Éste ha dejado de ser un oficio, se ha perdido la capacidad de asombro y el contacto con las personas
El dinero y los números siempre han sido un problema para mí; desde la escuela tuve problemas y a ciencia cierta no recuerdo cuánto tuve que estudiar para aprobar las materias relacionadas con las matemáticas y números, números, números…
Buena parte de mi decisión por estudiar periodismo fue por el gusto que siempre he tenido por explicar cosas, compartir conocimientos, dejarle algo a la gente, gusto por ser escuchada y no tener que relacionarme con los números; el destino me preparó una sorpresa y a pesar de que intenté burlarlo inclinándome por otras fuentes de información, terminé escribiendo de temas no sólo relacionados con cifras sino que además, la vida me dejaba pistas y me preparaba para entenderle al mundo económico tan cerca de todos en la vida cotidiana pero tan difícil de entender a veces.
El oficio del periodismo ha cambiado considerablemente hace unos años antes del internet, el periodismo se ejercía en las calles, se escribía a máquina por lo que era necesario pensar dos veces las cosas antes de apretar las teclas porque un error representaría cambiar la hoja y volver a empezar, se requería gran capacidad de observación, buenas relaciones públicas pero sobre todo ganarse la confianza de la gente, el periodista era un investigador en toda la extensión de la palabra y tenía gran capacidad para preguntar e indagar.
En este siglo y creo que incluso en el pasado, pero ahora más a pesar de la especialización y de tener que cursar una carrera universitaria, cualquiera se dice periodista porque la información está a un click, tuit, like o una búsqueda en Google.
Antes era indispensable andar con una pluma y una libreta, la grabadora comenzó a usarse después pero todo tenía que ser enriquecido por la capacidad de comprensión, de jerarquización inmediata, redactar en el momento para no olvidar datos… en esta época todo se anota en la tablet o el celular ¿pluma? ¿papel? ¿para qué? Si es mejor borrar con la tecla de suprimir.
Es cierto que la tecnología ha traído comodidad e información accesible para cualquier persona, pero también cualquiera puede subir información sin corroborarla y eso, debe ser un distintivo del periodista verificar los datos.
Cuando comenzó el oficio eran especialistas de otras disciplinas los que tomaban el papel de informar debido a su conocimiento específico sobre algún tema, es decir, un deportista escribía de deportes o un médico de salud, si bien tienen el conocimiento no tienen las bases para ejercer esa función social de informar y formar a los lectores.
Afortunadamente, ser periodista me brindó la oportunidad de leer todo, escribir de todo, mantenerme en un continuo aprendizaje, no perder la capacidad de asombro, descubrir cosas nuevas cada día y ampliar el panorama de muchas otras.
Ahora, entiendo más sobre datos económicos, me apasiona ir a la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) a los eventos y comprender los temas no como al inicio que parecía que escuchaba un idioma desconocido.
La primera vez en la BMV me sorprendí mucho, me sentía como en una película, recordaba la escena en donde todos gritan, tienen teléfonos en la mano y dicen “¡compro! ¡vendo!” una vez que llegué al piso de remates todo cambió, ya no había todo ese ajetreo y adrenalina, ahora las operaciones se hacen a través de la computadora solo apretando un botón… aún así, me encantó ver el domo y apreciar cómo la luz del sol entra poco a poco mientras esperaba a que iniciara el evento.
Temas como las FIBRAS (Fideicomisos de Infraestructura y Bienes Raíces), prospectos de colocación, el IVA en vivienda, metros cuadrados de construcción, edificaciones, inmuebles, centros comerciales, arquitectos, construcción y demás términos han pasado a formar parte de mi vocabulario, despertado mi interés pero sobretodo he crecido profesionalmente, algo invaluable para hacerme una mejor periodista.
Mi reflexión termina con los fragmentos de un texto donde se habla de lo que pensaba el periodista y escritor polaco Ryszard Kapuscinski a quien considero de los mejores corresponsales de guerra en los últimos tiempos acerca del periodismo.
“Se trataba de una profesión de alto respeto y dignidad, que jugaba un papel intelectual y político. Quienes la ejercían obtenían el reconocimiento de sus sociedades. Un periodista era una persona de importancia, admirada. Cuando andaba por la calle todos lo saludaban. A diferencia de aquel periodista de hace 50 años, el de hoy es una persona anónima. Nadie lo conoce, nadie sabe quién es. En los grandes medios, una noticia es trabajada por decenas de personas también anónimas. Como consecuencia, en esta profesión se perdió algo tan central como el orgullo de lo personal. Ese orgullo implicaba también la responsabilidad del periodista por su trabajo: el hombre que pone su nombre en un texto se siente responsable por lo que escribió. En cambio, en la televisión y en las grandes cadenas multimedia, de igual modo que en las fábricas, esta responsabilidad personal ya no existe”…
“Aquí está la responsabilidad del periodista como individuo que está formando el pensamiento de la gente. Trabajamos con la materia más delicada de este mundo: la gente. Con nuestras palabras, con lo que escribimos sobre ellos, podemos destruirles la vida. Nuestra profesión nos lleva por unos días o por unas horas, a un lugar remoto que dejamos una vez terminado nuestro trabajo. Seguramente nosotros nunca regresaremos allí, pero la gente que nos ayudó se quedará, y sus vecinos leerán lo que hemos escrito sobre ellos. Si lo que escribimos pone en peligro a esas personas, tal vez ya no puedan vivir más en su lugar, y quién sabe si habrá otro sitio a donde puedan ir. Por eso escribir periodismo es una actividad sumamente delicada. Hay que medir las palabras que usamos, porque cada una puede ser interpretada de manera viciosa por los enemigos de esa gente. Nuestro criterio ético debe basarse en el respeto a la integridad y a la imagen del otro. Lo que escribimos sobre esas personas se queda con ellas por el resto de su vida. Nuestras palabras pueden destruirlos”…
“…por cada página que escribo, antes he leído cien sobre el tema”. Sin embargo, por su experiencia y olfato, nos dio un consejo: “mucha gente piensa que nosotros los periodistas podemos decidir sobre un conflicto pero eso es falso, nosotros no podemos cambiar nada, sin embargo, si podemos escribir sin odio, podemos usar las palabras para que sean útiles a la gente. El periodismo debe tener como misión la búsqueda de la paz y el entendimiento mutuo entre la gente. Es una misión que los cínicos no pueden cumplir…”
Fragmentos del texto Entrevista con Ryszard Kpuscinski “El poder de la palabra” de Edgar Cherubini Lecuna, publicada el 23 de enero de 2007 en analítica.com