Una de las obras más notables de Mathias Goeritz en la Ciudad de México son las Torres de Satélite, que realizó junto con Luis Barragán en 1958
Este 4 de agosto, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de las Artes Plásticas (Cenidiap), recordó al artista, poeta y arquitecto Mathias Goeritz en su 33 aniversario luctuoso.
Al respecto, Patricia Brambila, subdirectora de Documentación del Cenidiap, señaló que es complejo describir en una sola palabra a Mathias Goeritz debido a su vasta y multifacética obra.
No obstante, comentó que, a través del acervo documental que el arquitecto heredó al pueblo de México en 1986, y que hoy preserva, conserva y difunde el Cenidiap, se puede percibir el alma de un hombre generoso, curioso e incluyente.
“Es, además, un artista y arquitecto muy completo. Tenemos la suerte de que el maestro donara en vida y que sus herederos, actualmente su hijo Daniel Goeritz, continúen colaborando de forma atenta y directa con nosotros”, dijo Brambila.
Werner Mathias Goeritz Brunner, nacido en Danzig, Alemania el 4 de abril de 1915, fue un escultor, poeta, historiador del arte, arquitecto y pintor, reconocido por ser el principal impulsor de la ‘arquitectura emocional’.
Realizó sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Charlottenburg, Berlín, y obtuvo un doctorado en Filosofía e Historia del Arte en la Universidad Friedrich-Wilhelms. Posteriormente, abandonó su país natal para residir, por varios años, en distintas partes de Europa y el Norte de África.
En 1949, fue invitado como maestro a la Escuela de Arquitectura de Guadalajara por el entonces rector de la misma, Ignacio Díaz Morales, y tres años más tarde decidió establecerse permanentemente en la Ciudad de México, donde fue docente en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Iberoamericana, y se encargó de la construcción de edificios y otros proyectos que, actualmente, forman parte del paisaje urbano capitalino.
Manifiesto de Arquitectura Emocional
En 1954, Mathias Goeritz publicó el ‘Manifiesto de Arquitectura Emocional’, que detallaba el concepto que guiaba su obra, convirtiéndose en el principal precursor de esta nueva corriente arquitectónica, la cual plantea el modo en que percibimos los espacios que habitamos y las funciones que desarrollamos dentro de ellos.
Goeritz utilizaba el color, la forma y la textura para provocar emociones a través de sus creaciones, pues consideraba a la arquitectura como una obra de arte: “Sólo recibiendo de la arquitectura emociones, el hombre puede volver a considerarla como un arte”.
La arquitectura emocional conjuga elementos como el color, la iluminación y el uso del agua para generar ambientes y agudizar los sentidos de las personas. Además, en las obras pertenecientes a esta corriente, de acuerdo con arquitectos e historiadores del arte, existe la necesidad de un contenido simbólico que provoque al espectador emociones por medio de formas, espacios y volúmenes.
El arquitecto quiso relacionar su experimento con la arquitectura clásica de catedrales y mezquitas, edificaciones abiertas a lo metafísico, donde se busca de la ampliación de los significados de vida.
“En una época como la nuestra, con la falta de fe, ¿dónde y cómo puede ocurrir el encuentro con nosotros mismos?, ¿será posible que nuestra conciencia emotiva se extienda en otros espacios que no fueron destinados para ello y, en tal caso, qué situación la detona?, ¿será que el espacio ritual contemporáneo dista mucho del religioso?, ¿es en los espacios sociales, culturales y espectaculares donde ha recaído el peso de la recreación humana?”, expresó el arquitecto en el manifiesto.
Principales obras de Mathias Goeritz
Una de las obras más destacadas del arquitecto es el Museo Experimental El Eco, inaugurado en 1953 y considerado una obra crucial en la historia del arte moderno de México.
De igual manera, Mathias Goeritz es autor de las Torres de Satélite, en la CDMX, que realizó junto con el arquitecto Luis Barragán y el pintor Jesús Reyes Ferreira en 1958.
Además, realizó los vitrales de la Iglesia de San Lorenzo y de la Catedral Metropolitana, tres murales para el Museo de Antropología e Historia, diseñó La Osa Mayor y dirigió el proyecto escultórico de la Ruta de la Amistad con motivo de los Juegos Olímpicos de 1968, y participó en el Espacio Escultórico de la UNAM.