Por Horacio Urbano
El año inició con Infonavit reportando que el programa Unamos Créditos excedió en 180% las metas originalmente planteadas para el 2020, con Fovissste liberando 15,000 créditos de su programa tradicional 2021 y con la firma desarrolladora de vivienda, Vinte, captando recursos de un fondo de inversión sustentable danés, por la vía de la venta de acciones.
Es un conjunto de muy buenas noticias que permite pronosticar que la industria de la vivienda seguirá teniendo un desempeño superior al del promedio de la economía, cobijado por la dimensión de la demanda y la disponibilidad de financiamiento barato, lo mismo para quienes quieran comprar una vivienda, que para financiar la producción del sector.
Aún por consolidar los números de cierre del 2020 de empresas y bancos, todo apunta a que su desempeño promedio no quedará muy por debajo del año anterior en términos de inversión o ingresos, pero con un número menor de operaciones.
Es simple, el buen resultado del sector se está logrando financiando y vendiendo menos casas, pero de mayor valor…
Difícil reconocer esto como un buen resultado cuando va de la mano de la imposibilidad de generar viviendas para atender la demanda de dos grupos que, visto como política pública, tendrían que ser reconocidos como evidente prioridad: la población de menores ingresos y quienes no son derechohabientes de los dos grandes fondos de vivienda que tenemos en el país, Infonavit y Fovissste, y que conocemos como No Afiliados.
No es sostenible que cada vez se hagan menos casas aunque al mismo tiempo el sector retome el camino del crecimiento. No se vale cuidar el resultado aunque ello implique desatender a los grupos de población que mayor atención requieren.
Queda claro que para todos los que desde los sectores público y privado conforman el sector vivienda, el gran pendiente es generar condiciones que permitan atender a estos dos grupos, al primero con una estrategia en dos vertientes, creando por un lado posibilidades para producir vivienda económica, y por el otro, en tema que vale también para los No Afiliados, mejorando los instrumentos de crédito y subsidio a su alcance.
Porque sí ya de por sí es lamentable la caída en la producción de vivienda económica, lo es más al reconocer que todo inicia con la falta de suelo adecuado y asequible, y que esto es consecuencia de profundas deficiencias en planeación, regulación y gobernanza urbanas, los tres, aspectos que dependen de las autoridades locales.
A este respecto hay mucho por hacer desde los municipios y para esto en mucho puede ayudar el liderazgo, recursos e incentivos (o sanciones) de la Sedatu.
Por supuesto, reconociendo que la esencia del problema está en la pobreza, queda también camino por recorrer para fortalecer las capacidades de compra de la demanda por la vía de subsidios y esquemas que ofrezcan mayores capacidades de crédito y que permitan también atender a quienes ni son derechohabientes de Infonavit o Fovissste, ni reúnen las condiciones que les faciliten obtener un crédito bancario.
Hay que buscar sinergias entre los organismos nacionales de vivienda, la banca (comercial y de desarrollo), los tres niveles de gobierno, ONGs nacionales y extranjeras, organismos multinacionales e incluso los sistemas y mercados financieros internacionales, a fin de modelar un sistema integral que sea sustentable y sostenible.
Dos retos… Dos… Y no son menores… Pero son apenas del tamaño del enorme reto social que debemos asumir en momentos de crisis.