Por Carlos Martínez Velázquez
Quiero aprovechar este importante espacio para compartirles una reflexión sobre la que, sin duda, es la pregunta más importante que se escucha a diario y que todos tenemos la responsabilidad de responder:
¿Qué tenemos que hacer para fortelecer la confianza y terminar de detonar la inversión en México?
Desde el sector empresarial, pienso que se deben de asumir los principios de la transformación del país. Lo ha dicho el Presidente: empresarios con responsabilidad social, preocupados por su comunidad.
Las inversiones no sólo deben de pasar por el análisis de riesgos y rendimientos, sino que también deben basarse en la generación de capital físico y social hacia las siguientes generaciones. El buen empresario es aquel que sabe arriesgar el capital sin esperar subsidios del gobierno.
La transformación consiste en eso: redefinir la relación entre el poder político y el poder económico. Cada quién debe de jugar su papel y ambos deben de retribuir a la sociedad con la generación de riqueza.
Pero el cambio también implica acabar con las fortunas amasadas al amparo de concesiones y favores del gobierno, del tráfico de influencias y de la destrucción del territorio.
En alguna sesión del Consejo de Administración el año pasado, alguien afirmó que el conflicto de interés no existe porque la representación empresarial en los órganos colegiados es sectorial y no como patrones aportantes. Y yo me pregunto:
¿Acaso no constituye un conflicto de interés que desarrolladores y socios de despachos de cobranza tengan acceso a información privilegiada sobre el Instituto que representa la mayor proporción de sus ingresos? ¿Se permitirían en empresas que cotizan en la bolsa de valores? La respuesta, es evidente.
Seamos claros, la conformación tripartita encargada de la gobernanza del Infonavit es tan responsable de los millones de créditos otorgados en años recientes y que han permitido a igual número de familias formar un patrimonio, como de los mal llamados “acuerdos” con proveedores que significaron la pérdida de miles de millones de pesos del Fondo de la Vivienda para los Trabajadores.
Es desolador y frustrante recorrer docenas de fraccionamientos con filas interminables de viviendas invadidas y abandonadas, sin servicios, con familias atrincheradas para que los delincuentes no les roben lo poco que tienen, y muy lejos de sus centros de trabajo. Aquí mismo, en esta reunión se ha discutido el tema de la vivienda abandonada.
Los voy a invitar a que me acompañen a estos recorridos y a que conozcan de primera mano las cicatrices del modelo expansivo de vivienda, a que escuchen las historias de decenas de acreditados con quienes el Infonavit tiene una enorme deuda moral y social.
Vayan a Los Jazmines, en Mexicali; a Lomas del Mirador, en Tlajomulco; a Villas del Pedregal, en Morelia; a Colinas del Sol, en Almoloya de Juárez, o a Ciudad Primavera, en Xalapa.
Hablen con los acreditados que sacaron un crédito de 100,000 pesos hace 15 años, que no han dejado de pagar y que hoy deben 150,000 pesos. Pregúntense con qué cara les van a pedir que sigan pagando.
Insisto, esto tiene que cambiar, y lo estamos cambiando.
¿Les preocupa la intervención del Estado en la política territorial y de vivienda?
Los invito a conocer los casos de países tan admirados como Singapur, Francia y Canadá, donde el Estado tiene un papel preponderante en ambas políticas y es el encargado de definir qué se puede y qué no se puede hacer.
Aquí en México llegó a pasar que constructores buscaron quedarse con reserva territorial en áreas naturales con la ayuda y complicidad de las propias autoridades, dándole la espalda a la sociedad y su entorno.
Aspiramos a que, como los países desarrollados, las reglas sean estrictas, el incumplimiento se castigue con severidad y exista la competencia en igualdad de condiciones.
Es momento de que los empresarios mexicanos arriesguen su capital y de que compitan con creatividad, innovación y calidad.
Pero queda la pregunta: ¿Qué tenemos que hacer para fortelecer la confianza y terminar de detonar la inversión en México, particularmente en el sector de la vivienda?
En lo que corresponde al Infonavit, tenemos que hacer tres cosas:
1) flexibilizar,
2) eficientar e
3) incentivar.
Flexibilizar las reglas de otorgamiento de crédito de manera prudencial e inteligente, que podamos otorgar mejores créditos a más personas sin que eso implique un mayor riesgo.
Necesitamos más productos innovadores como Unamos Créditos, tasas de interés más competitivas, y montos máximos de crédito más altos, pero desde una visión responsable de lo que es la vivienda social, incluyendo la autoproducción o producción social de vivienda.
SÍ al otorgamiento de más créditos para los trabajadores mexicanos, pero un NO rotundo al modelo expansivo de vivienda que dejó como saldo 650,000 viviendas abandonadas y que acabó con la esperanza de igual número de familias de formar un patrimonio.
SÍ a la vivienda social como una fuente de negocio para quienes la desarrollan, pero un NO rotundo a los mercaderes de la vivienda que descuidan la calidad y que tienen la indolencia de construir sin servicios, sin acceso a transporte público, sin espacios públicos y sin condiciones mínimas de seguridad y calidad.
Es tan sencillo como esto, que bien podría ser el nuevo mandamiento de los desarrolladores en México: no construirás una vivienda que tú no habitarías con tu familia.
Porque estoy seguro de que muchos de los aquí presentes son los primeros indignados frente a los desarrollos infames.
Me consta, porque los he recorrido, que desarrollos como los de Cadu, Sadasi y Derex, por mencionar a tres que nos acompañan el día de hoy, están hechos con el trabajador en mente, y procurando aprovechar al máximo cada espacio en beneficio de los habitantes de estas viviendas.
Lo segundo, como les decía, es eficientar: eficientar la administración del Instituto para hacer más con menos, para prevenir los conflictos de interés que distorcionan la toma de decisiones en beneficio de los trabajadores, y para tener más margen de maniobra para seguir aliviando la carga financiera y premiando el pago cumplido de nuestros acreditados, como hicimos con 185,000 créditos impagables a través de Responsabilidad Compartida y con otros 53,000 a través de Infonavit 90-10.
Por eso lo tercero que le corresponde al Infonavit para generar confianza es incentivar: incentivar a los desarrolladores con las herramientas a nuestra disposición para que el Programa Nacional de Vivienda, presentado en tiempo récord por el secretario Román Meyer en noviembre del año pasado, se traduzca en viviendas con servicios, cercanas a los centros de trabajo, de dimensiones y calidad mínimas para vivir bien, con la adecuación cultural propia de cada región, y con la asequibilidad necesaria para que los trabajadores más pobres también puedan formar un patrimonio.
La vivienda adecuada no es una aspiración ni un concepto de moda: es un vehículo para la justicia social en un país donde el ejercicio del derecho a la vivienda está altamente correlacionado con el nivel socioeconómico de las personas.
Los empresarios de este país tienen mucho que aportar para la materialización de este derecho, sin sacrificar los ingresos justos y bien ganados de sus negocios.
México es un país tan rico que hay negocio para todos. Qué necesidad de tomar atajos, cortar esquinas y sacar ventaja a costa de quienes menos tienen y más lo necesitan.
Por eso el Nuevo Comienzo del Infonavit se trata de poner al trabajador al centro de todas nuestras acciones, partiendo del hecho de que el Instituto no es un banco comercial sino una institución de seguridad social del Estado mexicano.
Señoras y señores, actuando con prudencia y responsabilidad, podemos convertir buena parte de nuestra cartera en salarios mínimos a pesos, podemos reestructurar más créditos impagables con Responsabilidad Compartida y podemos seguir premiando el pago cumplido de nuestros acreditados.
No solo eso, con responsabilidad y voluntad, podemos tener una tasa de interés más competitiva, flexibilizar las reglas de otorgamiento sin incurrir en riesgos inconmensurables y diseñar soluciones a la medida de los mexicanos como la autoproducción de vivienda.
Ya lo hicimos el primer año: se cumplió con el programa de crédito y llegamos a 521,000 acciones del vivienda, al tiempo que reestructuramos 980,000 créditos, 50% más que en 2018, y cerramos el año con un rendimiento a la subcuenta de vivienda mayor al 7%, mucho mayor que lo que se pagó en 2018.
Agradezco y reconozco su apoyo para impulsar éstas y otras iniciativas, pero apenas vamos empezando. Tenemos que ir por más y no podemos darnos el lujo de conformarnos.
De esta manera, felxibilizando, eficientando e incentivando, estoy convencido de que podemos contribuir, desde el Infonavit, para detonar la inversión en México.
Porque ustedes, como empresarios, lo saben mejor que yo: un contexto sin corrupción y con justicia social es, en el largo plazo, el mejor para generar riqueza y hacer muy buenos negocios.
Como inversionistas sofisticados y que aprecian las bondades del largo plazo, ustedes saben que no existe mejor apuesta que la honestidad valiente y que dar prioridad a los pobres.
Por eso es momento de pasar a las acciones concretas.
La Administración del Infonavit está trabajando incansablemente para construir un contexto de certidumbre, libre de corrupción y con justicia social para detonar la inversión de largo plazo.
Cuenten con nosotros para trabajar juntos en beneficio de las y los trabajadores de México, para otorgar más y mejores créditos, para incentivar la construcción de viviendas adecuadas.
Como muestra, basta recordar que la estimación del crecimiento en la colocación del Plan Estratégico 2020-2024 que presentamos en diciembre es más ambiciosa que cualquier otra de años recientes.
Por supuesto que queremos fortalecer la colocación de crédito, pero no es crecer por crecer. No se puede destruir e territorio ni la salud financiera de los trabajadores.
También queremos fortalecer la cobranza y la cartera vencida, pero no montados sobre un pantano de corrupción, juicios masivos y contubernios con despachos de cobranza.
Despacio que traemos prisa y queremos hacer las cosas bien para fortalecer al Instituto en el largo plazo.
Un Infonavit con un gobierno tripartito que rinde cuentas y vela por el interés de los trabajadores, que coloca créditos sanos para viviendas adecuadas, que administra su cartera con sensibilidad social, y donde no hay espacio para la corrupción en el ejercicio del gasto.
Un Infonavit que rinde cuentas hacia afuera y a sus propios trabajadores, que sabe poner límites con discreción y disciplina ante embates externos y que tiene la humildad de corregir los errores del pasado.
La Administración del Infonavit está lista para trabajar con el Sector Empresarial en todo esto y en mucho más, para poner nuestro granito de arena para detonar las inversiones en el sector de la vivienda en México.
El Programa Nacional de Vivienda presentado por el secretario Meyer es la ruta, el Infonavit es el principal vehículo, el combate a la corrupción y privilegiar a los pobres son nuestras principales herramientas.
El sector de la vivienda también tiene empresarios de primera: competitivos y con un profundo sentido social en su trabajo.
Sé perfectamente que las cicatrices del modelo expansivo de vivienda no solo son responsabilidad de algunos desarrolladores, sino también de las autoridades municipales, de las estatales y de las pasadas administraciones del Infonavit que le entraron a la patología del “creditómetro”.
Sé también que no todos los desarrolladores son iguales, y que hay ejemplos de excelencia en la construcción de vivienda social con el trabajador en mente, cuidando la calidad de cada metro cuadrado y logrando importantes eficiencias sin necesidad de subsidios.
Y aunque algunos se sientan cansados de escuchar las críticas, a todos nos conviene seguir mostrando el camino que NO queremos. Yo no me voy a cansar de defender los intereses de los trabajadores que quieren construir un patrimonio de calidad.
Así que trabajemos juntos por un Infonavit y un México más justos y mejores, más cercanos a los trabajadores.
México ya cambió y no podemos darnos el lujo de seguirlo negando.
Carlos Martínez Velázquez es director general del Infonavit.
Palabras pronunciadas durante la clausura de la Reunión Nacional 2020 de la Dirección Sectorial Empresarial del Infonavit.
Mérida, Yucatán, 21 de febrero del 2020.