Toda la industria de la vivienda espera con ansias el mes de abril. Y es que este es el mes marcado como el de los grandes anuncios por parte de las autoridades en materia de vivienda.
Y esto no sólo se da por la tan esperada presentación de la Política Nacional de Vivienda, sino, y diría principalmente, por la expectativa que genera el esquema en el que se trabaja al interior de Infonavit para compensar la baja en los subsidios para adquisición mediante un probable aumento en los montos de crédito.
Ante el freno que ha representado para la colocación de vivienda social la falta de subsidio, la industria ha puesto gran parte de sus esperanzas en este posible aumento de la capacidad de crédito que beneficie a los derechohabientes del Infonavit, sobre todo con miras a alcanzar resultados favorables este año y permitir que las familias compren una vivienda. Y es que este esquema es la luz al final del túnel, el que permitiría mover inventarios y continuar con la colocación de vivienda para las familias que menos ganan.
En las últimas semanas he tenido la oportunidad de platicar con desarrolladores y representantes de la industria de diversas regiones del país. Y todos coinciden en el diagnóstico y esperan lo mismo: necesitan certidumbre y reglas claras, además de que se concrete este aumento en los montos de crédito, y a partir de ahí poder empezar a pensar positivo de cara a la segunda mitad del año.
Ante este panorama en donde se ha puesto la luz de la esperanza en el Infonavit, surge la interrogante: ¿y qué pasa si no se logra un esquema que permita aumentar lo suficiente la capacidad de compra de los trabajadores del Instituto? ¿Las autoridades ya pensarán en un Plan B para el sector, que compense la caída de los apoyos para compra y permita mantener la colocación de vivienda en los segmentos bajos? ¿O dejarán a su suerte al sector?
Lo cierto es que Carlos Martínez se muestra con la voluntad de alcanzar un programa que permita a las familias alcanzar el monto y comprar una vivienda. Pero, también ha sido claro en que el instituto revisa a detalle, con lupa este esquema, porque incrementar la capacidad de compra representaría un impacto a la rentabilidad del Instituto, declaración que genera un halo de incertidumbre de si será factible lograr el aumento adecuado y no atentar contra el organismo.
En este rubro se genera una duda, sobre todo en el sentido si será posible lograr la ecuación pertinente para lograr que un trabajador que gana menos de 2.8 UMAs alcance un mayor monto de crédito y pueda comprar una vivienda: ¿Hasta cuándo podrían aumentar? ¿100,000 pesos? ¿Qué cifra sería la idónea si se entiende que un trabajador de bajos ingresos aspira a un crédito no mayor de 300,000 pesos? Y más, si entendemos que hoy la vivienda más barata ronda los 500,000 pesos.
En la última entrevista como presidente de Canadevi, Carlos Medina decía que, en efecto, la falta de subsidio ha provocado un freno en el segmento social. Hablaba que los desarrolladores tenían alrededor de 60,000 viviendas en este rango, de las cuales 30,000 están listas para entregarse, pero que, no se han podido mover por la falta del subsidio.
Como diría el clásico dicho millennial: abril, sorpréndenos. No queda más que esperar los anuncios de las autoridades, del Infonavit, para conocer el destino de la industria del año. Porque algo es seguro, si el Infonavit logra un esquema optimo, no sólo es la respuesta a una coyuntura, sino es una solución que le cambia la cara al sector y dinamizaría de manera importante al sector de la vivienda.