Por Jaume Molet Pérez.
México tiene 1,964 millones de kilómetros cuadrados de superficie territorial, en el ranking mundial se encuentra en el escalón 14 de los países más extensos, sube al sexto lugar cuando se enfocan los ojos únicamente en el continente americano.
De acuerdo a información difundida por el Banco Mundial, en 2015 en este vasto territorio habitaban 127 millones de personas, en 2010, resultado del Censo Nacional de Población el INEGI informó que 78% de la población en México era urbana, hoy sabemos que cerca de 64 millones de personas viven en alguna de las 59 zonas metropolitanas que se han constituido en el país.
Grandes zonas metropolitanas como la de Guadalajara y Valle de México son polos habitacionales que han crecido con poco control, extendiéndose y creando grandes periferias alrededor de ella. Esta situación la están padeciendo sus habitantes pues en términos de calidad de vida la falta de orden ha pasado factura.
Si hoy se les pregunta a los capitalinos cómo es vivir en CDMX la mayoría dirá que es caótico y algunos incluso podrían usar adjetivos como: infernal, pesadilla, horroroso (yo no por supuesto). Cansados de la realidad cerca de 150 mil habitantes de CDMX salen expulsados a otras ciudades del interior.
Es en ciertos puntos del interior de la República donde una forma distinta de hacer ciudad está en formación, una forma que permite pensar en un crecimiento urbano ordenado, sustentable. En Lamudi las ubicamos como ciudades secundarias, áreas de potencial desarrollo, zonas con grandes oportunidades que a la larga deberán reducir presión a las ciudades primarias, aquellas que necesitan dejar de crecer y ordenar su interior.
Xalapa, Hermosillo, Aguascalientes, Campeche, La Paz, Culiacán, Tuxtla Gutiérrez son algunas de las ciudades que llaman la atención tanto por su mercado inmobiliario como por la forma en que están dibujando su realidad cotidiana. Son parte de un movimiento global urbano que posiciona a las llamadas “ciudades emergentes” como corriente habitacional del Siglo XXI, son la respuesta a las grandes metrópolis que el Siglo XX nos dejó.
Ciudades en expansión, ciudades emergentes, ciudades secundarias: aquellas que tienen de 100 mil a 2 millones de habitantes, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha difundido que en estas urbes es donde habita el 75% de la población mundial, es ahí, entonces, donde está el futuro. En América Latina se tienen contabilizadas 242 ciudades que cumplen con este criterio, a nivel mundial el BID reporta que existen 2,400 ciudades con poblaciones que van de los 150 mil habitantes a los 5 millones.
El presente de estas ciudades secundarias es de cuidado, después de todo la globalización las ha llevado a comenzar a experimentar problemáticas similares a las que se viven en las grandes megalópolis.
En México las ciudades secundarias muestran un gran potencial, pero también grandes necesidades. Primero que nada, requieren de infraestructura urbana estratégica que permita se consoliden como espacios urbanos competitivos, que puedan ofrecer calidad de vida al tiempo que ayudan a descentralizar el crecimiento y la acumulación de riqueza.
La dinámica debe ir encaminada en controlar a las megalópolis mientras se fomenta el crecimiento de las ciudades pequeñas, estas ya muestran signos de mayor crecimiento demográfico, pero continúan teniendo menor capacidad de desarrollo por lo que se deben estimular las economías locales y regionales a fin de empujar el desarrollo urbano sustentable.
Con el propósito de establecer los nuevos paradigmas de intervención y desarrollo urbano de estas ciudades, actualmente el BID cuenta con la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles (ICES), establecida en 70 ciudades incluyendo Xalapa en México, el mismo organismo ha catalogado a Ciudad Juárez, León, Puebla, Ecatepec, Monterrey, Tijuana, Santiago de Querétaro y Zapopan como ciudades emergentes pues son urbes conectadas globalmente que viven realidades regionales y locales muy particulares que deben ser vistas de manera atenta al momento de planear su crecimiento.
Las ciudades emergentes y secundarias son nuestra oportunidad de crear ciudades óptimas libres de las problemáticas de las grandes urbes, debemos de ir constituyéndolas como polos de atracción de manera más orgánica, buscando un balance entre los espacios públicos, verdes y las edificaciones, dotándolas de fuentes de empleo, oportunidades de profesionalización, con servicios e infraestructura que fomenten una cotidianidad que dé calidad de vida a sus habitantes.
Las ciudades emergentes son nuestra vía para concretar el desarrollo urbano sustentable, son las ciudades del futuro, aquellos entornos resilientes, inclusivos, verdes equitativos y sustentables que todos hemos soñado y que todos debemos construir.
Jaume Molet Pérez es egresado de la Universidad Politécnica de Cataluña obteniendo el título de Ingeniero industrial. Por más de 10 años, Jaume ha sido consultor de estrategia y operaciones en grandes firmas de nivel internacional como AT Kearney, desarrollando estrategias de negocio para las firmas en Alemania, Reino Unido, Arabia Saudita y México, en el mercado Latinoamericano. Actualmente Jaume es Director General para Lamudi México.
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