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La Ciudad de México, un escenario cinematográfico del imaginario colectivo

Hablemos de Urbanismo |

Ulises Velasco Velasco.

 

El cine es un apoyo de la Sociología, dice Carlos Monsiváis pues permite el análisis del cambio de costumbres. Esto es importante porque los usos y costumbres van cambiando. Sobre la base de la consideración anterior, las ciudades se trasforman y el cine puede ser un refuerzo para el análisis de la ciudad, pues a partir de los escenarios donde se ha filmado podemos entender de una  manera distinta la ciudad de México.

La ciudad en su naturaleza está sujeta a cambios sociales, culturales y a una fragmentación de su entorno, de esta manera, el cine, desde su creación a finales de 1800, cuando en improvisados salones llegó el cinematógrafo a la ciudad de México, sus habitantes se maravillaron con las diversas escenas que habían sido registradas por los hermanos Lumière. El cine nos ofreció  una nueva forma de mirar los escenarios cotidianos, una atmósfera de representar de manera distinta las sensaciones de miles de personas que pensaban y observaban parecidamente al ojo de los cineastas, entonces: ¿Por qué dejar de observar los escenarios y concentrarnos solamente en la historia? El cine puede ser una herramienta más para entender la ciudad, en su morfología y en su imaginario colectivo.

La Ciudad de México, un escenario cinematográfico del imaginario colectivo

A pesar de que la Ciudad de México experimenta contradicciones en su desarrollo urbano, producto de los cambios constantes en los criterios de crecimiento natural de una ciudad que históricamente tenía un concepto ordenado y planeado correctamente, pasó a ser un centro urbano confuso y caótico, que a su vez funge como plataforma homogénea para su periferia y con desorden que nos lleva a consecuencias cada día más complejas, a pesar de estos eventos tangibles existe un imaginario que sigue formando parte de nuestro pasado-presente que no podemos trasformar de un instante a otro.

A lo largo de la historia de la Ciudad se han acumulado infinidad de hechos que se han reflejado en sus construcciones, en la forma de convivir  de sus habitantes, en su forma de hablar y entender su contexto de espacio y tiempo, porque si bien,  sufrimos todos los olvidos y rezagos de una memoria colectiva que no puede  olvidar y que sigue creando nuevas formas de imaginar y pensar su ciudad. Es por ello que distintos acontecimientos y vicisitudes que nos retratan algunos filmes de directores como Emilio Fernández, Luis Buñuel, Ismael Rodríguez, Roberto Gavaldón, entre otros, son muy relevantes para la Ciudad de México y sobre todo, para los mitos, el arte, los comportamientos, relatos compartidos y todo un imaginario que hace resonar sensaciones, significados e idiosincrasias a lo largo de nuestra historia y aún más, para entender una trasformación de una ciudad que se ha ido.

En el  cine de la ciudad de México es posible percibir los cambios y las trasformaciones, porque se trata de un medio muy eficaz para percibirlos, Julia Tuñón, agrupa esos símbolos en sugerentes horizontes: el cosmopolita de escenas nocturnas y anuncios luminosos; el del progreso con calles bien planeadas, autos circulando y edificios imponentes; el de la tradición representada por la catedral y el Zócalo; el de la cultura con el Palacio de Bellas Artes; el de la justicia con la cárcel de Lecumberri conocida como el Palacio Negro; y el de la desesperanza con los ruidos ensordecedores y la pobreza expresada en el puente de Nonoalco.

La Ciudad de México, un escenario cinematográfico del imaginario colectivo

Es evidente entonces que el cine es una herramienta de representación de los imaginarios colectivos urbanos, los cuales muchas veces nos dan ejemplos de versiones urbanísticas que al paso del tiempo se convierten en memoria olvidada. “El cine es arte, pero también es retrato fidedigno de una época, historia de las comunidades, propagación de la moda, por lo cual también podría decirse que es una expresión de las mentalidades”.

Es evidente entonces que: “La memoria colectiva, es el modo en que toda colectividad decide recordar su pasado y, por tanto, también olvidar una parte de él”. Las memorias colectivas son variadas, tan variadas como la misma composición heterogénea que tiene una ciudad, por lo que existen diferentes memorias que logran dar identidad y sentido de pertenencia a un grupo social. Es por eso que son importantes los escenarios cinematográficos, porque han dado identidad y sostén a una población que no termina por encontrar un presente para el futuro.

Los Olvidados“Es indudable que la creatividad y talento de los mexicanos tuvo un florecimiento importante en el cine que se produjo a partir de la tercera parte del siglo pasado. No sólo sirvió para proyectar a los actores y cantantes más destacados de ese entonces, sino que plasmó en sus tramas la forma de ser y de pensar, así como las costumbres que imperaban.” A partir de esta época México desempeño un escenario fundamental para el despliegue de dramas, felicidades y sobre todo de imágenes que son un retrato de la cotidianidad en la que vivían personas con un sueño de oro en el cine Mexicano y a pesar de este momento ostentoso de la historia del cine, podemos encontrar que no existían formas tan claras de entender realidades aparentes dentro de un apuntador fílmico que mostraba una ciudad maquillada, inevitablemente estética, quimérica, existente hasta nuestros días en el almacenamiento visual. Echa la observación anterior es claro porque una película como “La sombra del caudillo” de Julio Bracho fue censurada durante tres décadas o bien,  “Los olvidados” de Luis Buñuel, está ultima, estuvo sólo tres días en cartelera, y las clases altas estaban en la locura por la representación de la Ciudad de México, que había hecho el cineasta Español. La obra cinematográfica comienza con la lectura del contexto de su tiempo:

“Las grandes ciudades modernas: Nueva York, París, Londres, esconden tras sus magníficos edificios lugares de miseria, que albergan niños mal nutridos sin higiene, sin escuela, semillero de futuros delincuentes. La sociedad trata de corregir este mal, pero el éxito de sus esfuerzos es muy limitado. Sólo en un futuro próximo podrán ser reivindicados los derechos del niño y del adolescente, para que sean útiles a la sociedad. México, la gran ciudad moderna, no decepciona a esta regla universal. Por eso, esta película está basada en hechos de la vida real, no es optimista y deja la solución del problema a las fuerzas progresivas de la sociedad”.

 

De entrada el Director nos pone en un entorno urbano-universal, al parecer entiende otra realidad, él mira otros escenarios, otra ciudad en la que va reflejar, no quisiera decir, “cruda”, simplemente desde otro lente, desde otra mirada, a pesar de todo, la violencia y la marginación urbana es un tema universal y en ese sentido el observa su escenario de una forma inclusiva, hace a un lado la comedia ranchera, la exageración del mexicano, con el tequila, mezcal, coplas populares y mariachi. Y pone un marco que va en contra de la realidad del imaginario colectivo que se había creado hasta entonces. Retoma y le da protagonismo a una ciudad de México  prematura.  “Las películas se han convertido en documentos fílmicos que trazan una amplia retrospectiva iconográfica de las metrópolis”

De acuerdo con los razonamientos que se han venido realizando existe la posibilidad de realizar una antropología urbana, una línea de tiempo de la trasformación de la ciudad a partir de sus escenarios y de sus imaginarios. Asimismo podemos entender la urbe desde un sentido estrictamente más lúdico, estético y urbano, donde tenemos un versus del cineasta con nosotros, si bien, tenemos que reconocer que el ojo del cineasta es particular y que en la medida que desmenucemos sus escenarios encontraremos identidades, formas, sendas, rostros y miles de historias por las cuales hemos trascurrido sin saber que somos parte de una metrópolis de ritos y algarabía que nos hace tener una idiosincrasia particular, es por ello que son importantes y que tenemos que darle un valor más grande a los escenarios cinematográficos de la Ciudad de México.

 

Ulises Velasco Velasco, tengo 25 años y vivo en el Estado de México, actualmente curso el noveno semestre en UAEM.

@VelascooUlises

 

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