2018, intervino más de 1 millón de metros cuadrados. Muchos de éstos fueron banquetas, cruces peatonales, camellones, más que parques y no propiamente equipamientos. Espacios como la Alameda, Plaza Tlaxcoaque y Monumento a la Revolución siempre contaron con presupuesto para su mantenimiento, si bien presentan ya cierto deterioro.

Sin embargo, los espacios como el Jardín Pushkin, Barrio Chino, entre otros, amén de una docena de “Parques de Bolsillo”, sufrieron un rápido deterioro porque ni el Gobierno de la Ciudad de México ni las alcaldías asumieron la responsabilidad, ni dotaron de presupuesto, para mantener los espacios.

Si las 100 utopías, de entrada, nacen no sólo como un programa de apertura de nuevos equipamientos y/o espacios públicos, sino como un programa de mantenimiento regular, estaremos frente a una de las políticas públicas más exitosas en la historia de la ciudad. Recalco el término “política pública” como algo que asume la responsabilidad de forma integral: no sólo se trata de diseñar y construir los espacios, sino de gestionarlos, asignar un presupuesto regular y de paso dotar de una mínima estructura institucional.

El mayor riesgo

Clara Brugada triunfó con una promesa de abrir 100 Utopías, este número es político, no técnico. Si hacemos un plan maestro de espacio público y equipamiento, tal vez el número idóneo sea mayor o menor pero en todo caso no es 100. Insisto, el número es político.

Esto tiene implicaciones sobre una buena ejecución de las Utopías, pero más que nada sobre la competencia por los espacios. Por ejemplo, espacios de las alcaldías podrían recibir mucha presión para volverse Utopías.

Esto ya sucedió con los “Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes” (PILARES): el Gobierno de la Ciudad de México presionó a las alcaldías para que les entregara espacios donde pudieran abrir estos espacios. Conozco el caso de Coyoacán: en el Parque Ecológico Huayamilpas se convirtió área verde en una nueva edificación; el Centro de las Artes Santa Úrsula le fue arrebatado a la alcaldía.

Me resultaría perverso transformar en Utopías espacios extraordinarios, pero siempre susceptibles de mejoras, como el Parque Huayamilpas en Coyoacán; como el Deportivo Los Galeana, en Gustavo A. Madero; o el Deportivo Xochimilco, por mencionar tres ejemplos. Espacios que hoy tienen una escala local, deben seguir siendo locales.

El músculo del gobierno central puede ser perverso para forzar a las alcaldías: más recursos para mejorar espacios que hoy cuentan con un presupuesto limitado, y a su vez la promesa de gratuidad donde hoy las alcaldías cobran autogenerados.

No sólo eso es preocupante. Esta ciudad ha perdido la oportunidad de reservar suelo para usos futuros. No tenemos espacio para los talleres y cocheras de las futuras líneas del metro, carecemos de sitios de encierro para los miles de autobuses que necesitamos, no hay dónde construir reservorios de agua potable o plantas de tratamiento. Tampoco hay reservas territoriales para parques, equipamiento deportivo y recreativo.

Las Utopías pueden generar presiones inadecuadas para utilizar espacios con cierta vocación. Esto incluye terrenos del gobierno en los que se podría construir vivienda para trabajadores, bajo el amparo de programas que hoy sólo el Instituto de Vivienda y Servicios Metropolitanos, S. A. de C. V. pueden utilizar (la llamada Norma 26).

La prisa por alcanzar el número 100 puede tener efectos terribles y además generar resistencias vecinales en las colonias de mayor nivel económico, donde en las discusiones, consecuente y lamentablemente, surgirán argumentos clasistas que facilitarán la imposición de las Utopías.

La solución

Las Utopías pueden representar una gran posibilidad de catapultar la construcción de vivienda de bajo precio si el gobierno de la Ciudad de México opta por esquemas mixtos utilizando terrenos tanto privados como públicos.

Las alcaldías que parecen tener mayor capacidad de absorción de nueva vivienda no son tanto las alcaldías centrales, sino demarcaciones como Azcapotzalco, Gustavo A. Madero, Iztacalco y quizá parte de Iztapalapa. Principalmente, lo harán mediante el reciclado de suelo industrial.

Más allá del reto de la dotación de agua y la oferta de transporte en estos espacios, de pronto predios de grandes dimensiones requerirán de reglas constructivas hoy limitadas: coeficientes de ocupación y de uso del suelo, densidad, altura.

Lo que el gobierno debe ofrecer en el reciclaje de suelo es justo las reglas que mejor puedan convivir con las necesidades de la ciudad. Grandes manzanas industriales, con dimensiones superiores a las 5 hectáreas, podrían fácilmente crear mecanismos de convivencia de vivienda para trabajadores, vivienda media, comercio en pequeño, almacenes, espacios públicos abiertos, equipamientos, con mecanismos de gestión que no le cuesten al gobierno.

Con una buena estrategia, colonias como Atlampa, Bondojito, Granjas Esmeralda, Granjas México, Vallejo, Xochimancas podrían recibir Utopías e incrementar la oferta de vivienda en varios miles de unidades, con poco o nulo presupuesto público.

Conclusión

Sin duda es positiva la vocación por ampliar la dotación de equipamiento de convivencia en la ciudad, pero el número de 100 Utopías impone retos y riesgos para la ciudad, que deberán ser atendidos de forma estratégica e idealmente con la participación mixta de gobierno e iniciativa privada.

Si esto no ocurre así, la expansión acelerada de las Utopías podría tener consecuencias negativas en la disponibilidad de suelo tanto para vivienda como para usos distintos a los inherentes a las propias Utopías.

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