El reto es encontrar las formas de enfrentar un problema que no afecta a quienes desarrollan viviendas, sino a las personas que las necesitan
Por Horacio Urbano*
La vivienda sigue y seguirá siendo un enorme reto social.
No podría ser de otra forma cuando es uno de los mayores problemas a nivel mundial, y más en un país marcado por la desigualdad, la pobreza y los consecuentes retos en temas tan importantes como Derechos Humanos, protección del medio ambiente y desarrollo.
Sí, la vivienda es un satisfactor fundamental, que cumple además papeles determinantes en agendas tan destacadas como desarrollo económico y transformación urbana.
Más nos vale entender que para poder aspirar a mejores escenarios de futuro tendremos que ser capaces tanto de hacer más y mejores viviendas, como de crear condiciones que permitan atender las diferentes vertientes del reto habitacional.
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Autoconstrucción de vivienda, otra víctima de la inflación
Porque no se trata de atender solo a quienes quieren y pueden comprar una vivienda nueva, y quieren y pueden tomar para ello un crédito hipotecario…
Hay además que atender las necesidades de quienes requieren mejorar o autoconstruir su casa y de quienes encuentran una mejor solución en rentar una vivienda.
Pero el hecho es que si ya de por sí el reto habitacional es inmenso y complejo, lo es más cuando se trata de atender a los segmentos de población de menores ingresos.
Y el hecho es que hacer vivienda social se ha hecho inviable desde hace ya algunos años.
El costo del suelo, de los permisos, de los eternos tiempos de la tramitología, y de la corrupción, han marcando referentes que provocaron que se dejara de producir vivienda social, que se elevaran los precios de las pocas que quedaban y que se fueran secando los muy escasos inventarios y las tuberías de lo que aún se estaba produciendo.
Cemento y acero por las nubes
Y si ya esa situación era de por sí contundente, el problema se agudiza porque con datos de cierre del 2021 y de inicio de este 2022, la inflación da tiro de gracia a la vivienda social y cancela la posibilidad de atender la demanda de vivienda, presente y futura, de los segmentos más vulnerables de población.
Es evidente el impacto que está teniendo en los hogares la inflación más alta de los últimos 14 años, que cerró el año ubicándose en 7.3%, y que se agudiza en las primeras semanas del nuevo año con alzas muy importantes lo mismo en productos de la canasta básica, que en muchos de los insumos de mayor relevancia para la actividad industrial.
En el caso de los materiales de construcción, la inflación promedio de cierre de año se ubicó en 17.7%, esto es, más de 10 puntos por encima de la ya de por sí muy alta inflación general.
Destacan en este rubro las elevadas alzas que registraron el cemento o el acero y sus derivados, que en algunos productos, casi llegan a 70 por ciento.
Tiro de gracia a la vivienda social
Y sí, cemento y acero son productos regidos por precios internacionales, pero aún reconociendo esto, hay que decir que la alta inflación responde a causas externas, pero también a muchas de carácter interno.
Y si esto ya de por sí generaba enormes presiones a las cadenas productivas relacionadas con la construcción, con el inicio del año llegaron nuevas alzas, algunas, como en el caso del cemento, en los rangos de 15 a 20 por ciento.
Y vienen incrementos en salarios y en consecuencia nuevos ajustes a los precios de los materiales de construcción…
Todo esto evidentemente se suma en forma muy importante a los factores que ya antes hacían inviable la producción de vivienda social…
Pero además, la inflación no solo da un tiro de gracia a la vivienda social, sino que además, limita enormemente las capacidades de los grupos de menores ingresos que lo que pretendían era mejorar su actual vivienda o autoconstruir una nueva, o ya estaban en el proceso para ello.
Reto vital
Sobra decir que la inflación no solo le pega a la construcción… El alza en los productos básicos afecta también las ya de por sí reducidas capacidades de ahorro, compra y acceso a crédito de las familias, y, nuevamente, en particular de las de menores ingresos.
El reto país es encontrar las formas de enfrentar un problema que no afecta a las empresas que desarrollan vivienda, sino a las personas que las necesitan.
Es un reto vital… Un reto que tiene que ver con las posibilidades reales de provocar un futuro en que verdaderamente nadie se quede atrás… O nadie se quede atrás debido al desinterés de todos los que tendrían que sumarse para encontrar verdaderas soluciones.
*Horacio Urbano
Presidente de Centro Urbano