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De la paradoja de la vivienda…

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Por Alesio Ricoy Berlanga.

 

Seguramente desde hace cientos de miles de años, el hombre ha tenido la necesidad de contar con una vivienda, evidentemente al inicio era conseguir el mejor cobijo posible ante los elementos de la naturaleza usando la naturaleza misma como guarida (llámense cuevas, árboles, etc.) y seguramente no tenían problemas que hoy en día tenemos.  Conforme el hombre ha ido evolucionando (sic) también lo hecho la calidad, el diseño y el estilo de su vivienda, sin embargo, por la naturaleza propia del hombre, algunos han sido más afortunados que otros porque hay que reconocer algo, toda la humanidad vive bajo el yugo del capitalismo que es como la evolución de la ley de la selva: el más fuerte, tiene más.

Hoy en día la necesidad de vivienda es brutal, aproximadamente 9 millones de familias no tienen un hogar digno y propio…y si, dije familias, porque si lo multiplicamos por el promedio de miembros en una familia estamos hablando que más de 30 millones de mexicanos no tienen un hogar digno y propio. La verdad yo creo que son más, acepto el número en la parte de propio, pero ¿digno? Viviendas de 34m2 es lo que el mexicano de menores recursos puede comprar (conste que dije menores, no inexistentes como es el caso de muchos). Y me pregunto yo ¿cómo puede vivir una familia de 4 o 5 personas en 34m2? ¿Y por qué de 34m2? Fácil, no alcanza para más…ah, y también las constructoras quieren exprimir hasta el último centímetro cuadrado de su terreno ($$$).

Entonces un día llega el PAN con lo que parecía una magnífica estrategia en mancuerna con el Infonavit: “Hagamos miles de casa en lugares muy lejanos para que el terreno salga más barato, les damos un subsidio a las constructoras, ajustamos los créditos y PUM, ahora todo mundo podrá comprar su propia casa pagando lo mismo que pagan hoy por rentar” Y vaya que les funcionó, muchísima gente creyó que era lo más adecuado y con toda la razón del mundo. Sin embargo nadie vio más allá de esto y obviaron ciertas problemáticas que representaba, por un lado construir tan lejos, y por el otro mandar a toda esa gente a vivir hasta allá.

¿Qué fue lo que pasó? Infinidad de cosas, ninguna de ellas positiva. El primer problema fue que si bien estaban pagando lo mismo ahora que antes por rentar, ahora les salía muchísimo más caro el transporte para llegar a sus centros de trabajo, por lo que en algunos casos el cónyuge que antes se hacía cargo de las labores del hogar, ahora tuvo que salir a trabajar también, para pagar el transporte. Evidentemente por la distancia y la enorme cantidad de gente que empezó a emigrar a las orillas de las ciudades (particularmente CDMX), tenían que salir muy de madrugada de sus hogares para llegar a tiempo al trabajo y regresaban ya también muy tarde por lo que la calidad de vida y las relaciones familiares fueron decayendo. Al no estar los papás todo el día en casa, los hijos empiezan a hacer de las suyas, les da por no ir a la escuela, no hacer la tarea, a juntarse con esa clase de individuos que ni tú te atreverías a llevar a tu casa y en algunos casos todo esto conllevó a que se involucraran en actividades delictivas.

Los padres, al ver toda esta situación, deciden regresarse a rentar, no será suyo, pero es  mejor, abandonando sus casas las cuales empezaron a ser cunas de saqueos (puertas, cables eléctricos, muebles de baño, aluminio, etc.) y posteriormente en cuevas de delincuencia por lo que los pocos vecinos que no se habían enfrentado a la situación anterior, decidieron mejor emigrar antes de tener más problemas. Un problema económico que se convirtió en familiar para convertirse en social y terminar en un círculo perfecto en otro problema económico, porque esas casas se quedaron ahí, sin pagar, y después de haber invertido millones de pesos en infraestructura para llevarles caminos, electricidad, agua y drenaje. ¡Carísimo! Y lo pagamos entre todos.

Luego llega EPN y promulga la que si no mal recuerdo fue su primera reforma con un nuevo programa nacional de vivienda en el cuál básicamente dijo que ya no habría subsidio para construir vivienda en esos lugares tan lejanos mandando casi a la quiebra a un par de desarrolladoras y proponiendo ahora construir verticalmente, y es aquí donde se pone divertido.

¿Qué necesitamos? – Vivienda.

¿Qué queremos? – Vivienda digna.

¿Dónde la queremos? – Cerca de nuestros centros de trabajo, pero no me vayan a construir un edificio aquí a un lado, ya somos muchos, nada más asómate y vas a ver que siguen construyendo, ya no más edificios, que los pongan en otro lado…

Esa es la respuesta que obtendrán de cualquier mexicano que viva en zona céntrica de su ciudad. El otro día hablaba con un vecino de un desarrollo vertical en venta y me decía “es que los constructores son unos malditos que solo hacen y hacen edificios buscando volverse millonarios”. Y si, no lo hacen por ser almas caritativas, pero la verdadera razón por la cual los construyen es porque hay demanda, muchísima demanda y el mejor ejemplo es que todo lo que se construye, se vende.

Y es así como llego a mi humilde, arcaica y posiblemente equivocada conclusión:

¿En realidad necesitamos más vivienda? Si, definitivamente. ¿Las desarrolladoras, constructoras, delegaciones, municipios y demás entidades tienen la culpa de la inquietante proliferación de edificios de departamentos cerca de tu casa? No, sólo en parte. De principios del siglo pasado a la fecha, hemos incrementado la población mundial en SEIS MIL QUINIENTOS MILLONES de personas, en lo que va del año han nacido poco más de 64 millones de personas en el mundo y en México poco más de dos millones de nuevos mexicanos, y si a lo ancho ya no cabemos, los vamos a tener que empezar a apilar y seguramente va a ser a un lado de tu casa.

 

Alesio Ricoy Berlanga. Técnico Universitario en Comercialización Inmobiliaria.

 www.ricoy-inmuebles.com
[email protected]

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