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Un gringo, un argentino y un mexicano

Hablemos de Urbanismo |

Por Miguel Alejandro Aldana.

 

Si bien en Los Ángeles no está tajantemente prohibida la venta ambulante (hay reglas) tampoco está permitido bloquear las banquetas (más o menos en todas las capitales mundiales esto es una regla), en todo el mundo se estima incorrecto dañar la propiedad ajena. Este evento desafortunado habla de transgresión, de insultos, de egoísmo… ¡vaya! hasta de incapacidad afectiva.

Un gringo, un argentino y un mexicanoComo urbanista me he dedicado a militar en favor del espacio público y el respeto a la banqueta, por lo que este video de Carlos Hakas maltratando a y dañando la propiedad de Benjamín Reyes (inmigrante mexicano, vendedor de comida ambulante) debo reconocer que me genera sentimientos adversos.

En primer lugar, voy al tema del espacio público no en el sentido físico sino el más amplio, el figurado: No solo el suelo y el aire propiedad de todos los habitantes de una ciudad, sino también la libertad que la ley irrestricta, el simple consenso y la cálida vecindad nos permite disfrutar.

…ese espacio público de la paz en época de paz que sin duda es vulnerado mediante la violencia,

…esa ley que garantiza derechos humanos básicos que es violada por la fuerza de una rabieta infantil,

…ese consenso ineludible de la humanidad sobre el respeto a la persona y no a su representación en ámbito legal (puede ser indocumentado o solamente ser mexicano, lo mismo da: violentar a su persona ES violentar el espacio público)

…esa cálida vecindad que es el fenómeno poco mencionado que hace disfrutable la ciudad, la ciudad que es concentración en esencia.

Ambos contrincantes violentaron el espacio público: uno por estorbar el tránsito de los peatones y no querer quitarse ante una petición que si bien no era amable (no tenía por qué serlo) sí fue pacífica. El otro por hacer justicia por su propia mano sin esperar a quien ostenta el monopolio de la violencia, que es la autoridad donde recae el poder de establecer y mantener el orden público.

Como dije anteriormente, el video me genera sentimientos encontrados porque entra en juego mi nacionalismo (sometido por décadas de monopolio político gangsteril) y mi nacionalismo al salir a flote sale en forma de ira decimonónica. La neta si me acaba de prender la actitud del chavorruco arrogante que en un desafortunado momento de humor involuntario dice al vendedor «no soy racista mongólico soy argentino retrasado mental» el calor del momento le impidió abrir las comas necesarias para evitar los autogoles.

¿Se da el lector cuenta de lo raro que es ver a tres personas de diferentes nacionalidades actuando de manera tan disímbola, tan desencontrada, tan eventual, como una confluencia de hechos muy desafortunados a la vista del mundo (conectado)?

Es como un chiste mexicano: «Estaban un Gringo (el primer mundo) un argentino (parecido a nosotros, pero diferente) y un mexicano…» así se vio de inverosímil el evento, aunque en este mal chiste la novia amenaza al mexicano quien verdaderamente se siente cohibido (ya sea por la condición social, la edad o el género, da igual) ante ella por sacar la chancla «don´t even think about it!» a ella no le toca Tajín, pero ganas tenía. El argentino se envalentona frente a su gringa quien parece más interesada en su celular que en su novio.

El elotero mexicano hace lo que cualquier mexicano haría en su lugar: a una distancia prudente «tiralapiedraescondelamano» aunque la piedra es una botella de chile que rocía al agresor en una suerte de venganza nacional, no solo contra el fracasado músico sino contra la playera de Guns N’ Roses que en esta ocasión particular nada debía a los mexicanos. El agresor se oculta detrás de su mujer (quien lo protege del malvado mexicano) para quitarse la playera de la vergüenza, se limpia el chile y regresa a decir unas últimas palabras en su legítima defensa, él no tiene la culpa de lo que hizo explica al público su razón.

Noté que algunos usuarios en las redes etiquetaron como «hipster» al cobarde Carlos Hakas, pero debemos reconocer que sus acciones lo ubican en una (o muchísimas) generaciones anteriores. El buen elotero viene a ser todo un hijo de esta época con su denuncia prácticamente en tiempo real, si ha tenido periscope lo apoya la policía. Mis felicitaciones porque en esta generación la gente puede perder todo un negocio o la vida misma, pero no suelta el teléfono.

Nuestro héroe acusa de racista al agresor, habrá que revisar como siempre si el racismo no forma parte de una idea preconcebida culturalmente o proviene de nuestra educación doméstica. Como sea, ha sido ampliamente documentada la condición social de los migrantes en EEUU como para justificar a este argentino y a la norteamericana de no ser racistas ¿habrían tenido el valor de agredir a un vendedor güero, alto y angloparlante?

No lo creo. Todo el video muestra racismo inherente, subyacente, anticipado y lamentablemente normal.

He dicho que el video me genera sentimientos encontrados porque -y esto es neta- yo he sentido ganas de hacer lo que hizo el imbécil argentino con los puestos de comercio informal (que no es lo mismo que ambulante) y honestamente no sé por qué no lo hago.

Deberíamos de liberar las banquetas, aunque fuera a madrazos, pero ¿quién se expone a ser el malo de la película cuando la opinión pública favorece a los «pobres» vendedores ambulantes quienes llevan alimento a sus «pobres» casas y son tan indefensos.

La verdad conozco comerciantes (informales) que no son pobres, sus negocios son muy lucrativos, sobre todo los puestos de comida, actividad que en el planeta tierra se hace óptimamente unas tres veces al día. Además las uniones de vendedores se caracterizan por ser una fuerza política y social muy digna de temor por los políticos.

Un buen negocio es formal, al menos esa es mi opinión. Si el negocio no te da para dejar de ocupar las banquetas, cambia de negocio o transformemos la ciudad que somos los ciudadanos y no solo la arquitectura y el espacio público. Hay opciones para colocar kioscos y locales concesionados en parques, jardines, en la calle misma, no tienen que ser feos ni harapientos como acostumbramos verlos, no tienen que «desparramarse» para vender, el negocio que es bueno vende, el que no… no vende y necesita más espacio y estorbar para vender. ¿Por qué no le bajamos un poco al consumismo y a las malas costumbres alimenticias? ¿Por qué tenemos que migrar para recibir mal trato si el mal trato lo podemos recibir en nuestro país?

en fin… ¿se da el lector cuenta cómo el problema del argentino podía resolverse hace muchos años y en otras latitudes?

El perro (el gringo de este chiste) por su parte, resulta el único ser pensante en ese video.

 

Miguel Alejandro Aldana

Ingeniero Arquitecto, Master en Gestión Creativa y Transformación de la Ciudad. Auditor Ambiental y Consultor en proyectos de cambio climático. Cofundador de Estudio Taller Arquitectura S.A. de C.V. participa del colectivo Neurbanismo, plataforma especializada en planeacion y diseño de ciudad.

@mikealex_aldana

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