Por Horacio Urbano*
La escena es muy común… La ya muy trillada imagen en que a la “profunda” pregunta de ”y cuál sería tu mayor deseo”, tomar el camino fácil de solo decir; “la Paz del mundo”, que “todos los niños sean felices”, o que “cuidemos el planeta”.
Es el camino fácil del lugar común… Muy común, muy cursi… Y muy equivocado…
Aplica para cualquier tema -que todos tienen su lugarcito común- incluidos aquellos relacionados con la generación de vivienda y la generación de ciudad.
Imaginemos la escena:
-“Y cómo atenderías el reto de dar una vivienda adecuada a los más pobres”-.
-“Muy fácil; dándoles mejores viviendas, más grandes, en el centro de la ciudad, a menor costo y con créditos baratos”-.
-“Ah… Y haciendo valer su Derecho a la Vivienda y su Derecho a la Ciudad”-.
Pues sí… A pregunta ramplona, respuesta igual de ramplona…
De pronto se puso de moda que todo gire en torno al etéreo concepto de la vivienda digna… Hasta que un buen día los constantes cambios de la moda indican que el tema de la dignidad ha quedado superado y lo de hoy es hablar de la vivienda adecuada.
Muy adecuado… Más aún tomando como referencia la definición establecida por la ONU y que llega acompañada de siete criterios como base para entender que carajos viene siendo eso de la vivienda adecuada.
Lo malo es que tanto la definición, como los criterios, son tan básicos y escuetos que corren peligro de quedar reducidos a un mero catálogo de buenas intenciones… A no ser que provoquen que se generen condiciones que permitan profundizar en su definición, en la creación de entornos propicios para su atención y en acciones específicas, medibles y replicables.
En ese sentido, la semana pasada se llevó a cabo un foro que precisamente tenía como fin crear condiciones para evitar que la redacción de los instrumentos regulatorios dejara el concepto de vivienda adecuada y de los siete criterios que la definen, solo en el terreno de los buenos deseos.
Un ejercicio plural, que en esa pluralidad navega entre el rollo y la eficiencia, en la medida en que abre la puerta a la posibilidad de sumar al debate aún más intenciones buena ondita, o posicionamientos políticos, que instrumentos que verdaderamente permitan profundizar en la atención con calidad del reto habitacional.
Porque es evidente que la atención al Derecho a la Vivienda no pasa porque el Estado salga a dar viviendas o apoyos sin ton ni son.
No es tan simple.
Trata de tener claridad en el objetivo, de unificar visiones y estrategias en torno al mismo y de crear condiciones que permitan que los diferentes actores de la sociedad asuman la parte del reto que a cada quien corresponda.
No basta con grillar ante la falta de opciones para los que menos tienen… Se trata, por el contrario, de entender la esencia del reto y de la problemática que implica su atención, para poder actuar en consecuencia, creando condiciones propicias para hacer frente a los muy particulares retos de vivienda de los diferentes segmentos de población.
Se trata de entender la necesidad de hacer los ajustes necesarios a los marcos regulatorios en los tres niveles de gobierno, de canalizar recursos públicos, de crear condiciones que permitan y fomenten la participación del sector privado, y de generar oferta adecuada a las necesidades y posibilidades de cada grupo poblacional.
El reto es dejar de seguir llenando de frases matonas u objetivos buena ondita el discurso público y los instrumentos regulatorios.
Es momento de dar claridad a la regulación y traducir el peso de los objetivos en acciones e inversiones… Lo demás acaba siendo rollo.
Horacio Urbano
Presidente de Centro Urbano