Al momento de subir al metro, camión, pesero o lo que sea, la equidad de género se olvida por completo para convertirse en una lucha por la comodidad
Parte de la educación de un hombre hace algunos años, era aprender a ser un caballero y por ende a tratar a las mujeres como damas. Desde ceder el paso, el asiento, abrir puertas, cargar bolsas, levantarse de la mesa cuando una mujer se levantara y mil y un reglas más, delas que ahora podemos hablar como un recuerdo.
La realidad hoy en día es que los caballeros se han extinto, y los que quedan tienen tanta edad encima que muchas veces no sabes si dejarlos ser unos caballeros o ser un caballero con ellos, sin importar el género, pues hoy en día, hasta las mujeres han tenido que aprender de caballerosidad y todas estas costumbres, que antes eran exclusivas de los hombres, han pasado a se parte de la educación general de todos los integrantes de la sociedad.
Simplemente tenemos que voltear al transporte público, como el Metro, donde existen asientos exclusivamente reservados para ancianos, personas con algún tipo de discapacidad, mujeres embarazadas o con bebés en brazos. Sin embargo, como en todo, las excepciones existen. ¿Cómo? Hombres, mujeres, jóvenes y niños, que hacen como que no ven cuando alguna persona que necesita de esos asientos se sube al vagón.
Y así dela nada, y de un momento a otro, aparecen sordos, ciegos y personas sumamente cansadas como para recordar que el asiento que están ocupando es reservado. Pero no todo es negatividad y mala educación. Cuando se decide dedicar exclusivamente dos vagones del tren para niños y mujeres, ellas tuvieron que tratarse como iguales.
Aunque aún hay quienes se resisten y usan todo tipo de tretas para “ganar” asiento, la mayoría adoptó la costumbre de ceder asientos, dejar pasar a las que lo necesitan y cargar a niños ajenos en sus piernas.
Los tiempos han cambiado y hay que tener algo muy presente: la equidad de género que por años las mujeres han exigido a los hombres y a la sociedad misma ya es una realidad, a medias, pero realidad. Sin embargo las mujeres son seres a los que ni ellas mismas entienden, ¿Por qué? Al momento de subir al metro, camión, pesero o lo que sea, la equidad de género se olvida por completo para convertirse en una lucha por la comodidad.