Inicio / Opinión / En la opinión de / Torre de Ingeniería de la UNAM, reflexionar la experiencia

Torre de Ingeniería de la UNAM, reflexionar la experiencia

En la opinión de | Opinión |

Por  Gustavo López Padilla*

Como toda actividad humana, el ejercicio de la arquitectura implica un proceso continuo de experimentación, en el que se van sumando experiencias,  enriqueciendo, diversificando y retroalimentando lo realizado a partir de cada nueva oportunidad proyectual. Como una necesidad fundamental, que naturalmente forma parte del proceso mencionado, se requiere ir valorando en el tiempo los proyectos construidos, para que dependiendo de los resultados obtenidos, poder orientar de mejor manera las posturas intelectuales, valores y criterios de diseño a seguir en los posibles caminos y proyectos de futuro. Pasados cincuenta años de ejercicio profesional, el equipo constituido por Luis Sánchez Renero, Félix Sánchez Aguilar, Gustavo López Padilla y Fernando Mota Fernández, hemos emprendido una serie de visitas a los lugares de algunos de los proyectos que consideramos significativos dentro del hacer profesional del grupo, con la intensión de verificar como se han comportado en el tiempo las ideas a partir de las cuales se fundamentaron las propuestas de diseño, conociendo además de primera mano, que piensan y como han vivido los usuarios los espacios que constituyen las obras, reconociendo calidades habitables, errores y logros obtenidos. En este sentido, recientemente hemos realizado un minucioso recorrido por los diferentes espacios que constituyen la Torre de Ingeniería de la UNAM, proyecto terminado en el año 2002, que se ubica en el costado oriente de las instalaciones de la Alberca Olímpica, formando parte del perímetro B del campus de Ciudad Universitaria.

 

De inicio vale la pena recordar, que este proyecto nace por ahí del año 1998, impulsado por las ideas y el entusiasmo del Dr. José Luís Fernández Sayas, quién por ese tiempo era el Director del Instituto de Ingeniería y que planteó la necesidad de contar con un edificio que dispusiera de espacios funcionales, confortables, que mostrara personalidad propia reconocible, albergando las actividades de investigación intelectual y relación profesional de las distintas ingenierías que constituyen el Instituto de Ingeniería, que se aplican concretamente a la realidad de las solicitudes de diversas empresas que se acercan al Instituto, buscando resolver conjuntamente de la mejor manera posible, problemas operativos de ingenierías, que enfrentan en las diversas instalaciones que constituyen dichas empresas, mismas que pueden ser públicas o privadas. Hablamos de una investigación académica aplicada a la realidad del país o fuera de este, en la que participan empresas solicitantes asociadas al Instituto de Ingeniería, que contribuye con sus mejores especialistas representantes de las diversas ramas de la ingeniería e incluyendo algunos destacados estudiantes, también  de las diversas especialidades, con lo que se cierra el círculo virtuoso de pensar, investigar, producir y transmitir el conocimiento entre expertos universitarios, empresas y las nuevas generaciones de estudiantes, impulsando así el mejor desarrollo de la ingeniería mexicana contemporánea.

 

La condición esencial que permitió desarrollar la obra, fue que el propio Instituto de Ingeniería, contaba de inicio con los recursos económicos propios necesarios para desarrollar y ejecutar los proyectos y la edificación de los mismos, recursos obtenidos justamente de los ejercicios mencionados de investigación aplicada realizados previamente, no necesitando financiamiento de la Universidad. Para la ubicación del proyecto, se utilizó un terreno que ya había sido ocupado previamente por el propio Instituto de Ingeniería y que albergaba algunas bodegas, talleres y estacionamientos. El acuerdo con la Universidad Nacional, fue que se podía disponer de estos terrenos mencionados, sin ocupar adicionalmente otros territorios colindantes, destinados de origen como áreas verdes. Así las cosas contando con terreno y recursos, el Instituto a través de su Director, invitaron a Sánchez Arquitectos y Asociados a realizar el proyecto ejecutivo necesario y se comenzó a plantear conjuntamente el programa de necesidades a resolver. El Instituto de Ingeniería cuenta en la zona alrededor del nuevo proyecto, con los talleres prácticos de investigación necesarios debidamente equipados, abarcando los rubros de las distintas ingenierías, por lo que el nuevo proyecto se enfocaría en alojar espacios donde se pudieran realizar con dignidad y prestancia, las negociaciones de los proyectos en los cuales participaría el Instituto con entidades públicas o privadas y que en el mismo lugar se pudieran desarrollar los trabajos necesarios de investigación intelectual, la administración  del propio Instituto y de los proyectos conjuntos a realizar.

 

En términos generales, el programa resultante contempló contar con cubículos suficientes para alojar a los investigadores del propio Instituto, a los representantes de las empresas asociadas solicitantes de los diversos proyectos, a los estudiantes que colaborarían en el proceso de desarrollo de los mismos y lo que tiene que ver con la administración de dichos trabajos. Se contaría además con una zona de exposiciones, restaurante público, auditorio, salones de usos múltiples reconfigurables, salas de juntas especiales, un espacio de usos múltiples para llevar a cabo congresos, seminarios y reuniones en general, cocina y todos los diversos servicios necesarios. Como directriz esencial del proyecto, el Dr. José Luís Fernández Sayas, planteó que el diseño resultante debía representar con dignidad a la ingeniería y a la arquitectura mexicana contemporáneas, con la consigna adicional, que se debería considerar la oportunidad de que el proyecto se concibiera con un carácter experimental, incluyendo las diversas ingenierías, modalidades actualizadas en la utilización de los espacios y poniendo especial énfasis en lo que tiene que ver con consideraciones de carácter ambiental.

Para dar inicio al proceso proyectual, se planteó considerar que justamente formando parte del terreno seleccionado para la construcción del proyecto, existía la preexistencia de las instalaciones de un Túnel de Viento, muy preciadas por la comunidad del Instituto, que se debían conservar e integrar a las propuestas de diseño. Para resolver lo anterior se propuso realizar un amplio volumen bajo, que cubriría absorbiendo las instalaciones del Túnel de Viento, constituyendo al mismo tiempo una gran plaza elevada de acceso al nuevo edificio, a la que se llegaría por medio de una rampa Le Corbusiana, admirando el paisaje de los alrededores. A nivel de terreno natural se ubicaron el auditorio y salones de usos múltiples, sobre la plaza mencionada en un primer nivel el acceso principal al edificio, la zona de exposiciones y el restaurant público, dando servicio al mismo tiempo a la comunidad de Instituto, pero también al público en general. Sobre este primer nivel, seis pisos adicionales alojarían los cubículos de trabajo de los investigadores, en dos zonas claramente identificadas, divididas por sendos patios interiores comunitarios, parcialmente arbolados; una primera zona de dos pisos y otra segunda de cuatro.  A través de los patios interiores la iluminación natural y el paisaje verde circundante se introduciría visual y anímicamente hasta el corazón del edificio. En el nivel azotea, se ubicaron  un salón de usos múltiples,  salas de juntas principales,  cocina y sus servicios generales. Sobre las fachadas oriente y poniente se dispusieron amplias terrazas de doble altura, también parcialmente arboladas, con la idea de extender las áreas útiles de trabajo interiores hacia el exterior, mirando también al paisaje. La idea de estas terrazas además, fue que  limitaran las incidencias del sol y sus ganancias de calor al interior del edificio.

En la propuesta de proyecto se planteó que el edificio debería contar con algunos elementos compositivos y formales, que establecieran un vínculo claro en relación a los criterios de diseño empleados en los edificios que forman el campus original de Ciudad Universitaria, diseñado durante la segunda mitad del siglo pasado, por un conjunto de algunos de los mas destacados arquitectos e ingenieros mexicanos de su momento. Al mismo tiempo el nuevo edificio debería contar con imágenes y soluciones, que le confirieran personalidad propia, representando a la arquitectura e ingeniería mexicanas de principios del siglo XXI. Para el diseño del nuevo edificio, en términos conceptuales se propuso un acercamiento a las ideas del movimiento llamado High Tech, en donde se privilegia la presencia constructiva,  formal, expresiva, de componentes de ingeniería en su condición aparente, en lo que tiene que ver con sus soluciones estructurales y de las diversas instalaciones necesarias para un proyecto de esta naturaleza, incluyendo además como ya se ha comentado criterios de carácter ambiental, como la climatización pasiva, la regulación de las incidencias y ganancias de calor, la ventilación natural cruzada, el aprovechamiento privilegiado de la luz natural, la reutilización del agua de lluvia y el tratamiento de las aguas residuales, así como de los residuos de basura. Se planteó además procurar un diseño que contemplara en sus soluciones, bajos costos de construcción, mantenimiento, reposición y mejoramiento de las ingenierías empleadas. Así las cosas la estructura del edificio, combinando concreto y acero y las instalaciones respectivas se muestran de manera aparente, eliminando el uso de acabados adicionales y plafones. Al utilizar armaduras metálicas de alma abierta, entre los componentes estructurales de los entrepisos del edificio, se permitió que las instalaciones viajaran horizontalmente entre ellas, reduciendo la necesidad de contar con mayores alturas de entrepisos, lo que resultó casi en el ahorro de un piso adicional en la altura total del edificio, implicando con ello claros beneficios económicos.

En nuestra reciente visita a las instalaciones de la Torre de Ingeniería, pudimos constatar, que sus usuarios se han visto identificados con los resultados y facilidades espaciales con los que se cuentan en el lugar,  haciendo suyo el edificio, lo que se ha traducido en una atmósfera cotidiana habitable de gran calidad, amable, confortable, pasados poco mas de veinte años desde su inauguración. Contribuye naturalmente al cuidadoso y detallado mantenimiento del lugar que se aprecia a simple vista, el que el Instituto genera sus propios recursos económicos para el efecto y debido a la atinada administración de los encargados de dicho mantenimiento. El edificio se aprecia limpio, ordenado, bien iluminado, mostrando sus terminados de pisos, muros y plafones bien cuidados, incluyendo sus zonas de trabajo, patios, terrazas y demás servicios que constituyen la Torre de Ingeniería. Se han hecho pequeños cambios al edificio en lo que tiene que ver con algunos de sus acabados, pero respetando en general los criterios originales de diseño. Las ideas racionales, funcionales, tecnológicas aplicadas al diseño del edificio siguen teniendo vigencia y se le pueden incorporar otras nuevas, dada su flexibilidad conceptual y espacial. La imagen arquitectónica del conjunto de la obra ha transitado en el tiempo, con dignidad y elegancia.

En su carácter experimental, los ocupantes de la Torre de Ingeniería siguen probando, a partir del criterio de plantas libres reconfigurables con las que se cuenta en el lugar,  con distintas modalidades de ocupación del espacio, buscando mejores opciones y condiciones de trabajo, funcionalidad y confort, lo que incluye retomar y buscar renovadas alternativas en lo que tiene que ver con la climatización pasiva. En términos generales, las temperaturas al interior del edificio y sus condiciones de ventilación natural, no contando con aire acondicionado, se mantienen con índices razonables de habitabilidad.  Algunas experiencias en lo que tiene que ver con el uso de la energía solar para el calentamiento del agua de la cocina del nivel superior y la utilización de cortinas móviles de protección solar en la zona de terrazas, para regular adicionalmente las incidencias del sol, han mostrado algunos inconvenientes operacionales, pero se sigue trabajando en el tema, para llevarlos a buen término de la mejor y mas eficiente manera. Vale las pena recordar que esta obra, fue reconocida con el Premio Nacional de Ahorro de Energía y Fuentes renovables por la SENER en el año 2008. Al final del camino fue una buena y aleccionadora experiencia, revisitar nuevamente la Torre de Ingeniería y platicar con algunos de sus usuarios y encargados de su operación y mantenimiento. El lugar se aprecia vivo, mostrando y alojando plenas y diversas actividades. En términos generales, la valoración del edificio por parte de sus ocupantes, durante nuestro recorrido resultó positiva y esta experiencia proyectual además, a lo largo de los últimos años, nos ha servido de base para la realización de otros proyectos posteriores a la Torre de Ingeniería.


*Gustavo López Padilla
Arquitecto
navegandolaarquitectura.wordpress.com

Tags

Columnista invitado


Utilizamos cookies de terceros para generar estadísticas y mostrar publicidad personalizada.