Por Jorge Gamboa De Buen*
El 20 de junio de 2020, el periódico REFORMA, en su sección ciudad, publicó que, de acuerdo al Informe de Recaudación enviado este año al Congreso capitalino por la Tesorería de la ciudad, en 2019 se recaudaron 18,792 millones de pesos por impuesto predial.
La nota la había dado el diputado panista Mauricio Tabe considerando injusto que la Alcaldía Miguel Hidalgo hubiera recaudado 3,500 millones de pesos cuando su presupuesto ‘solo era de 2,430 millones de pesos’.
Algo de razón tiene el diputado. El impuesto predial – mezcla del ‘land tax’ y el ‘property tax’ – que se cobra en prácticamente todas las ciudades del mundo es el impuesto local por antonomasia. También es la principal fuente de ingresos de municipios, condados, distritos ó comunas. De su recaudación depende en gran medida la calidad de la infraestructura, los servicios y el espacio público así como la atención a necesidades básicas en el ámbito local, de educación, seguridad y salud.
Acostumbrados a los apoyos federales ni la Ciudad de México ni los municipios mexicanos han sido nunca buenos recaudadores del impuesto predial. Baste decir que, según el IMCO, en México la recaudación del impuesto predial solo suma el 0.2% del Producto Interno Bruto cuando el promedio para América Latina es de 1.7 y en Estados Unidos alcanza el 3.2%. Esto quiere decir que en México y consecuentemente en la CDMX existe un amplio margen de maniobra para mejorar su cobro.
Además la recaudación del impuesto predial es justa y sencilla porque tasa terrenos, casas, oficinas, fábricas ó comercios que son visibles, inamovibles y reflejan de manera clara su valor.
Su cobro se realiza con base en un catastro cuya elaboración y actualización se volvió trivial con el uso de tecnologías como Google Earth ó los drones. Ya no es necesario enviar un topógrafo a cada propiedad como antes.
Además de ser una fuente importante de recaudación el manejo responsable del impuesto predial permite impulsar políticas públicas. Modulándolo ó incluso subsidiándolo en algunos casos se puede promover la densificación, ó la protección de edificaciones de valor cultural ó histórico.
Temas como la necesaria reestructuración de edificios privados para hacerlos resistentes a los sismos pueden lograrse con un adecuado manejo del impuesto predial. Por ejemplo, exentándolos durante dos ó tres años si se acogen a un programa para actualizar sus estructuras a las normas emitidas después del sismo de 2017.
Para incrementar la recaudación deben abandonarse políticas paternalistas que todos los partidos políticos han consentido. Según la misma nota del periódico Reforma, la Alcaldía Miguel Hidalgo recauda el 19.06% de todo el impuesto en la ciudad cuando Iztapalapa solo el cinco por ciento.
Aunque las diferencias socioeconómicas entre ambas alcaldías son muy grandes y Miguel Hidalgo tiene además una importante concentración de comercio y oficinas (solo la Avenida Masarik paga alrededor de 1,000 millones de pesos, es decir, más que toda Iztapalapa) y los valores catastrales sean diez veces más altos, existe una gran asimetría que solo se explica porque en Iztapalapa y otras alcaldías del oriente y norte de la ciudad se tolera que una gran mayoría de los inmuebles no paguen su impuesto predial.
Otro signo preocupante en relación al impuesto predial es que aunque el valor inmobiliario de la Ciudad de México más que se ha duplicado en los últimos 25 años la recaudación no ha crecido ni remotamente en la misma proporción.
Piénsese en la ciudad de 1994 donde no existía el desarrollo de Santa Fé, el nuevo Polanco, los nuevos edificios de Paseo de la Reforma e Insurgentes ó los más de doscientos centros comerciales y las miles de nuevas viviendas. De
1994 al 2020 se construyó más superficie en la CDMX que en los 500 años anteriores.
Veamos los números. En 1994 ingresaron por impuesto predial de 1,542.9 millones de nuevos pesos que con una paridad de 3.39 pesos por dólar equivalían a 454.8 millones de dólares. En 2019 la ciudad recaudó 18,792 millones de pesos que a 23 pesos por dólar arrojan 817 millones de dólares. Considerando la inflación norteamericana (un dólar de 1994 es igual a 1.76 dólares en 2020) el predial de 1994 equivale a 800 millones de dólares. Es decir el impuesto nominal se incrementó solo 2% en 25 años cuando el valor inmobiliario de la ciudad más que se duplicó.
Este fenómeno se explica parcialmente porque aunque a los nuevos edificios se les cobra un impuesto predial incluso elevado se ha descuidado la recaudación general en todo el territorio.
Ahora que la CDMX, en la etapa post-Covid-19 requerirá de amplios recursos para reestructurar y ampliar sus sistemas de transporte, salud ó seguridad y, después del reciente recordatorio, invertir en la seguridad estructural de su gigantesco inventario construido, una reforma justa, equitativa y ciertamente progresiva podría ampliar en dos o tres veces la recaudación del impuesto predial.
Después de dos décadas de democracia en la Ciudad hoy tenemos un gobierno local del mismo signo que el federal y un congreso de la ciudad con mayoría y facultades completas. Habría que aprovecharlo.
Jorge Gamboa De Buen
Arquitecto