Los bancos han crecido en forma impresionante en el mercado del financiamiento a la vivienda… Infonavit y Fovissste siguen siendo poderosísimos motores de desarrollo, generando anualmente más de 600 mil créditos hipotecarios…
Pareciera que en México nunca como antes había habido tan amplia y diversa oferta de créditos hipotecarios y viviendas…
Y sin embargo no es suficiente…
No es suficiente, porque del total de la población económicamente activa menos de la mitad pertenecen a la economía formal y consecuentemente no son derechohabientes ni de Infonavit ni de Fovissste.
No es suficiente, porque más de 70 por ciento de la población económicamente activa -formal o informal- gana menos de cinco salarios mínimos…
No es suficiente, porque informalidad del empleo y nivel de ingresos son factores que marginan a más de la mitad de la población del acceso tanto a crédito hipotecario, como a una solución adecuada a sus necesidades de vivienda.
No es suficiente, porque el reto se agudiza en comunidades pobres, muy pequeñas, dispersas, alejadas y precariamente comunicadas, lo que convierte su reto habitacional en un complejísimo problema logístico.
Y sin embargo, existen programas dirigidos a la producción social de vivienda… Programas que contemplan coordinación de los tres niveles de gobierno, subsidio, financiamiento, tecnologías de construcción y nuevas prácticas que van desde la implementación de estufas y cisternas ecológicas, hasta sistemas de generación de energía.
No es tema fácil, pero se ha construido una cadena de producción que hoy ofrece respuesta a los retos habitacionales relacionados con pobreza, dispersión, lejanía y usos y costumbres.
Atender el rezago habitacional es complejo, porque implica atender las diferentes necesidades de la población y esto va mucho más allá de los programas convencionales y masivos que atienden con financiamiento y oferta inmobiliaria la demanda de los segmentos urbanos de ingresos medios, derechohabientes de los organismos federales de vivienda.