Inicio / Opinión / En la opinión de / Movilidad de y para los cuidados

Movilidad de y para los cuidados

En la opinión de | Opinión |

Por Carmen Contreras*

La movilidad de cuidados sirve como una lupa para observar detalles en las diferencias entre los géneros en el acceso a los derechos, entre ellos, a una movilidad segura, accesible y eficiente.

La violencia en la movilidad es una variable que en el 2014 me tocó estudiar de cerca a través de las investigaciones que desarrollamos entre la SEMOVI, el entonces Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México y organismos internacionales como ONU-Mujeres y el BID.

En esas investigaciones para una “Ciudad Segura y Amigable para las Mujeres y Niñas” se evidenció que mujeres, hombres y personas LGBTIQ+ tenemos diferentes condiciones para trasladarnos de un lugar a otro y padecemos violencias distintas que en el diseño de políticas públicas de movilidad se tenían que abordar ofreciendo soluciones multisectoriales, de acuerdo a la diversidad, al funcionamiento y capacidad operativa de los modos de transporte en la CDMX, es decir, de taxis, RTP, Metro, Metrobús, Sistema de Transportes Eléctricos, ciclotaxis, Ecobici y ahora, Cablebús, que aún no están integrados como un gran sistema que permita traslados eficientes en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.

En este 2023 la movilidad de cuidados, -es decir, la movilidad asociada a las tareas, empleos y trabajo para cuidar de otros-, requiere de nuevo un enfoque de las diferencias entre los géneros. Si bien la violencia sigue siendo una variable importante para explicar estas diferencias, ahora sumamos a los análisis con enfoque de género variables como tiempo, distancia y percepción  en los trayectos para conocer en qué condiciones realizamos nuestros viajes acompañando a personas adultas mayores o bajo la responsabilidad que implica proteger a un niño o niña con el deterioro en el que está el Metro, o bien, trasladarnos bajo la impunidad vial en la que siguen operando los microbuses que son los transportes más utilizados en el tránsito cotidiano de la CDMX al Estado de México.

¿Cómo podemos hablar de ciudades más humanas sin considerar lo inaccesible que es el transporte público con escaleras eléctricas descompuestas o en esos tiempos de espera de hasta una hora en paradas de RTP a la salida de los niños de la escuela? Sin duda se puede responder a este cuestionamiento desde la perspectiva de género, a la cual se suma el enfoque de cuidados como la innovación más importante en los estudios sobre las ciudades mexicanas.

Además de la violencia que nos hace sentir eternos los traslados en la calle y el transporte, otra evidencia de las diferencias de género en la movilidad es que nosotras realizamos un gasto superior con respecto a los hombres para transportarnos en los sistemas públicos de movilidad en relación a lo ingresos que recibimos. No solo ganamos menos que un hombre que desempeña el mismo trabajo que nosotras (8.2% menos en la CDMX, 26.3% menos a nivel nacional, según la Secretaría del Trabajo local). También hay diferencias en lo que pagamos para trasladarnos: 20% más que los hombres. ¿En qué medida la economía urbana se sostiene de estos gastos cargados a las mujeres que desempeñamos tareas de cuidado?

Al viajar acompañando a nuestros hijos desembolsamos un poco más para sentir que cuidamos en mejores condiciones de movilidad o porque tenemos que ganar tiempo y realizar las múltiples tareas que se acumulan cuando trabajamos en dos o tres actividades distintas dentro y fuera del hogar. Por ejemplo, las mujeres representamos el 49.9% de usuarias del transporte público, en este porcentaje, somos el 17.3% de usuarias de taxis en comparación a un 9.7% de hombres. (Marín, A. 2022). ¿Cómo se incluye esta realidad en la planeación de la movilidad para la CDMX?

Un indicador de la movilidad de cuidados que no podemos ignorar es la distancia. El “mapa de os cuidados” elaborado por el Colegio de México, ONU-Mujeres y el INMUJERES presenta algunos servicios formales de cuidados disponibles para distintas poblaciones: niños, niñas, personas adultas mayores, personas con discapacidad.  (https://mapadecuidados.inmujeres.gob.mx/).

Este mapa incluye solamente la información de establecimientos censados, deja fuera los cuidados comunitarios y no refleja la relación entre estos servicios y las condiciones de la infraestructura urbana que permite acceder a dichos lugares, tanto en transporte como caminando. Las condiciones de la infraestructura urbana está relacionada al acceso seguro, libre de violencia y en condiciones cómodas a los servicios que nos permiten cuidar. Recordemos que el 55% de la movilidad caminando la realizamos las mujeres. Los trayectos a pie realizados por mujeres son de 17 minutos en promedio, de más de 1 km de distancia y los viajes de vuelta al hogar representan 47.7%. Saber en qué condiciones nos trasladamos a los servicios de cuidado formalmente establecidos es un tema crucial en la planeación de la movilidad y requiere de estudios cualitativos.

¿Cómo podemos avanzar hacia una ciudad de cuidados desde lo que conocemos en los patrones diferenciados de movilidad dados por el género?

Lo primero es desarrollar más investigación sobre el mercado de movilidad para fortalecer las grandes inversiones en materia de vialidad y transporte masivo desde la exploración de los patrones de movilidad diferenciados por género y vinculados a los motivos de sus trayectos. De esta forma contaremos con indicadores básicos (trayectos, longitudes, motivos, frecuencias, tiempos) y perfiles de usuarias y usuarios del transporte y la calle de acuerdo a su vulnerabilidad social por variables de salud, riesgos ambientales, violencia, edad, entre otros. Esto permitirá, por un lado, mejorar el transporte público desde el diseño de sus rutas, modalidades y tarifas y, por otro, considerar las infraestructuras urbanas como elementos complementarios que garantizan trayectos en condiciones de seguridad y confort hacia la escuela, el mercado, las guarderías o los centros comunitarios de salud.

Otro paso es contar con estadísticas verificadas en campo con perspectiva de género, mismas que podrían ser utilizadas en la planeación y en el diseño de normas jurídicas y técnicas que incrementen la seguridad en cada uno de los modos de transporte para viajar con niños, niñas, personas con discapacidad, solo para empezar el diseño de una ciudad centrada en las personas.

Por último, es necesario homologar criterios normativos sobre la operación del transporte en el Estado de México y en la Ciudad de México para la sanción de las violencias, incluida la discriminación, hacia las mujeres, personas con discapacidad, personas sin hogar, personas adultas mayores y LGBTIQ+ en el transporte, en los trayectos peatonales hacia paraderos y estaciones, banquetas, sanitarios públicos, pasillos y pasajes de transbordo.

Estas recomendaciones corresponden a un enfoque transversal que implica tomar en cuenta todos los componentes y fases de la política sectorial de transporte y movilidad (diseño, implementación, instrumentación, evaluación). La perspectiva de género y de cuidados para una ciudad más humana implica también un gran esfuerzo de coordinación interinstitucional de los gobiernos locales y el fortalecimiento de los actores que regulan, operan y gestionan la movilidad, en donde sigue predominando una visión masculina y ajena a las labores de cuidados, incluso dentro de los mismos hogares de quienes toman decisiones en la CDMX.

Texto y fotografía: Carmen Contreras

Texto y fotografía: Carmen Contreras

*Carmen Contreras

Directora de Perspectivas de IG y Consultora en
Desarrollo Urbano con
Perspectiva de Género

@Utopia_Urbana

 

Tags

Columnista invitado


Utilizamos cookies de terceros para generar estadísticas y mostrar publicidad personalizada.