Por Gustavo López Padilla*
Ciudad Universitaria, como sede principal de la Universidad Nacional Autónoma de México, ubicada al sur de la ciudad de México, cuenta con una extensión territorial de 730 hectáreas, de las cuales 176.5 constituyen el Campus Central, inaugurado en el año 1952, bajo la coordinación general del arquitecto Carlos Lazo Barreiro (1914-1955) y como responsables del proyecto de conjunto los arquitectos Mario Pani (1911-1993) y Enrique del Moral (1905-1987), declarado Patrimonio Artístico de la Nación el 18 de julio del 2005 y Patrimonio Mundial de la Unesco el 28 de junio del 2007. En este orden de cosas en el año de 1983 se creó La Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel, quedando bajo resguardo de la UNAM 237 hectáreas, ubicadas en la zona sur-poniente de los límites universitarios. Este ecosistema constituye hoy en día, uno de los pulmones urbanos naturales necesarios, para el conjunto de la vida colectiva en la ciudad de México.
La Reserva Ecológica como resultado de la erupción del volcán Xitle (Xictli en náhuatl- ombliguito) está constituida mayoritariamente por lava volcánica, vegetación diversa crecida en relación con la primera y desde luego la fauna que habita en el ecosistema. Según los estudios realizados en el lugar, se han identificado 300 especies vegetales nativas, 800 especies de artrópodos, entre arácnidos, insectos y crustáceos y 30 diferentes tipos de mamíferos. La reserva no es visitable en un 90 %, está debidamente resguardada del contacto humano para procurar su adecuada y natural conservación y el 10 % restante, al que si se puede acceder, está constituido por la zona del Espacio Escultórico y el Paseo de las Esculturas. Recientemente el conjunto de todo lo anterior, ha sido merecedor al Premio Internacional para el Paisaje ¨Carlo Scarpa ¨, otorgado por la Fundación Benetton Studi Ricerche, con sede en Treviso, Italia, galardón que fue entregado a la UNAM el pasado 13 de marzo del año en curso.
Lo que tiene que ver particularmente con los lugares y recorridos del Espacio Escultórico y el Paseo de las Esculturas, es una manera prudente, inteligente y creativa de ocupar una parte de la reserva ecológica, permitiendo con ello la visita, conocimiento y admiración del público en general y posibilitando con ello además su razonable conservación. El premio Carlo Scarpa reconociendo el valor paisajístico y cultural del sitio, aumenta el compromiso y responsabilidad de la UNAM, para procurar la conservación y mejoramiento de todas las 237 hectáreas, que le han sido encomendadas, evitando desarrollos construidos indeseados y en la medida de lo posible el control de desastres naturales que pueden ocurrir como incendios o plagas que pueden afectar el equilibrio y buen comportamiento del ecosistema. Sin embargo, en este sentido, en el año 2016 fue construido un edificio blanco de ocho niveles, perteneciente a la Facultad de Ciencias Sociales, identificado como ¨H¨. Se trata de un edificio anodino, de nulo valor arquitectónico y constructivo, que afecta notablemente la línea necesaria del horizonte paisajístico en el lugar. Sin duda ese edificio, en bien del entorno del lugar y aprovechando el importante reconocimiento otorgado al conjunto paisajístico y cultural de la Reserva Ecológica, debería ser necesariamente demolido y relocalizado en un lugar mas conveniente.
El Espacio Escultórico, inaugurado el 23 de abril de 1979, a semejanza del proyecto original de Ciudad Universitaria, es el resultado del trabajo en equipo, en el que participaron Federico Silva (1923), Helen Escobedo (1934-2010), Hersua (1940), Manuel Felguérez (1928-2020), Sebastián (1947), y Mathías Goertiz (1915-1990). Se trata de una propuesta escultórica-paisajística, de gran calidad plástica en sus resultados, que se define mediante 64 volúmenes piramidales de base rectangular, de 9 x 3 y 4 mts de altura, asentados sobre una plataforma de 13.61 mts de ancho, ordenados conformando un espacio circular de 92.78 mts. de diámetro interior, alojando en su centro una buena cantidad de lava natural, con sus extraordinarias calidades formales y expresivas. Y aquí me gustaría recordar a Martín Heidegger (1889-1976), filósofo existencialista alemán, para quién el hombre en un ser que está en el mundo, entendido como un ¨ ser ahí ¨, que busca seguridades y referencias frente al tiempo, la angustia y el espacio. En este sentido, el espacio escultórico, como obra de arte humana, se convierte en una referencia puntual frente a la inmensidad del cosmos y la naturaleza. Ubicación precisa en relación a la presencia majestuosa y orgánica de la lava, con orientaciones solares claras que definen perfectamente la posición y distribución de los componentes piramidales, estableciendo un diálogo y un contraste, entre la presencia y expresividad de la naturaleza y la abstracción geométrica de la propuesta de diseño. Se crea un –lugar- (mágico y poético) como referencia de la vida, como lo interpretara Christian Norberg-Schultz (1926-2000), crítico e historiador noruego, además entendido como una reinterpretación contemporánea, minimalista, de la cultura y arquitectura prehispánica, en particular referida a la cercana Cultura Cuicuilca, que cuenta con una interesante pirámide circular. El Espacio Escultórico es un lugar ideal para la meditación y contemplación de la naturaleza y el cosmos, experiencia diversa entre el día y la noche, al mismo tiempo que en el ¨ lugar ¨ se pueden realizar encuentros musicales, de teatro o poesía y en el cual la experimentación fotográfica o de cine inclusive, permite muchas posibilidades de expresión cultural.
El Paseo de la Esculturas ofrece también posibilidades vivenciales diversas a partir de sus recorridos. La ubicación de las obras crea igualmente lugares y el contraste entre naturaleza y las esculturas como obra plástica contemporánea resulta interesante y sugestivo. Entre los autores y sus obras se puede contar con: Las Serpientes del Pedregal y Ocho Conejos de Federico Silva, Ave Dos de Hersua, Coatl de Helen Escobedo, Colótl de Sebastián, Corona del Pedregal de Mathías Goeritz y variante de la Llave de Kepler de Manuel Felguérez. Sin embargo me parece que los resultados finales de las calidades formales de las esculturas en sus particularidades es disparejo, algunas resultan un tanto esquemáticas y poco atractivas como las Serpientes de Silva o Colótl de Sebastián.
En otro orden de cosas, me parece como una apreciación personal, que los materiales de pisos de los recorridos peatonales y algunas plataformas que existen en el sitio, necesarios para llegar al Espacio Escultórico y al inicio del Paseo de las Esculturas, bien podrían ser con terminados de piedra braza natural, nivelada, en lugar de adocretos prefabricados y concretos aparentes, lo cual podría hacer mas natural la imagen y calidad vivencial de estos recorridos con el conjunto total.
Sin lugar a dudas la visita a La Reserva Natural y sus lugares complementarios del Espacio Escultórico y el Paseo de las Esculturas, es una experiencia que bien vale la pena, para recorrerse a solas, con los amigos o con la familia y que puede enriquecerse aún mas, dada la diversidad de actividades culturales de la UNAM, si se realiza en un fin de semana, asistiendo en paralelo al Museo de Arte Contemporáneo, a escuchar música con la Filarmónica de la Universidad, al teatro o disfrutar una buena película. La distancia a pié entre las diversas actividades es aceptable.
*Gustavo López Padilla
Arquitecto
navegandolaarquitectura.wordpress.com