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¿Tenemos o estamos haciendo las casas como las necesitamos?

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Si queremos que las ciudades cumplan con su función social tendríamos que preguntar si tenemos o estamos haciendo las casas como las necesitamos.

Por Horacio Urbano.*

 

Es un hecho, las sociedades y las personas que las formamos vivimos dinámicas marcadas por el cambio. Un cambio constante que idealmente tendríamos que reconocer y anticipar.

Y este cambio lo vemos en toda actividad humana, y no escapan a ello las dinámicas de transformación urbana y sus consecuentes entornos económicos, sociales y ambientales.

Y esta dinámica, en que el cambio acelerado es la única constante, nos lleva a dos preguntas fundamentales; la primera, si es suficiente lo que estamos haciendo para que las ciudades cumplan con su función social. Y la segunda, en ese mismo contexto, si tenemos o estamos haciendo las casas como las necesitamos.

Llegando a este punto, hay que recordar que la vivienda es la célula básica de las ciudades, y es a la vez el punto de partida en la formación de personas, familias y comunidades.

No sobra recordar que personas y ciudades, vivimos, tenemos procesos productivos y envejecemos, y que en ese proceso tenemos -o tendríamos- que hacer ajustes en nuestras formas de vida, ajustes, que en el caso de las viviendas, tienen que ver lo mismo con tamaño, características y ubicación, que con modelos de ocupación y formas de financiarlos.

 

El papel de viviendas y ciudades

Porque mucho se ha dicho sobre lo bueno que sería entender la necesidad de vivienda como una realidad que cambia constantemente, y que, en su formato más básico, podemos reconocer como la necesidad de una primera vivienda, que puede ser muy pequeña para atender las necesidades de solteros y/o recién casados, que después debiera cambiar, idealmente creciendo en tamaño, en función de la llegada de los hijos y las dinámicas familiares, para, al final, volverse a encoger en el momento del nido vacío, cuando los hijos se van, y cuando se vive la tercera edad.

Y claro, entendiendo en esta lógica que no toda la respuesta de vivienda se debe basar en buscar que todos sean propietarios, sino debe reconocer las diferentes necesidades y posibilidades de quienes constituyen la demanda y requieren diferentes modalidades de ocupación y producción.

Se trata de entender que el objetivo de una política de vivienda no se puede limitar a la simpleza de solo hacer lo que pobremente se pueda, sino a desatar ataduras para enfrentar el reto de hacer lo que verdaderamente se requiere.

 

Cuando el cambio es la única constante

Y esto tiene una inevitable relación con la transformación urbana. Basta considerar las dinámicas que muchas ciudades ya enfrentan como consecuencia de sus cambios de vocación, los efectos de la evidente crisis climática, o el envejecimiento de su población.

Están los ejemplos de ciudades como Detroit, que se está teniendo que reinventar después del colapso de una dinámica económica, social y urbana, relacionadas con la industria automotriz y los empleos que ella generaba.

Están los ejemplos de ciudades, que en Canadá o el norte de Europa, están teniendo que reconocer como una nueva realidad las inesperadas altas temperaturas que ha provocado el calentamiento global.

Y por supuesto, están los casos de ciudades de todas partes del mundo, cuyas dinámicas salariales van muy por debajo de la evolución del precio de las viviendas, o de aquellas que deben buscar respuestas para el envejecimiento de su población y la evidente necesidad de repensar lo mismo sus políticas de vivienda, que sus modelos de planeación urbana.

 

Las casas como las necesitamos

En todo el mundo, en la medida y misma velocidad que crece la pobreza, crecen también los obstáculos para que gran parte de la población, evidentemente en los segmentos más vulnerables,  quede marginada de la posibilidad de comprar, rentar o producir una vivienda que responda en forma adecuada a sus necesidades y posibilidades.

Y por supuesto, el envejecimiento de la población es un inmenso reto no solo en cuanto a pensiones y sistemas de salud, sino también en cuanto a indispensables ajustes a modelos urbanos y políticas de vivienda.

Es así que países que toman en serio la planeación urbana ya están tomando medidas para que las ciudades respondan en forma eficiente al envejecimiento de su población.

Esta el ejemplo de Toyama,  ciudad japonesa que para hacer frente al envejecimiento de su población ya está ajustando sus modelos de planeación y gobernanza urbana, destinando además recursos que permitan cumplir objetivos dirigidos a evitar la expansión y privilegiar una compactación de alta funcionalidad y esencia humana, mucho más alineada con esa estrategia que a nivel mundial conocemos como Ciudad de 15 Minutos.

 

Quitar camisas de fuerza

Porque es un hecho, si queremos que las ciudades cumplan con su función social tendríamos que preguntar si tenemos o estamos haciendo las casas como las necesitamos, y si las políticas, normativas e inversiones urbanas, van en el mismo sentido.

Debemos dejar de ver la vivienda como una camisa de fuerza y entenderla como un satisfactor versátil tanto en su forma, como en su modelo de financiamiento, de modo que nos permita todo tipo de movilidad, lo mismo física que financiera, permitiendo que la respuesta habitacional se vaya ajustando a las cambiantes necesidades y posibilidades de sus habitantes y de las estructuras urbanas en que se ubican.

Es momento de quitar barreras a la imaginación y salir a entender el futuro y buscar los mejores caminos para llegar a el.

Son caminos que inevitablemente pasan por la calidad de nuestras ciudades y las viviendas que estas pongan al servicio de sus habitantes.

Son caminos que no solo toca construir a los gobiernos… Toca a la ciudadanía empoderarse y entender el reto para empezar a exigir respuestas adecuadas, oportunas y suficientes, respuestas que no dejen a nadie atrás.

 

*Horacio Urbano 

Presidente de Centro Urbano

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Horacio Urbano

Horacio Urbano es arquitecto. Su experiencia profesional se ha desarrollado en los diferentes ámbitos que definen la industria de la vivienda. En 1999 inició un proyecto editorial dirigido a los sectores inmobiliario y construcción que a lo largo de los años se ha convertido en una poderosa plataforma multimedios y en una verdadera referencia para esta industria. Fundador, junto con la también arquitecta Roxana Fabris, de Grupo Centro Urbano, firma que impulsa y desarrolla una serie de esfuerzos de comunicación relacionados con estos sectores. Como parte de su trabajo en México y el extranjero, ha escrito o participado en una serie de libros especializados, es colaborador de diferentes medios impresos y electrónicos, es activo conferencista y bajo diferentes modelos colabora también con diversas empresas e instituciones públicas y privadas del sector.


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