Las elecciones paralizan el país… Apenas justo es esperar que quienes ganaron hagan hasta lo imposible por desparalizarlo apenas tomen posesión de sus nuevos cargos…
Y estamos hablando de gobernadores, presidentes municipales y legisladores… Estamos hablando de que este ejercicio de desparalización acelerada aplique para toda actividad productiva, y muy en especial para aquellas que han sido marcadas como estratégicas y prioritarias.
Estamos hablando, desafortunadamente, de procesos electorales en que las campañas tuvieron como eje no la propuesta, sino la descalificación; procesos electorales que no son los puentes de transición que debieran ser, sino, en muchos casos, abiertos rompimientos provocados por objetivos partidistas.
Pero lograr que el proceso electoral sea el primer paso de un exitoso cambio de gobierno tiene como condición indispensable que el relevo no implique perder de vista los objetivos que definen la estrategia nacional de desarrollo.
Que el relevo se dé en un contexto de plena coordinación institucional que permita minimizar las pausas provocadas por los procesos electorales.
Ese es, tendría que ser, el reto de los políticos… Pero atención, que la sociedad tiene por su parte un reto fundamental… Ser además de músculo elector, instancia supervisora que exija resultados a quienes eligió…
Por supuesto, la primera cosa que como sociedad debiéramos exigir a quienes elegimos, es que a partir de haber sido electos, dejen atrás su batalla con otros partidos para dedicar su tiempo a trabajar por el bien de México.
Hay que exigirles que, si tuvieron propuestas las cumplan, y si no, den forma a un proyecto de trabajo que les permita dar resultados -y rapidíto- no a sus partidos, sino a sus representados o gobernados.
Cada quien debe exigir por el todo, pero especialmente por los temas en que participa… ¿Qué tal si en nuestro caso nos enfocamos a vivienda y desarrollo urbano?