POR JAVIER SÁNCHEZ.
Vivimos una paradoja en nuestra querida Ciudad de México. El éxito de nuestra ciudad hace que más gente quiera vivir en ella, principalmente en sus zonas centrales. Hemos redescubierto la bondad de poder resolver los servicios cotidianos de la vida a pie, en el barrio en el que vivimos o en el que trabajamos. Algunas personas preferimos resolver nuestra movilidad en medios alternativos como caminar, andar en bici, movernos en transporte público, en taxi o en el sistema Uber y cada vez más nos resistimos a utilizar el auto por todo lo que conlleva el tráfico, la pérdida de tiempo mientras manejamos, el problema del estacionamiento, etc. Nos encantaría que nuestros hijos puedan ir a pie a su escuela y que podamos decidir donde vivir en función de todos éstos servicios que quisiéramos tener en el barrio, además de gozar de plazas, parques e infraestructura cultural y de comercios, etc.
Por otro lado, sería deseable que todo lo que nos interesa tener cerca de nuestra casa no elevara el costo de la misma y que lo pudiéramos pagar ya sea como inversión patrimonial o como renta. ¿Cuál es el obstáculo para poder vivir de esta manera?, ¿En dónde se complica el producir viviendas con sus servicios respectivos? Hay muchos temas en juego en la respuesta. Por un lado la tierra se ha vuelto muy escasa, sobretodo en lotes grandes y con uso de suelo que permita el desarrollo. Por esta razón, los grandes desarrolladores apuestan por modificar el uso de suelo de ciertas zonas ex-industriales en donde poder desarrollar de una manera menos compleja. Para los pequeños desarrolladores -lo que un querido cliente mío llama los guerrilleros del desarrollo- existen otras posibilidades que me parece importante subrayar.
Primero los temas difíciles: se trata de barrios en proceso de transformación con un arraigo vecinal importante que hace que las comunidades radicadas ahí no quieran recibir mas habitantes, sienten que el desarrollo no les aporta ningún beneficio. Por otro lado, muchas de estas zonas tienen inmuebles catalogados o protegidos o si no, están dentro de zonas con muy bajo potencial de desarrollo. Generalmente son predios pequeños, de forma irregular, en donde es difícil construir proyectos viables. Hay un tema que complica aún más las cosas: dentro de estos lotes es necesario resolver estacionamientos que puedan resolver mínimo un coche por vivienda o más dependiendo del tamaño de la vivienda. Sobra decir que los autos no caben en éstos lotes y dado que el estacionamiento es requisito para obtener la manifestación de construcción, es aquí donde se vuelve muy complejo este proceso, ya que gran parte de la reserva territorial que tenemos no es utilizable. Es curioso, porque hay gente que piensa que eliminar el requisito de estacionamiento generaría no solamente problemas, sino falta de interés de los compradores en esas viviendas. Hay otro grupo que piensa que se puede prescindir de éste requisito y que los compradores estarían dispuestos a vivir cerca de los servicios aún sin tener un auto propio.
El urbanismo de guerrilla es el que podríamos hacer los arquitectos y desarrolladores a partir de cuestionar las reglas y convenciones actuales para lograr que mayor cantidad de gente obtenga major calidad de vida, a precios accesibles, dentro de la ciudad. En ésta tesis podríamos pensar que es más fácil hacer 500 proyectos de 10 viviendas cada uno para construir 5000 viviendas urbanas, que 10 proyectos con 500 viviendas cada uno para el mismo resultado. El urbanismo de guerrilla podría empezar a cubrir el déficit de vivienda que tiene nuestra ciudad y al mismo tiempo proponer nuevas formas de vida urbana en edificios de mejor escala humana, con usos mixtos, vivienda en venta y renta, reciclajes y mejoras de vivienda existente. Lo que necesitamos es construir nuevos paradigmas urbanos en donde el eje vuelva a girar en torno al ser humano y sus necesidades básicas, dentro de las cuales, por ejemplo, no se encuentra manejar un auto.
JAVIER SÁNCHEZ, arquitecto de renombre internacional con sede en la Ciudad de México. Es socio, fundador y y director de JSª – taller de arquitectura. Egresado por la Universidad Nacional Autónoma de México con mención honorífica y una maestría en Ciencias y Desarrollo de Proyectos Inmobiliarios por la Universidad de Columbia, Nueva York.
Con casi 20 años de experiencia y galardonado con más de 80 premios nacionales e internacionales recibe el León de Oro en la Bienal de Arquitectura de Venecia en la categoría proyecto urbano, para el proyecto de vivienda social Brasil 44.
En 2011 se integró a la Academia Nacional de Arquitectura; desde 2009 es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. En 2008, es electo Honorary Fellow of the American Institute of Architects.