Todos coinciden en el Gobierno federal; el objetivo de la Reforma Financiera es multiplicar y abaratar el crédito.
Porque sobra decir que el crédito es un insumo fundamental para el desarrollo sustentable del país, en la medida en que es -tendría que ser- el motor que impulsa el crecimiento de empresas y familias.
Hay también en este contexto una leyenda urbana que señala como contradicción el hecho de que en México tengamos una banca privada sólida y rentable… que sin embargo no presta…
Habría que decir que no hay tal contradicción…
Porque hay que recordar que la actual estructura del sistema financiero mexicano, hablando específicamente de los grupos propietarios de los bancos, es en gran medida resultado de dolorosas experiencias que nos han dejado décadas de crisis recurrentes, cuyo capítulo final, la tan recordada crisis que siguió al célebre “Error de Diciembre”, dio como resultado que hoy las matrices de los mayores bancos del país estén en Estados Unidos y España.
Porque si hoy contamos con una banca privada sólida no es casualidad, sino claro resultado de las dolorosas experiencias de crisis pasadas, en que los bancos de aquellos tiempos exageraron los riesgos prestando o especulando y terminaron en un punto de quiebre que los llevó incluso a cambiar de propietarios y dio como resultado referente el Fobaproa.
¿Se acuerdan de Banca Cremi, Banco del Atlántico, Serfin o Bancomer? Bueno, pues en su tiempo ellos cedieron a las presiones de gobierno y abrieron las llaves del crédito en temas como la vivienda, generando carteras que eventualmente explotaron, dejando, eso sí, contundentes lecciones en cuanto a la importancia de acotar los riesgos cuando se presta dinero.
Hoy a la banca le queda muy claro que el crédito ni crece ni se abarata por decreto… Sino que lograr esto es resultado de crear condiciones que permitan reducir sensiblemente los riesgos que implica financiar a personas, empresas… y gobiernos.
Hay que reconocer que la flamante Reforma Financiera es un buen punto de partida, pero que difícilmente dará el resultado que se espera si no se acompaña con un profundo proceso de ajustes regulatorios de orden federal y local.
Y esto es en cuanto a la oferta de financiamiento, porque en cuanto a la demanda también tema…
Porque la realidad es que la banca tiene dinero de sobra para prestar a empresas y familias, el problema es que la gran mayoría de ellas no reúne los requisitos que implica el poder asumirse como sujeto de crédito.
Las empresas, y más aun en los años recientes marcados por la desaceleración económica, están descapitalizadas y son pocas las que cuentan con balances y planes de negocio que permitan suponer que podrán pagar el crédito que se les otorgue.
En cuanto al crédito familiar pasa lo mismo. ¿Cómo pretender multiplicar y abaratar el crédito cuando más de la mitad de la población económicamente activa forma parte de la economía informal y cerca de 80% de los trabajadores del país tienen ingresos de cinco salarios mínimos o menos?
El reto de la multiplicación del crédito tiene dos vertientes; por un lado crear un entorno que minimice el riesgo para quienes deben generar la oferta… Por el otro, acelerar el desarrollo económico del país, provocando con ello el fortalecimiento de las empresas y la creación de empleos de calidad, factores fundamentales para dar forma a una verdadera demanda de financiamiento.
La Reforma Financiera era algo necesario, pero no es solución mágica y sólo funcionará en la medida en que se hagan con rapidez los ajustes necesarios a las regulaciones federales y locales indispensables para reducir el riesgo de prestar dinero.
No hay contradicción, contamos en México con una banca sólida, una banca que con seguridad multiplicará y abaratará el crédito en la medida en que existan condiciones y mercado que lo demanden.
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