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El fenómeno urbano en la dinámica electoral

Hablemos de Urbanismo |

Por María Carolina Quintana Noriega

 

Las elecciones para gobernador del Estado de México en 2017

 

Han pasado ya diez días de las elecciones para gobernador en el Estado de México y para este momento, hemos tenido la oportunidad de observar un sinnúmero de análisis y radiografías de un proceso que se encuentra enturbiado por alegatos sobre un posible fraude perpetrado por el partido en el poder.

Según datos de la Encuesta Intercensal 2015 del INEGI, el estado en cuestión se ubica como el de mayor población a nivel nacional. Resulta no menos llamativo que con sus 11’332,795 habitantes registrados en el Padrón Electoral (cifra ligeramente superior a los 11’258,229 habitantes registrados en la Lista Nominal, es decir aquellos en condiciones para votar), el Estado de México represente el 13% del total nacional (86’885,739 habitantes). Recordemos que en las últimas elecciones presidenciales de 2012, Enrique Peña Nieto (EPN) resultó vencedor con 19’226,784 votos, equivalentes al 38.21% de la votación.

En el caso que me permito analizar en estas líneas, el candidato que se perfila como virtual vencedor de la contienda, toda vez que el IEEM cuenta con plazo hasta el 16 de agosto de 2017 para publicar el cómputo final y declarar a un gobernador electo, reporta un total de 1’955,347 votos, de acuerdo al Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), lo que equivale a un 33.72% del total de la votación. Esto no sólo significa que de confirmarse los resultados, dos terceras partes del electorado no vieron en Alfredo del Mazo Maza las cualidades para ser gobernador, sino que haciendo a un lado el tema de limpieza de las elecciones, el heredero del linaje de Atlacomulco gobernará tan sólo con el voto del 12.08% del total de la población de su estado (16’187,608 habitantes). Este fenómeno lo vimos ya también en 2012, cuando EPN resultó triunfador con tan sólo un 16.43% de la población nacional. Y más recientemente, en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de Norteamérica, en donde por las características de su sistema electoral, el actual presidente Donald Trump resultó ganador sin contar con la mayoría de los votos; el llamado voto popular.

El fenómeno urbano en la dinámica electoral

Este fenómeno electoral no es la única similitud que se puede observar entre ambos procesos electorales. Por extraño que nos pueda parecer, las dinámicas urbanas de ambos países vecinos, reflejan marcadas similitudes en sus expresiones sociales; en este caso el voto electoral. Como se pudo observar en las elecciones federales de la Unión Americana, el mapeo resultante del voto quedó marcado por una contundente tendencia a pintar los municipios de condiciones rurales y por ende de menor población, a favor del candidato vencedor, y las zonas eminentemente urbanas para la oposición.

El fenómeno urbano en la dinámica electoral

La tendencia en el Estado de México fue exactamente la misma. De los 34 distritos que abarcan municipios de la Zona Metropolitana del Valle de México, sólo en diez se perfila vencedor el Partido Revolucionario Institucional. Y más aún, los distritos directamente circundantes a la capital aparecen con una clara disposición para otorgar la victoria a la oposición, con 20 de ellos para el partido Movimiento Regeneración Nacional, tres para el Partido de la Revolución Democrática y uno para el Partido Acción Nacional. El resto del estado aparece dominado por el PRI.

Las razones para esta tendencia pueden derivar en una serie de estudios de mucha mayor amplitud, sin embargo este breve repaso por esta fotografía electoral del pasado 4 de junio busca hacer notar algo que la corriente global pareciera no tener considerado, a pesar de lo obvio de su condición. Las dinámicas urbanas, si bien dominan el quehacer cotidiano de medios masivos de comunicación y el discurso en los distintos sectores productivos y de gobierno, éstas son completamente distintas a las condicionantes rurales. El voto de castigo y la demanda de las zonas metropolitanas por un cambio, se ve fragmentada por la diversidad de corrientes, lo que hace ver al voto rural como un bloque sólido que sólo se reconoce cada periodo electoral.

Más allá de una lógica discursiva, la planeación para el desarrollo económico y el bienestar social debe ser considerada desde una escala regional, en donde las dinámicas urbanas reconozcan la interrelación con las actividades rurales y su importancia en la vida económica del país. De no ser así, la dependencia nacional de la importación de aquellos bienes que no produzcamos con suficiencia continuará en aumento y el rezago social será cada vez mayor.

 

María Carolina Quintana Noriega

Arquitecta por la Universidad Iberoamericana, con subsistema en Diseño Ambiental y Maestra en Urbanismo por la Universidad Nacional Autónoma de México, en el campo de conocimiento de Desarrollo Urbano y Regional. Cuenta con un Diplomado en Desarrollo de Proyectos de Inversión Inmobiliarios por la Universidad Iberoamericana y cursa actualmente el Diplomado en Sistemas de Información Geográfica con Software Libre y de Código Abierto en el Instituto de Geografía de la UNAM. Fue docente de la Licenciatura en Arquitectura de la Universidad Iberoamericana, en el área de Diseño Asistido por Computadora y es directora del despacho DARCQ Consultoría Inmobiliaria SC.

@urbainilla

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