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Derecho a una vivienda adecuada

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Por Francesco Piazzesi

Los Olvidados

La película de “Los Olvidados” de Luis Buñuel fue un filme censurado varias ocasiones por reflejar la pobreza, miseria y la forma de vida de cómo viven los niños en una zona marginada de la Ciudad de México en 1950.

El derecho a una vivienda adecuada es reconocido como parte del derecho a vivir una vida digna y se recoge a su vez en los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Tras varias iniciativas a nivel internacional, con el programa Hábitat III de Naciones Unidas, con la Nueva Agenda Urbana (NAU) se colocó a la vivienda en el centro del desarrollo sostenible (ONU, 2019). Los retos que presenta el sector de la vivienda en México están relacionados con la exclusión social, la desigualdad económica y la degradación ambiental (ONU, 2019).

Históricamente las iniciativas que buscan solucionar el déficit de vivienda en México apuestan por resolver el problema del rezago promocionando la adquisición de viviendas nuevas lo cual demuestra cierto desacoplamiento entre el diagnóstico del problema y la solución. Además, la adquisición de una vivienda nueva es la opción más difícil para acceder a una vivienda adecuada si nos referimos a las personas que no cuentan con seguridad social, los grupos vulnerables, las comunidades indígenas o mujeres, entre otros colectivos desfavorecidos.

Asimismo, la ausencia de medidas públicas para permitir a la población vulnerable el acceso al suelo urbanizado bien ubicado y a la vivienda adecuada está directamente relacionada con el surgimiento y crecimiento de los asentamientos precarios. Típicamente, este tejido carece de acceso a servicios urbanos básicos como agua y saneamiento; sus habitantes residen en viviendas con hacinamiento y/o materiales precarios y/o sin tenencia segura y/o se ubican en zonas de riesgo (ONU, 2019).

Se estima que más del 50% de la población en México practica la autoconstrucción para modificar sus viviendas (ONU, 2019). Sin embargo, hay que tener en cuenta que la autoconstrucción representa un arma de doble filo, al dejar que el usuario, sea el responsable del diseño del proyecto, la compra de materiales y la ejecución de los trabajos de construcción para su vivienda, ya que, dependiendo de la responsabilidad y capacidad de cada persona, se pueden reducir los requerimientos mínimos de seguridad, la resistencia de la estructura y la cimentación adecuada.

Aunque dicho estudio también hace un análisis negativo de las viviendas producidas por desarrolladoras habitacionales, ya que muchas veces cumplen con los requisitos cuantitativos establecidos por los programas de gobierno, dejando de lado los requisitos cualitativos que debe de tener una vivienda para ser habitable.

De acuerdo al CONEVAL, el 37.8% de la población (46.8 millones de mexicanos) viven en situación de pobreza y 7.1%  viven en pobreza extrema. Los colectivos más vulnerables que presentan mayor porcentaje de viviendas en rezago, según características del jefe de hogar son mujeres indígenas (ONU, 2019). En concreto:

  • El 58,4 % de las viviendas en donde residen hogares con ingresos inferiores a la línea de pobreza por ingresos están en condición de rezago habitacional, lo que representa más del doble de la incidencia de rezago para hogares no pobres (22,5 %).
  • En las zonas rurales, la pobreza moderada afecta al 40,8 % de la población y la pobreza extrema al 17,4 %, en comparación con el 34,5 % y el 4,71 % en zonas urbanas, respectivamente.

Por otro lado, 30 millones de mexicanos trabajan en la economía informal y esta informalidad en el empleo, sumado a las bajas remuneraciones de la población, limita el acceso al financiamiento habitacional formal para adquisición de vivienda para buena parte de la población, especialmente de los grupos vulnerables (ONU, 2019).

Solamente una quinta parte de la población cumple los requisitos para tener accesos a créditos hipotecarios, a la vez que existe una limitada cobertura de ayudas nacionales (aproximadamente 3 millones de créditos anuales para compra de vivienda nueva o usada, así como para obras de mejoramiento de la vivienda). Únicamente el 20% de los 43 millones de viviendas que existen en México tuvo acceso a un crédito hipotecario. Además de la falta de acceso a financiamiento para personas de bajos recurso, los intereses de créditos suelen ser muy elevados para su capacidad de pago.

Según el Plan Nacional de Vivienda (2019-2024, el PIB que generó el sector vivienda entre 2010-2017, el 64,3% es atribuible a la edificación (23,7% a constructores y 40,6% a la autoconstrucción, 28.3% al uso, 6,9% a la adquisición, y 0,6% a la regulación y fomento).

Existe una clara falta de correspondencia entre las características del problema de rezago habitacional y la respuesta de financiación de los organismos públicos, principalmente cualitativo y referido a la necesidad de vivienda para las personas sin seguridad social, “Los Olvidados”.

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