Con el nuevo año llega la oportunidad de al fin entender el inmenso impacto social, ambiental, económico y urbano de la vivienda.
Por Horacio Urbano.*2023. El año que ya llega será un año de inmensos retos en muchísimos aspectos. Retos entre los que habrá que mantener el de evitar que en una agenda que privilegie aspectos económicos y políticos, se pierda de vista la importancia de mantener la atención en temas fundamentales de orden social y ambiental.
Porque queramos o no, la agenda la van a marcar el desempeño en pandemia de la economía y el lodazal que se viene con el proceso político que conducirá a las elecciones del 2024.
Ni hablar. Ambos temas no sólo llenarán todos los espacios, sino que ademán ocuparán la atención de los políticos, que gradualmente irán poniendo en modo avión esta administración, para empezar a ver las formas de montarse en la que pueda venir.
Eso es tristemente normal, lo malo, es que no podemos darnos el lujo de perder las velas en medio de la tempestad y toca a todos identificar prioridades para mantenerlas vigentes y evitar que ellas también entren en modo avión.
Centrémonos en la vivienda
Son muchos temas, pero aquí, en este espacio, y en todos los que tiene y participa Centro Urbano, nos mantendremos hablando esencialmente de dos, lo social y lo ambiental, y, en ambos casos, a partir de lo que en ellos tienen que ver los sectores construcción, inmobiliario y vivienda, y los procesos urbanos que con ellos se detonan.
Un buen punto de partida para ello es reconocer el papel que estos sectores tendrían que tener en el desarrollo del país, y para ello basta tomar como ejemplo el inmenso impacto social, ambiental, económico y urbano de la vivienda.
Porque de entrada hay que decir que la vivienda es un reto social que arrastra ya un rezago importante, que crece cada día con base en nueva demanda, en la cosecha de la obsolescencia natural del parque habitacional existente y en los obstáculos que van surgiendo en el camino de enfrentar este problema.
Social, ambiental, económico y urbano
Y ojo, que además, tendríamos que entender que la atención al rezago y nueva demanda, para hacerse del modo correcto, tendría que ser sobre la base de una visión integral de largo plazo que impida que esas viviendas ya sean obsoletas apenas al momento que pudieran hacerse.
Porque quizá sería momento de levantar la mirada de la mesa para ver qué hay más allá y entender que la vivienda debe ser parte de un proyecto integral de país que nos permita entender un futuro planeado y crear condiciones que nos permitan alcanzarlo.
Un futuro en que los objetivos sean ante todo de orden social, pero tomando para ello instrumentos de carácter económico, ambiental y urbano.
Porque ya sabemos que en el 2023 las cosas no serán muy diferentes al 2022.
No será en el nuevo año cuando se reactive la producción social porque no será ni fácil ni rápido reactivar las líneas de producción que se dejaron secar.
Levantar la mirada de la mesa
Lo que sí habría que hacer es reconocer la necesidad de dar respuestas a las necesidades de vivienda de toda la población, en especial de los grupos de menores ingresos, y hacer un proyecto de largo plazo que no solo permita hacerlas, sino que permita hacerlas dónde, cuándo y cómo se van a requerir, en escenarios de corto, mediano y largo plazo, y con base en un Proyecto Nacional de Desarrollo que nos permita entender qué futuro queremos construir.
Es un proyecto de enorme alcance que solo se entiende a partir de la suma de voluntades, esfuerzos y capacidades de gobiernos, sociedad e iniciativa privada.
Porque por más que los tiempos políticos digan otra cosa, el futuro debe ser resultado de saber sumar y multiplicar, no de insistir en restar o dividir.
El 2023 será un año retador, pero ello no justifica poner pausa a la visión que tenemos de un mejor futuro.
En busca del futuro
Toca hacer ese ejercicio para muchas actividades, pero entre ellas, toca entender el papel que en ese futuro tendrían que tener las capacidades y fortalezas de los sectores construcción inmobiliario y vivienda.
Y toca entender que esos sectores deben tener como premisa objetivos de impacto social y ambiental que permitan que lo que hagamos hoy, ya sea respuesta a las ciudades que queremos tener en el futuro.
Porque en busca de un mejor futuro necesitamos ciudades poderosas en lo social y en lo económico. Ciudades modernas, justas y eficientes. Ciudades y regiones que desde su diseño y regulación provóquen el cumplimiento de sus objetivos.
Bienvenido el nuevo año. No lo perdamos sumergiéndonos en el lodazal político que se viene, y tomemos la oportunidad de al fin entender el inmenso impacto social, ambiental, económico y urbano de la vivienda.
Felices Fiestas
Esta es mi última columna del año y no puedo cerrarla sin agradecer a todos los que nos siguen y apoyan en los diferentes proyectos de Centro Urbano.
Muchas gracias a nuestro Consejo, a nuestros patrocinadores, a nuestras audiencias, a nuestros aliados. En verdad gracias por formar parte de un Proyecto de Construcción de Comunidad que busca impactar en forma positiva en los sectores construcción, inmobiliario y vivienda.
GRACIAS. Su apoyo nos compromete a seguir trabajando y pensando en nuevos retos.
Y por supuesto, muchas gracias al extraordinario y querido equipo de Centro Urbano.
FELICES FIESTAS A TODOS
Y QUE EL NUEVO AÑO VENGA LLENO DE TODO TIPO DE SATISFACCIONES
*Horacio Urbano
Presidente de Centro Urbano
