Por Blanca Estela Jeremías*
La sustentabilidad en nuestras ciudades, de acuerdo a las diversas teorías del urbanismo sustentable, se orienta hacia la consecución de un alto estándar de calidad de vida sin el menoscabo de los recursos naturales que nos sustentan. Sin embargo, dependiendo de cuan desarrollado sea el país, variará el tiempo en alcanzar algún nivel de sustentabilidad.
Los países desarrollados tienen solucionado, en cierta medida, la pobreza extrema y el acceso a los servicios básicos de agua, energía y techo para la mayoría de su población, con lo cual sus prioridades para alcanzar la tan deseada sustentabilidad de sus ciudades, se dirigen principalmente hacia la dimensión ambiental y físico-urbana más que a las dimensiones social y económica. Contrariamente a lo que sucede en los países en vías de desarrollo, cuyas prioridades son los problemas sociales de pobreza, marginalidad, educación, vivienda y servicios accesibles, así como alcanzar un desarrollo económico estable y continuo.
Dentro de este esquema, para nuestras ciudades se hace cuesta arriba alcanzar la sustentabilidad urbana con solo la implementación de políticas o medidas en el ámbito ambiental o físico-urbano, teniendo déficit de vivienda adecuada, por citar uno de las necesidades más urgentes de la población. La política de vivienda federal ha establecido en los Conjuntos Urbanos, especialmente a partir del año 2000, el modelo para atender las necesidades de vivienda de la población asalariada y ha endosado la responsabilidad de su ejecución a las empresas desarrolladoras, sin mayor fiscalización de su localización, incorporación de suelo a usos urbanos, calidad de la vivienda y urbanización, y son quiénes ahora construyen enormes conjuntos de viviendas en serie a bajo costo, en terrenos alejados de los centros empleadores y, generalmente de uso agrícola, con valor ambiental o de riesgo para su población.
Hoy en día, estos Conjuntos Urbanos afrontan gravísimos problemas de inseguridad, deterioro de la vivienda, de la infraestructura vial y de servicios, así como de los equipamientos urbanos, aunado a presentar altos niveles de vulnerabilidad al Cambio Climático por su ubicación en zonas de riesgo, todo lo cual se traduce en un mayor deterioro de su calidad residencial y calidad de vida. Producto de esta situación y adicionalmente, considerando los altos costos de transporte dada la lejanía a las fuentes de empleo, en la actualidad estos Conjuntos Urbanos presentan un altísimo porcentaje de viviendas abandonas, con lo cual el objetivo de la política habitacional, lejos
de solucionar la falta de vivienda lo recrudece y empeora incrementado el vandalismo y la inseguridad para su población residente, que no tienen otra opción para mejorar sus condiciones de vida.
Este panorama deja claro que las primeras acciones para solucionar el problema en los conjuntos urbanos, pudiera iniciar con: a) un plan estratégico municipal a largo plazo concatenado con los planes estatales y regionales, que contemple de forma integral medidas de sustentabilidad en materia de servicios de infraestructura básicos, telecomunicaciones, movilidad, dotación de equipamiento urbano, vivienda y creación de fuentes de empleo cercanas; b) campañas de educación sustentable y participación social para la población; y c) voluntad política para el cumplimiento de todas estas iniciativas sustentables.
Estas tres medidas iniciales constituirían un gran paso para el mejoramiento de la calidad de vida de la población y con ello, caminar en el largo sendero hacia la sustentabilidad de nuestras ciudades.
M. en C. Arq. Blanca Estela Jeremías Campuzano
Coordinadora de Urbanismo Sustentable
Escuela de Arquitectura
Universidad Anáhuac – México Norte