Por Gustavo López Padilla
La edad moderna ve en la crítica a la madre del cambio.
-Octavio Paz
Al inicio del año 1973, cursaba el noveno semestre en la entonces Escuela Nacional de Arquitectura, en la Universidad Nacional Autónoma de México y por ese tiempo el movimiento del Autogobierno, se afirmaba como alternativa de enseñanza dentro de la Escuela de Arquitectura, entendida como un fuerte impulso de renovación académica, social y política, influida naturalmente por el espíritu de rebeldía del movimiento estudiantil de 1968, que había cimbrado buena parte de las viejas estructuras sociales, políticas y culturales del mundo y del conjunto de México. Se planteó por el Autogobierno una educación, en la que sus métodos de enseñanza aprendizaje, a partir de la experimentación de la arquitectura participativa, estuvieran directamente vinculados y respondieran a las necesidades reales, de los grupos sociales menos favorecidos del país, tratando de dejar de lado interpretaciones pedagógicas académicas, hipotéticas, alejadas de la realidad nacional. Se trataba de aprender visitando directamente las comunidades, conocer de primera mano sus necesidades y luego entonces plantear proyectos urbano arquitectónicos, que trataran de resolver algunas de estas necesidades.
En aquel tiempo, pocos maestros de la enseñanza tradicional apoyaron el movimiento del Autogobierno y fue entonces que quienes lo encabezaban, invitaron a los alumnos de noveno y décimo semestres que creyeron en el movimiento, para apoyar y dar clases a los alumnos de los cursos iniciales, tratando de enfrentar así las condiciones limitadas del naciente movimiento. Fui de los alumnos invitados a dar clases y escogí de inicio impartir cursos sobre Arquitectura Mexicana Contemporánea, que era mi materia teórica de mayor interés, sabiendo de entrada que contaba con información limitada. Para dar cara a mis deficiencias, propuse que las clases se desarrollaran, visitando de acuerdo con un programa previamente establecido, el lugar mismo de las obras, confiando que en el lugar, podría intercambiar las observaciones y apreciaciones de los alumnos con las mías y desarrollar así cursos que pudieran ser interesantes, divertidos y participativos. Se trataba, en el mismo espíritu del Autogobierno, de entender el aprendizaje de la arquitectura, viviendo y valorando las calidades y secuencias de los espacios de los lugares mismos objeto de estudio, con la oportunidad además, de comentar con los propios usuarios sus experiencias directas vividas. Naturalmente en cada visita se dibujaban croquis conceptuales de las obras y cada nueva oportunidad, podía ser comparada con las previas, valorando además la arquitectura construida en relación con el tejido de la ciudad donde se ubicaba.
Por esos años existía poca información editorial relacionada con el surgimiento, desarrollo y consolidación del movimiento moderno de la arquitectura en México, reflexionando movimientos, posturas, autores y obras. Unas cuantas publicaciones daban cuenta de la arquitectura mexicana contemporánea, remontándose eso sí, como un proceso histórico, hasta las experiencias de la arquitectura prehispánica, pasando por la arquitectura colonial y llegando a la arquitectura mas actual. Entre los textos disponibles en aquellos tiempos, eran importantes: Guía de Arquitectura Mexicana Contemporánea, edición del año 1952, impulsada y apoyada por el Arq. Carlos Lazo, siendo Presidente del Colegio Nacional de Arquitectos y de la Sociedad de Arquitectos Mexicanos, con motivo de la celebración del VIII Congreso Panamericano de Arquitectos. Editorial Espacios, sumándose al anterior el libro 4000 años de Arquitectura Mexicana, precedentes y desarrollo, edición del año 1956 a cargo de Libreros Mexicanos Unidos, impulsada por la Sociedad de Arquitectos mexicanos – Colegio Nacional de Arquitectos de México, siendo su presidente en ese momento el Arq. Pedro Ramírez Vázquez. Pero el libro mas conocido y consultado era el de Israel Katzman, editado en el año 1963 por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. En otro sentido, contribuía también de manera importante a la divulgación y reflexión crítica de la arquitectura mexicana contemporánea, la revista que sobre la actualidad arquitectónica, urbana y constructiva en nuestro país, promovía el Arq. Mario Pani.
Al paso del tiempo y mis visitas frecuentes a las obras de la arquitectura mexicana contemporánea, desde aquellas iniciales a los maestros e impulsores del movimiento moderno, hasta las mas actuales en aquellos momentos, fui teniendo cada vez mas información y apareció la necesidad de buscar alternativas para escribir y poder así ordenar ideas y buscar con ello, elaborar unas primeras interpretaciones de las experiencias relacionadas con las mismas. Impulsó mi necesidad de escribir el hecho de que siendo estudiante, mi formación estuvo relacionada primordialmente con el estudio de la arquitectura del movimiento moderno, representado por autores y obras de la Europa central, de los Estados Unidos de Norteamérica y algo de Japón. Poco se estudiaba la arquitectura mexicana contemporánea. Pero además en los libros de historia leídos durante la escuela, escritos por algunos de los mas famosos críticos e historiadores, también centroeuropeos y de los Estados Unidos de Norteamérica, fundamentalmente se daba cuenta de su arquitectura y la arquitectura mexicana contemporánea o no aparecía o era poco considerada. Y mi razonamiento fue, que si a los autores extranjeros no les interesaba la arquitectura mexicana contemporánea, a quienes si les debería interesar, su documentación histórica, valoración y difusión era a los propios arquitectos mexicanos. Nosotros deberíamos construir nuestra propia historia, documentarla y entonces había que impulsar la elaboración de nuevos textos que dieran cuenta de nuestra arquitectura contemporánea. A mi me interesó contribuir a nuestra arquitectura en este sentido.
Así las cosas, al final de los años setenta, siendo el responsable de la Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Nacional, del Instituto Nacional de Bellas Artes, el Arq. Juan Urquiaga y haciendo equipo con él, el Arq. Víctor Jiménez, como Sub Director, a los que conocía por la participación de ambos en el mismo Autogobierno, me invitaron a participar en un grupo, que recibíamos la encomienda de elaborar textos histórico reflexivos, en relación con la arquitectura mexicana, en el periodo comprendido entre 1900 y 1980. En esa oportunidad tuve el privilegio de hacer equipo con el Arq. Humberto Ricalde González, quién había sido uno de mis mas importantes maestros y que habíamos terminado siendo buenos amigos y colaboradores profesionales, realizando en conjunto con mis socios Félix Sánchez, Luis Sánchez y Fernando Mota, el proyecto del conjunto de vivienda social Integración Latinoamericana 1976.

Fue así que desarrollamos un texto conjunto, Humberto y yo, sobre el periodo de nuestra arquitectura comprendido entre 1960 y 1980, representando esto mi primera oportunidad real de escribir. Naturalmente nuestra reflexión tenía como particularidad el referirse necesariamente al proceso histórico que había dado como resultado nuestra incorporación al movimiento moderno y al mismo tiempo aventurar unas primeras reflexiones sobre lo que se proyectaba y construía en la inmediatez de los propios años de finales de los setenta e inicios de los ochenta del siglo pasado. Mi aprendizaje sobre el tema, habiéndole dedicado muchas sesiones de trabajo, intercambiando ideas con Humberto Ricalde, fue una experiencia entrañable. El texto resultante forma parte de los Apuntes para la Historia y Crítica de la Arquitectura Mexicana del siglo XX 1900 – 1980, resultando el volumen 2 numerado 22-23 de los Cuadernos de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico del INBA, aparecido en el año 1982.
Poco tiempo después, en 1984, recibí una nueva invitación de los arquitectos Juan Urquiaga y Víctor Jiménez, para participar en la curaduría de una exposición, que se llevaría a cabo en el naciente Museo de Arquitectura, ubicado en la parte alta del Palacio de Bellas Artes, sobre la trayectoria profesional del Ing. y Arq. Francisco J. Serrano, excelente profesional que había desarrollado una obra espléndida, a partir de los años treinta del siglo pasado, en la cual había experimentado con una arquitectura racionalista, con matices orgánicos importantes y bien logrados, geométrica y constructivamente, con una expresividad formal directamente relacionada con el Art Decó. Una obra que implicaba distintas escalas y temas del diseño, desde pequeñas obras residenciales, conjuntos de viviendas con implicaciones urbanas, pasando por edificios de viviendas con mayores densidades construidas, cines, iglesias e incluyendo el espléndido proyecto de la Facultad de Ingeniería, formando parte del campus de Ciudad Universitaria, ubicada al sur de la ciudad de México 1953.

Para realizar el trabajo que me habían encomendado tuve que entrevistar varias veces al Ing. y Arq. Serrano, resultando una empresa aleccionadora y edificante. Era una gran persona, con conocimiento sereno, profundo, mostrando sensibilidad y sentido común en la práctica de su profesión. Personalmente tuve la oportunidad de conocer de manera directa el edificio Basurto, obra de 1942 y desde luego la Facultad de ingeniería de la UNAM. Grandes proyectos los dos. Pero saber de las casi 800 obras realizadas por Francisco J. Serrano, muchas de ellas bien logradas, fue una experiencia deslumbrante. De aquellos trabajos de investigación realizados para la exposición, me pidieron de manera complementaria, que realizara un texto que sobre la obra de Serrano, se publicaría posteriormente a la exposición y que formó parte, de un conjunto de textos de otras exposiciones que se realizaron en el propio Museo de Arquitectura. El libro forma parte de los Documentos para la Historia de la Arquitectura en México, bajo el título de El Museo Nacional de Arquitectura, editado por el propio Instituto Nacional de Bellas, apareciendo en 1990.
En mi necesidad por publicar textos relacionados con la arquitectura en general, en particular documentando y reflexionando sobre la arquitectura mexicana contemporánea, empecé a buscar oportunidades para publicar en los periódicos de circulación nacional en el país. Fue largo y a veces desesperanzador el peregrinaje por muchos de estos periódicos en donde sistemáticamente me rechazaban. Después de muchas insistencias, finalmente en el año de 1989, René Avilés Favila, quién era Director del suplemento cultural llamado El Búho, que publicaba cada domingo el periódico Excelsior, me dio la oportunidad de empezar a publicar. Tuve la oportunidad de hacerlo entre noviembre de 1989 y hasta julio de 1998, tiempo en el que desapareció el suplemento. A lo largo de este periodo logré publicar 65 artículos. Al desaparecer El Búho, naturalmente tuve que volver a peregrinar por los periódicos, pero para mi fortuna a finales de 1999, en el mes de octubre, para ser precisos, Víctor Roura, que era el Director del suplemento cultural del periódico El financiero, me dio una nueva oportunidad que duró hasta el mes de enero del año 2010, tiempo en el cual también se tuvo que dar por terminada la edición del suplemento. En este periodo de tiempo logré publicar 175 artículos. Los textos presentados tanto El Búho de Excelsior, como los publicados en la sección cultural de El Financiero, estuvieron siempre acompañados por buenos dibujos realizados a mano ex profeso para cada texto. En estos trabajos gráficos debo reconocer la participación del Arq. Álvaro Díaz Escobedo, de la Arq. Luz Candelas Pérez, de Rodrigo López San Román y de la Arq. Natalia González Piña.

En este intervalo de tiempo recibí la invitación por parte de Margarita Magdaleno Rojas y del Arq. Enrique X. de Anda Alanís, para participar conjuntamente con el propio Arq. de Anda y los arquitectos Carlos González lobo y Ramón Vargas Salguero, para realizar una gran exposición de arquitectura, Ciudad de México: Arquitectura 1921 – 1970, que se realizaría conjuntamente entre el Gobierno del Distrito federal, Ciudad de México y la Junta de Andalucía, España, exposición que se exhibió en la ciudad de México en el verano del año 2000 y en Sevilla, España, en el otoño del 2001. En paralelo a la exposición se nos pidió, a cada participante, que realizáramos un ensayo con el mismo tema de la exposición, de lo cual apareció un libro, editado en Sevilla en el año 2001. En el conjunto del libro aparecen textos de Enrique X. de Anda, quién fungió como Coordinador del Comité de Evaluación de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, invitada para el efecto, sumándose textos de Margarita Magdaleno Rojas, Carlos González lobo, Ramón Vargas Salguero, Gustavo López Padilla y Rodolfo Santa María.

Para este tiempo habían pasado veinte años desde mi primera experiencia de publicar textos sobre arquitectura en el mundo, con particular interés por la arquitectura mexicana contemporánea. Y para ese entonces ya tenía clara la importancia de escribir, con la idea y compromiso de documentar la historia, valorando lo hecho y vislumbrar posibilidades de futuro. Pero también el hecho de que esta actividad, histórica, critica y reflexiva, se convertía en una herramienta esencial para el desarrollo de mi actividad profesional como diseñador, en este caso haciendo equipo con mis amigos de toda la vida: Luis Sánchez, Félix Sánchez y Fernando Mota. Conocer y valorar las experiencias de los otros, nacionales y extranjeros, era fundamental para poder plantear y planear la propia arquitectura, para vislumbrar que papel se podía jugar en el conjunto de nuestra arquitectura y la del mundo.
Ya para el año 2010, los periódicos de circulación nacional mostraban serias crisis de rentabilidad financiera y de circulación entre el público en general y los suplementos culturales fueron severamente reducidos a su mínima expresión, o hasta eliminados de los diarios. Las oportunidades de publicar en los mismos cada vez fue mas difícil y limitada. Pero por esos años también en nuestro país, se consolidaba fuertemente la presencia del internet y con ello sus grandes posibilidades para crear nuevos canales de comunicación. Y fue justamente en junio del año 2010, que tuve la oportunidad de crear una página de arquitectura, que denominé Navegando la Arquitectura, desde luego apoyado en la idea de que uno navegaba en la red de comunicaciones. He continuado hasta esta fecha con la página y he tenido la oportunidad de publicar 225 artículos, en los que me he ocupado de la arquitectura nacional e internacional, desde distintas posibilidades de acercamiento al tema. De igual manera, muchas de las publicaciones realizadas, han sido acompañadas por dibujos hechos a mano, en donde han participado ahora tan solo Rodrigo López San Román, Natalia González Piña y en ocasiones Luz Candelas. Esta posibilidad de comunicación es libre, versátil y ofrece muchas posibilidades de expresión.
De los artículos publicados en los periódicos, dada su atractiva presencia gráfica visual, se me ocurrió la idea de realizar unas láminas de buen tamaño y formato, de tal manera que se pudieran mostrar a manera de exposición, en donde se apreciarían los dibujos y se podrían leer los textos. Para el efecto, el Arq. Felipe Leal, quién fuera por ese entonces Coordinador del taller Max Cetto, de la Facultad de Arquitectura, donde yo mismo trabajaba como profesor, me apoyó para realizar tal exposición en el año de 1997, en los pasillos principales del propio taller Cetto. Se presentaron en aquella oportunidad 48 láminas, con sus 48 artículos y dibujos correspondientes. De aquella exposición logré hacer una discreta publicación artesanal, de la cual conservo algunos ejemplares.

Años mas tarde, me enteré que mis amigos diseñadores industriales, Oscar Salinas y Ana María Losada, habían formado un editorial, en la que comenzaban a publicar libros particularmente de diseño industrial. Conociendo lo anterior y a partir de la experiencia previa de la exposición realizada en el Taller Max Cetto y su incipiente publicación, les propuse a mis amigos la edición de un libro, que pudiera reproducir justamente una parte de los artículos aparecidos en los periódicos. Fue así que apareció la primera edición del libro Arquitectura Mexicana Contemporánea, crítica y reflexiones, del año 2009, editado por la Editorial Designio de mis amigos Oscar y Ana. Si bien en las publicaciones de los periódicos aparecieron textos de arquitectura mexicana e internacional, para el libro ahora mencionado, solo apareció una selección de textos sobre arquitectura mexicana contemporánea. Como parte de los artículos publicados, aparecen algunos que reflexionan particularmente sobre la ciudad y otros mas que dan cuenta de la relación entre filosofía, poesía y arquitectura.

Para el 2011 apareció un segundo texto con la misma editorial Designio, que se llama Nueva Arquitectura Mexicana tendencias entre siglos. En este caso el planteamiento del libro se desarrolla a partir de la valoración de la arquitectura mexicana, en la transición entre el siglo XX y el XXI. En el transcurso del libro se valoran las condiciones generales que identificaban a la arquitectura en aquel tiempo, tomando en cuenta la idea de la aceptación de la diversidad, nuestra participación formando parte de la cultura global, dando cuenta además del predominio desde aquellos años de la arquitectura privada sobre la pública. Se documenta un importante, natural y necesario cambio generacional en nuestra arquitectura, se alude a las experiencias relacionadas con la sustentabilidad y las importantes relaciones conceptuales entre hacer arquitectura y sus implicaciones filosóficas. Se ordena la presentación y valoración de las obras contempladas en el libro, a partir de las diferentes tendencias de la arquitectura, que se experimentaban proyectual y constructivamente por aquellos años, incluyendo desde el racionalismo, sus variantes minimalistas, las alternativas high tech, la arquitectura orgánica, las propuestas posmodernas, las variantes complejas, el reciclamiento de los edificios y dedicando reflexiones particulares a los temas de la problemática de vivienda social y la arquitectura de paisaje. Se dedican además dentro del texto general, valoraciones en relación a la presencia de distintas expresiones culturales y artísticas, formando parte integral de nuestra arquitectura.
En paralelo y como complemento a estas actividades editoriales, propuse en el año 2012, realizar una exposición, como un primer intento por visibilizar a las nuevas generaciones de arquitectos mexicanos. Para esta actividad hice equipo con mis amigos los arquitectos Honorato Carrasco Mahr y Lucía Zesati Farías. Como resultado de nuestra investigación, seleccionamos 21 despachos y fue así que se llevó a cabo la exposición, inaugurándose el 21 de septiembre del año 2012, en el Museo Universitario de Ciencias y Artes, ubicado en la Facultad de Arquitectura de la UNAM, llamándola justamente 21 jóvenes arquitectos mexicanos. Para la exposición cada despacho mostró 2 de sus proyectos, previamente seleccionados por nosotros, a partir de láminas realizadas para el efecto, con amplias fotografías, una maqueta de alguna de las obras y breves videos dando cuenta de las dos obras, incluyendo desde su contexto urbano, hasta las particularidades de las secuencias de los espacios contenidas en las mismos. Esta misma exposición se mostró también en el Museo de Arquitectura del Palacio de Bellas Artes y se trasladó a las ciudades de Mérida, en Yucatán, La Paz, en Baja California Sur y la ciudad de Monterrey en el estado de Nuevo León. Con el mismo criterio se desarrolló una segunda exposición de 21 jóvenes arquitectos mexicanos, inaugurándose el 10 de agosto, en el Museo Universitario de Ciencias y Artes de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, habiéndose expuesto también en el Museo de Arquitectura del Palacio de bellas Artes.
A partir de los resultados de la primera exposición de 21 jóvenes arquitectos mexicanos, decidí elaborar un texto que valorara los trabajos de los arquitectos convocados y fue así, que en el año del 2014, apareció el libro El relevo generacional – arquitectura mexicana contemporánea, editado igualmente por Editorial Designio. En esta oportunidad se documentan las condiciones generales y circunstancias, en medio de las cuales los jóvenes arquitectos, desarrollan su práctica profesional, se valoran los caminos teóricos por los cuales transitan y dan sentido a sus obras y se hace una valoración de en que punto están la documentación, difusión, promoción y crítica de los resultados de sus obras. Se trata al igual que en la exposición ya comentada, de contenidos incluyentes, al estar representadas distintas posturas frente al diseño urbano, arquitectónico y de paisaje, diferentes regiones geográficas del país, se incluyen mujeres, distintas escalas y temas de proyectos.

En el año 2024 apareció Cultura nacional y Arquitectura Mexicana, también bajo el sello de Editorial Designio. Este es un libro que surge al repensar la lectura y tener en cuenta la valiosa obra reflexiva sobre el conjunto de la cultura mexicana, implicando los periodos prehispánico, colonial y el México actual, trabajo desarrollado por Octavio Paz, que quedó documentado en aquellos textos que identificamos como Los privilegios de la vista, que podemos leer como parte de la obra completa de Paz, en los volúmenes 6 y 7 editados por el Fondo de Cultura Económica. El poeta mexicano se ocupó entre otras cosas de valorar la cultura nacional y sus contribuciones al mundo en relación con la literatura, la música, la escultura, la pintura e incluso la fotografía, pero tuvo pocos acercamientos en relación con nuestra arquitectura. Como resultado de aquella motivación y reconociendo de origen, que la arquitectura mexicana contemporánea es plural y que siendo mexicana cuenta con obras bien logradas, que se enmarcan en la idea de la globalidad cultural, existe también otro conjunto de obras, también actuales, significativas, que responden en su espíritu, recorridos y calidades habitables, a reinterpretaciones contemporáneas, de un conjunto de valores, que podemos asociar de manera clara y directa con nuestra cultura nacional. El libro entonces es un intento por valorar particularmente estas obras, modernas, cercanas a nuestra historia y tradiciones, vivenciales y construidas y que han merecido distintos e importantes reconocimientos nacionales y extranjeros, incluyendo un premio Pritzker.

A lo largo de esta travesía editorial de poco mas de cuarenta años, siempre ha estado presente la idea de que escribir, es tan importante como la actividad misma de diseñar obras urbanas, arquitectónicas o paisajísticas. Escribir que implica necesariamente leer, pensar y construir ideas es semejante y tan importante como hacer arquitectura. Me he ocupado particularmente de este tema en el texto publicado en esta misma página de navegando la arquitectura, aparecido el 14 de mayo del 2018. En este orden de cosas, vale la pena recordar a importantes arquitectos en la historia, que se dedicaron a pensar, a construir ideas teóricas y a documentarlas en textos y que han significado un impacto y contribución importante para el curso de la arquitectura mundial contemporánea. Podemos citar a manera de ejemplos a autores que han combinado un rica y variada experiencia intelectual, teórica, con materializaciones editoriales y que al mismo tiempo cuentan con una sólida experiencia proyectual y constructiva. A manera de ejemplos, hablamos de arquitectos como Adolf Loos, Le Corbusier, Frank Lloyd Wrigth, Louis Kahn, Robert Venturi haciendo equipo con Denise Scott Brown, Aldo Rossi, Ernesto Nathan Rogers y mas recientemente es importante Rem Koolhass. En México contamos en este mismo sentido con arquitectos como Alberto T. Arai o José Villagrán García. Con el mismo lápiz construyen palabras que pueblan las páginas en blanco y también grafican los croquis conceptuales que dan sentido y trascendencia a sus obras. Ambas actividades se complementan y retroalimentan, tomando en cuenta la importancia del pasado, afirmando el compromiso con el presente y visualizando posibilidades de futuro.
Desafortunadamente en nuestro medio de la arquitectura mexicana actual, no existe todavía un número importante, creciente y trascendente de arquitectos, que además de ejercer su profesión proyectual, se dediquen a escribir nuestra historia y las de los otros, con una postura crítica y reflexiva, pensando además en la postura de construir ideas que puedan imaginar alternativas distintas, nuevos movimientos, que enriquezcan y diversifiquen nuestra arquitectura en el presente y visualizando posibilidades de futuro. Necesitamos impulsar entre las jóvenes generaciones de estudiantes de arquitectura, en el conjunto del país, el gusto y entusiasmo por leer, visitar obras y escribir.