Se ha dejado de producir vivienda social porque dejó se ser viable hacerlo y ello, más que a los empresarios del sector, afecta a los millones de familias
Por Horacio Urbano*
Termina un primer semestre de claroscuros en el sector inmobiliario. Destacan, por ejemplo, el buen desempeño del segmento industrial y la tendencia a la recuperación de centros comerciales y turismo, con la incertidumbre, la baja ocupación y los malos resultados de las oficinas.
Y a este respecto mucho se dirá y se tendrá que hacer para lograr adaptar los usos a una nueva realidad, que veremos reflejada en ajustes muy importantes a nuestra cotidianidad, que a su vez, inevitablemente se traducirán en las necesidades de inmuebles y la forma en que ahora tendremos que vivirlos.
Hay que decir que la vivienda merece mención aparte porque su comportamiento es diferente en función del segmento, la plaza e incluso el producto.
La vivienda social
Destacan, para bien, el buen comportamiento del segmento medio en zonas urbanas, lo que alguna vez fue segunda vivienda y de pronto cobró nueva vida a causa del trabajo y las escuelas a distancia, y el despertar de la vivienda en destinos turísticos.
Destaca, como clara referencia de todo esto, el gran desempeño registrado por el crédito hipotecario, que ha mantenido altos volúmenes de colocación, si bien esto se ha logrado a través de mayores montos promedio de crédito.
Pero también destacan, aunque en este caso para mal, las enormes incertidumbres que hoy definen a la vivienda social, que a causa de las trabas regulatorias se ha convertido en un producto en extinción.
Es simple, se ha dejado de producir vivienda social porque dejó se ser viable hacerlo y ello, no hay que confundirse, más que a los empresarios del sector, afecta a los millones de familias que hoy enfrentan los problemas que les representa una muy limitada oferta dirigida a atender su reto habitacional.
El Municipio
Es simple, urge reinventar modelos de gestión y producción de vivienda social, porque no hacerlo limita los alcances de la Política Nacional de Vivienda, afectado directamente a los grupos más vulnerables y afectando también, las posibilidades de hacer mejor uso del territorio y consolidar zonas urbanas de todos tamaños.
Y el reto de reinventar modelos de gestión y producción de vivienda social no depende solo de los alcances de una política nacional o la capacidad del sector privado.
Reinventar modelos de gestión y producción de vivienda social es tema que tendría que enfrentarse a través de una visión integral, que debiera estas sólidamente cimentada en lo que hoy es el mayor cuello de botella, las políticas públicas, instrumentos de planeacion y capacidades de los gobiernos locales.
Y conste que cuando hablamos de gobiernos locales la primera carencia está en la falta de instancias de alcance regional y metropolitano, a las que se agregan con enorme impacto las debilidades de índole municipal.
Tiempo de reinventarse
Pero generar vivienda social tendría que ser prioridad nacional.
Y serlo implica asumirla como parte de un sistema integral y complementario capaz de dalr respuestas para las diferentes necesidades de vivienda de la población.
Y sí, habrá para quienes lo que mejor funcione sea la autoproducción o mejora de su vivienda… Y otros que requieran una vivienda en renta… Y alguno más que prefiera una vivienda usada. Pero habrá otros muchos que tengan una vivienda nueva como mejor opción.
Toca a los gobiernos locales saltar a la cancha a dar soluciones… Pero el hecho es que muchos no podrán hacerlo solos y para resolver la encrucijada será necesaria la acción coordinada de los tres ordenes de gobierno, la sociedad y la iniciativa privada.
Ojo; el reto de la vivienda social es un reto nacional…
Y reinventar modelos de gestión y producción de vivienda social es factor que limita o detona las posibilidades de desarrollo del país.
Horacio Urbano
Presidente de Centro Urbano