Un viaje que realizara por primera vez un gallo, una oveja y un pato hoy es una de las actividades más atractivas en México
No hace mucho frío para ser las 6:30 de la mañana, aunque el cielo se ve despejado está chispeando y hay que esperar a que el clima mejore. Unas camionetas se encuentran instaladas para ofrecer café y pan, algunas galletas y jugos.
Una voz femenina se emite desde un micrófono para reunirnos en círculo e informarnos sobre los lineamientos de seguridad existentes. Poco después se escuchan los motores, están inflando varios globos de diversos colores, se han encendido los calentadores y rápidamente se observan como varias esferas van tomando forma.
Con mano en lista, la mujer nos llama con nombre y apellido para indicarnos que es tiempo de subirnos en Goliat, diseñado con cuadros de colores; el piloto se encuentra listo y vestido con overol azul y gorra gris.
Habían transcurrido tan sólo unos minutos y ya estábamos listos para iniciar el viaje, se sintió un sutil movimiento y Goliat empezaba a elevarse por los aires, el ascenso se dio rápidamente, arriba de nuestras cabezas estaba una bola de fuego que calentaba el aire que había entrado por esa envoltura de tela con cuadros de colores negro, blanco, azul, rojo y amarillo.
La superficie empezaba a verse pequeña, sus casas y recintos como puntos, sus cultivos como texturas indistinguibles, estábamos a 400 metros de distancia y entre más nos alejábamos del suelo más cerca estábamos de las nubes. El amanecer empezó a asomarse entre ellas destellando sus rayos rojos y amarillos.
Así continuamos, subiendo y bajando, entre risas de nervios, chistes o silencio. Se oía la fumarola que salía del quemador, y es que, curioso es cómo el aire frío –que es pesado- se convierte gracias al calor en un gas ligero para poder elevarse por los aires.
Subimos sólo hasta los 600 metros de altura, que pudiera duplicarse, es decir, elevarnos hasta los 1,200 metros; sin embargo, el aeropuerto cercano a Tequisquiapan, en Querétaro no lo permite así como no es permitido en otras zonas para evitar accidentes.
Nuestro piloto dio la instrucción de guardar cámaras así como cualquier objeto que pudiera resbalar de nuestras manos, las fotos de las aves, del horizonte y las personales, ya habían sido tomadas; había que doblar un poco las rodillas así como sostenernos de los barandales que rodeaban el interior de la canasta.
El viaje en globo duró cerca de una hora, donde al igual que otros que subían y bajaban tuvieron que descender en algunos puntos estratégicos donde ya aguardaban por nosotros para auxiliarnos, un aterrizaje casi imperceptible de no ser por el movimiento de la canasta que al tocar con el suelo parecía una cuna sin perder su punto de equilibrio.
Inventado por los hermanos Montgolfier en 1782, el primero de estos viajes en globo aerostático se realizó en Francia al año siguiente, es decir, en 1783, teniendo como tripulantes a un gallo, una oveja y un pato; mientras que el primer vuelo con pasajeros humanos se dio en ese mismo año pero en el mes de noviembre.
Para los tripulantes viajeros es recomendable:
· Tener una edad mínima de 8 años
· Vestir ropa cómoda
· Usar un calzado resistente
· Portar una gorra para evitar quemaduras
· No estar embarazada
· No haber buceado 5 días anteriores al vuelo
· No tener problemas cardiacos
En México se realizan viajes en globo aerostático en:
· Teotihuacan, Estado de México
· León y San Miguel de Allende, Guanajuato.
· Hacienda de Apulco, Hidalgo
· Tequesquitengo, Morelos
· Allende, Nuevo León
· Cholula, Puebla
· Tequisquiapan, Querétaro
· Huamantla, Tlaxcala
· Chichén Itzá, Yucatán
Cabe mencionar que anualmente se lleva a cabo el Festival Internacional del Globo que en este 2013 se realizará del 15 al 18 de noviembre en León, Guanajuato.