Por Gustavo López Padilla*
Los estudiosos de las ciudades contemporáneas, coinciden en que el desarrollo actual de las mismas, debe incluir necesariamente la reutilización y revitalización de buena parte de lo construido a lo largo de sus historias, tratando de evitar con ello crecimientos territoriales horizontales, que sigan impactando negativa y destructivamente, en las áreas de los medios naturales de sus alrededores urbanos y aprovechar así de mejor manera al mismo tiempo las infraestructuras existentes, que tienen que ver con las redes vehiculares, transporte, agua potable, drenaje y energía eléctrica. Con la revitalización y aprovechamiento de lo construido que pueden incluir cambios en los usos del suelo, se puede enriquecer además la vida colectiva de barrio, diversificando actividades que se vuelven complementarias unas con otras, como parte de la vida cotidiana. Vale la pena recordar en este sentido los trabajos de reflexión crítica urbana de Jane Jacobs, recogidos en su emblemático libro Muerte y vida de las grandes ciudades, aparecido originalmente en el año de 1961. La reutilización de las preexistencias construidas puede incluir obras con valor patrimonial, históricas y modernas, a lo que se pueden sumar otras de relativo valor arquitectónico, pero que con su acertada y creativa remodelación, pueden mejorar la vida colectiva de los contextos urbanos donde se ubican. Dependiendo del valor patrimonial y la calidad arquitectónica de las obras a reutilizar y de los planes de desarrollo urbano de cada localidad, en ocasiones se pueden también ajustar sus densidades construidas, dentro de las cuales acercarse a densidades medias, con edificaciones que oscilen los cinco niveles, resultan eficientes, con imágenes y calidades urbanas amables y vivibles.
En el año de 1985, la ciudad de México sufrió los impactos de un terrible sismo ocurrido el 19 de septiembre, a las 7.19 horas, alcanzando una magnitud de 8.1 en la escala de Richter. Las afectaciones a las construcciones existentes, se dejaron sentir en diferentes zonas de la ciudad, pero sobretodo en su zona central, que coincide con la principal zona lacustre y sus suelos arcillosos, que constituyen parte de la realidad de la mecánica de suelos de la ciudad de México. Entre las colonias afectadas, el centro de la ciudad y las colonias Roma e Hipódromo Condesa se contaron entre ellas. Como consecuencia de las afectaciones en las construcciones existentes, una buena parte de la población que residía en esos lugares, abandonaron la zona en búsqueda de sitios más seguros, en relación a la realidad sísmica de nuestra ciudad. Como todo en la vida, los momentos de crisis se vuelven difíciles y conflictivos, pero al mismo tiempo se abren nuevas posibilidades, que con mesura y visión de futuro, se pueden aprovechar para continuar de mejor manera con la vida misma.
Sánchez Arquitectos y Asociados, constituido por Luís Sánchez Renero, Félix Sánchez Aguilar, Gustavo López Padilla, Fernando Mota Fernández y en ese entonces también Álvaro Díaz Escobedo, asumió la postura de acercarse a algunas de las construcciones afectadas, sobre todo en las colonias Roma e Hipódromo Condesa, que por ese entonces, como consecuencia del sismo bajaron sus precios de adquisición, visualizando oportunidades de inversión y que al mismo tiempo pudieran ayudar al rescate urbano y arquitectónico de las mismas. En lugar de alejarse de las zonas afectadas, la actitud fue acercarse y contribuir a su rescate. Fue así que surgió la oportunidad de intervenir en una primera instancia, una casa patrimonial que data del año 1905 del siglo XX, ubicada en la calle de Flora, en el número 16, en la colonia Roma Norte, Alcaldía Cuauhtémoc. La remodelación planteó el cambió de uso del suelo, de la original casa habitación por el taller de proyectos de Sánchez Arquitectos y Asociados. Esta obra fue de las primeras en su naturaleza, formando parte de la reconstrucción en esa zona de nuestra ciudad, obra terminada en el año de 1986.
En términos urbanos, Flora 16 forma parte de un conjunto de casas habitación, en ambas aceras de la calle, que datan la mayoría de las mismas fechas de ejecución, principios del siglo XX, consideradas como patrimonio construido, urbano y arquitectónico. Se trata de proyectos semejantes entre ellas, resueltas con el criterio de unidad en la variedad, ya que si bien contienen detalles comunes, existen algunos otros que le dan identidad a cada obra. Las casas cuentan con dos niveles altos y un semisótano, terminando por conformar con su presencia una imagen clara y de escala amable, tanto a nivel de peatón como en automóvil. La calle está suficientemente arbolada, contribuyendo lo anterior a sus calidades de habitabilidad.
Contando con un terreno de 145.oo m2, con un frente a la calle de Flora de 8.00 m, la obra original estaba constituida por un cuerpo construido al frente, con dos niveles altos ya mencionados, un patio interior y otro pequeño volumen al fondo del terreno. En buena medida respetando este mismo esquema de distribución, la nueva solución proyectual propuesta, planteó el rescate patrimonial del volumen frontal, la ampliación del patio interior y la intervención con arquitectura moderna en el volumen posterior, que fue demolido y que era el mas afectado por los efectos del sismo. En el volumen frontal se rescataron fielmente sus componentes de la fachada, terminada con tabique aparente y marcos de piedra en las ventanas, se reforzó su estructura y se eliminaron los muros divisorios interiores, para procurar espacios mas amplios, funcionales y flexibles. Se rescataron también sus terminados y decorados de molduras de yesería. En lo que tiene que ver con el nuevo patio y el cuerpo útil posterior, se mantuvieron los muros perimetrales, quitándoles sus acabados de fachada, dejando a la vista tabique y adobe. En el cuerpo final posterior se propuso una nueva estructura, esta vez metálica, combinada con pisos de madera, separada pero integrada a la materialidad de los muros preexistentes. El patio fue cubierto con componentes metálicos y cristal, con una imagen un tanto industrial.
El patio cubierto fue terminado en sus pisos con tabique aparente y para articular los dos volúmenes resultantes de proyecto se plantearon escaleras y puentes, terminados con barandales y rejillas de piso metálicas aparentes. En esta zona se incorporó un mural, recordando a la distancia el movimiento de Integración Plástica, que ha caracterizado a la arquitectura mexicana contemporánea, desde mediados de los años veinte del siglo pasado. El volumen posterior, abierto plenamente al patio cuenta con pretiles bajos conformados por blocks de cristal, una ligera estructura metálica de soporte y barandales de madera. La estructura de este volumen está constituida por ángulos metálicos, que terminan siendo columnas cruciformes, a lo que se suman viguetas I en los entrepisos, todo aparente, que recuerdan detalles característicos de las obras de Mies Van Der Rohe, como lo que sucede en la casa Farnsworth construida entre 1946 y 1951 en Illinois, Estados Unidos de Norteamérica.
El resultado proyectual del nuevo taller de proyectos, establece un contraste formal y compositivo interesante, entre el volumen frontal rescatado bastante fielmente en todos sus componentes materiales y la nueva intervención entre el patio y el volumen posterior, proponiendo una arquitectura moderna, con acercamientos conceptuales entre minimalistas y tecnológicos high tech. El conjunto de los espacios resultantes, combinando alturas y calidades vivenciales diversas, terminan siendo continuos, fluidos, bien iluminados, ventilados, flexibles, posibilitando una operación funcional para los requerimientos del taller de proyectos. El patio se complementa con algunos componentes vegetales y una ligera banca móvil de madera y metal, volviendo el lugar confortable y propicio para estar en el mismo.
A esta experiencia de rescate urbano y arquitectónico en nuestra ciudad, siguieron entre otras: Flora 20 del año 1992, colonia Roma Norte, Chihuahua 97 del año 1998, colonia Roma Norte, Amsterdam 121 del año 2001, colonia Hipódromo Condesa, Guanajuato 182 del año 2000, colonia Roma Norte, Teotihuacán 19 del año 2003, colonia Hipódromo Condesa, a las que se suman otras más ubicadas en San Miguel Allende, Guanajuato. Vale la pena insistir, en que tener en cuenta la reutilización y revitalización de preexistencias construidas en las ciudades, es hoy en día un compromiso ineludible entre arquitectos, urbanistas, desarrolladores urbanos y responsables de los gobiernos respectivos, pensando en establecer nuevos equilibrios urbanos, que hagan viable en términos de sostenibilidad el desarrollo actual de las ciudades, renovando y enriqueciendo sus imágenes urbanas y sus calidades habitables.
*Gustavo López Padilla
Arquitecto
navegandolaarquitectura.wordpress.com