Es delicado hablar de subsidios, porque existe el enorme riesgo de confundir un regalo con objetivo paternalista o abiertamente político, con un recurso que en verdad llegue al segmento social que se pretende beneficiar y tenga efecto multiplicador en la economía.
En el caso de la vivienda, el subsidio, si se maneja con transparencia, alejado de la manipulación de tasas y de las dádivas que con fines electorales cada determinado tiempo entregan gobiernos y partidos políticos a sus clientelas, es instrumento fundamental para lograr que los segmentos de menores ingresos tengan acceso a una solución a su particular reto habitacional.
Y no es tan antiguo un subsidio que cumpla con estas características, ya que fue apenas durante las administraciones panistas, cuando el gobierno federal tomó la decisión de destinar una partida para este fin en el Presupuesto de Egresos de la Federación.
Se trata de un subsidio muy interesante, porque además de que va claramente dirigido a los segmentos de menores ingresos, tiene un efecto multiplicador que provoca que se le sumen un crédito e incluso subsidios complementarios.
Esta suma de esfuerzos incrementa notablemente la inversión destinada a atender el rezago habitacional en los segmentos de menores ingresos, categoría que incluye lo mismo a trabajadores urbanos en las economías formal e informal, que a familias que habitan en zonas rurales.
El subsidio además, multiplica su efecto social en la medida en que puede ser usado para adquirir una vivienda nueva o usada, para construir o remodelar.
También, hay que considerar los alcances del subsidio como motor de las economías regionales, en la medida en que la atención al rezago se convierte en un sector productivo que genera miles de empleos e inyecta dinamismo a los mercados locales.
¿No sería bueno reconocer que a diferencia de lo que pasa con otros subsidios, el de la vivienda es una auténtica inversión semilla que permite la suma de otros montos para crear bolsas que además de atender mejor el rezago impulsan a toda una cadena productiva y con ello al conjunto de la economía?
En los años que lleva operando este subsidio, que administra la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi), que dirige Paloma Silva de Anzorena, se ha convertido en un verdadero instrumento de justicia social que ha hecho posible mejorar la calidad de vida de millones de mexicanos, mejorando también en el proceso las comunidades en que viven.
Un dato; solo en el pasado mes de agosto, la inversión realizada en subsidios a la vivienda fue de 1,500 millones de pesos, con lo que el monto anual alcanza ya 6,500 millones, cifra que implica 51% de incremento respecto al mismo periodo del 2013.
De esta inversión acumulada en el año, 68.4% corresponde a adquisición de vivienda nueva, 10.2% a autoproducción, 9% a vivienda usada, 6.7% a mejoramiento y 5.7% a diferentes programas piloto.
Y la eficiencia del programa está probada, ya que de 3,746 millones de pesos destinados a este fin en el 2007, la partida ha crecido en forma sostenida, hasta llegar a 7,826 millones de pesos el año pasado, y este año a un desempeño que permite decir que la inversión anual llegará a 11,658 millones.
Y déjenme les doy un dato, en el 2013, 85% de los subsidios se entregaron a mexicanos con ingresos de menos de 2.6 salarios mínimos, lo que reitera la esencia social del programa, porque la gran mayoría de esas personas, sin ese subsidio jamás hubieran calificado para obtener el crédito que les permitió tener su casa.
Por eso llama tanto la atención el que después de analizar los efectos del subsidio a la vivienda, se haya tomado la decisión de reducir el monto destinado a este fin en el Paquete Fiscal 2015 que dentro de unas semanas habrá de analizarse y autorizarse en el Congreso.
¿Tiene sentido reducir una partida que tiene tan marcados beneficios económicos y sociales?
¿No habría qué, por el contrario, dar un paso adelante para evitar que este tema se debata cada año, reconociendo su importancia a través de políticas que permitan establecer planes de inversión multianuales para el programa de subsidios a la vivienda de la Conavi?
La lógica tendría que ser no solo no reducir, sino incluso incrementar un subsidio que ha funcionado, que está debidamente dirigido a un segmento que lo necesita y que tiene un impacto muy importante como motor de la economía.
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