Los tiempos han cambiado, y en estos nuevos tiempos siempre hay un lugar en el que puedes alzar la voz
El 26 de septiembre México inició uno des su episodios más negros, la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa desaparecieron tras un enfrentamiento con la policía municipal de Iguala. A casi dos meses de estos hechos, la Procuraduría General de la República, representada por Jesús Murillo Karam dio a conocer que, tras las declaraciones de tres presuntos culpables, integrantes del grupo delictivo Guerreros Unidos, que los 43 fueron asesinados y posteriormente quemados en el basurero de Cocula, para no dejar ni una solo pista.
He de aclarar que normalmente me mantengo al margen de los movimientos, marchas y demás sucesos que forman parte del día a día en una ciudad que siempre corre, pero cuando comienzan las afirmaciones de que, en estos tiempos, es más peligros ser estudiante que narcotraficante, la preocupación llega a mí.
“Esos no son de los míos”, dije cuando los medios de comunicación masiva se inundaron de imágenes y reportes de la quema del Metrobús Universidad y una unidad de este transporte, ¿Por qué? Es algo que ayuda a miles a llegar a sus aulas ¿Por qué habrían de quemarlo? Es cierto que muchas veces se dejan llevar, pero ¿realmente son tan intensos como para perjudicar a la comunidad por la que se supone están luchando? Me parece que no.
Es cierto que el país está en crisis, que se está dejando ver tal y como es ante los ojos extranjeros que tantas veces alabaron las reformas y cambios que nuestro bien peinado Presidente propuso, buscó y logró en sus primero dos años de gobierno. ¿Esperaremos a que pase nuevamente una masacre como en el 68 para alzar la voz? Todo apunta hacia eso. La cuestión aquí es, que si bien todo esto está pasando en la provincia, el Distrito Federal no está exento, y si el DF cae, el país caerá con él.
No esperemos a que nos ataquen directamente para actuar, empecemos con pequeñas acciones, la primera de ellas, dejar de creer que México sigue siendo tan colorido como cuando adornamos nuestras casas para las festividades y dejando de creer todo lo que escuchamos, vemos y leemos, empezar a cuestionar.
Hay que darnos cuenta de la realidad, son nuevos tiempos y en estos hay mayor libertad de expresión (se supone), hay más maneras de mantenernos informados, más fuentes que no responden a un alto mando, nuevos líderes de opinión que mueven masas y de los que siempre escucharás un “tú eres el futuro de este país, tú puedes ser la luz en medio de la oscuridad”.
Es momento de hablar y de formarnos un propio criterio, no dejar que alguien más meta ideas en nuestra mente. Es momento de pensar, que al fin y al cabo para eso está hecho el ser humano. Libre Albedrio.
Y a todo esto, ¿Cómo explicará la PGR los 38 cuerpos encontrados en fosas clandestinas, mientras buscaban a los normalistas?