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El miedo al cambio

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Por Jorge A. Mc Loughlin

Durante los periodos de transición es común cruzarse con gente que ante la incertidumbre de lo que vendrá, manifiestan abiertamente que tienen MIEDO

¿ Miedo a que? ¡Al cambio!

Paradójicamente, como lo señaló Heráclito (540 a 480 AC) miles de años atrás, en esta vida “lo único constante es el cambio”. Por ello, la actitud ante el cambio no debe ser nunca el miedo pues sino viviríamos permanentemente con él. La diferencia es que a veces no percibimos los cambios o pensamos que estos no nos afectarán. El miedo como tal paraliza, nubla nuestro razonamiento, nos hace más difícil en definitiva, tomar las decisiones correctas ante el inevitable cambio.

La actitud correcta desde mi punto de vista, es la de preparase para el cambio que se espera, preparase con una actitud positiva, adoptando estrategias que minimicen los riesgos que podemos vislumbrar y potencien las oportunidades que por lo general vienen siempre de la mano con un riesgo.

Está claro que quienes han hecho de su modo de vida la corrupción, ya sea desde el sector público o privado, aquellos que han logrado “progresar” gracias a prebendas, sobornos, favores indebidos, etc., no querrán perder estos “beneficios” de los que disfrutaron durante un tiempo determinado. Ellos sí es lógico que sientan miedo, pero ese miedo en definitiva nace de lo que les dictan sus propias conciencias.

Por el contrario, aquellos que hacen su trabajo con apego a la ética, con responsabilidad, con vocación de servicio y de aportar desde la trinchera en que le toca combatir su pequeña o gran aportación al futuro del país, lejos de sentir miedo, deben sentirse esperanzados.

Debería estar claro también que el bien común debe estar siempre por encima del bien particular, situación que en determinado momento nos puede afectar pero en ese caso, no será por no haber hecho bien nuestro trabajo.

Por ello, entrando ya en el tema de vivienda, creo que no deberíamos tener miedo cuando escuchamos a algún funcionario del siguiente gobierno decir que su “política de vivienda pondrá más énfasis en lo social”, o que “debe promoverse el desarrollo de la vivienda intra urbana de interés social” o lo que es equivalente a “impedir el crecimiento de las manchas urbanas hacia las zonas periféricas de las mismas”.

No nos debe dar miedo escuchar que el siguiente gobierno “comprometerá sus esfuerzos para facilitar el acceso a la vivienda digna, a los sectores más vulnerables de la población”.

¿Objetivamente alguien podría estar en contra de estos objetivos?

La cuestión entonces no es preguntarse PORQUÉ los funcionarios de un gobierno de izquierda realizan este tipo de manifestaciones. La pregunta correcta es COMO harán para llevar a la práctica estos nobles propósitos.

Ahí es donde debemos vislumbrar el cambio que viene y ver cómo podemos cada uno de nosotros, desde la posición en que nos toque, contribuir para que se tomen las decisiones correctas. Ese sí es el campo de la duda y donde la crítica por si sola nada bueno aporta.

Nuestra posición debería ser la de poner la suma de experiencias a disposición de las buenas intenciones, para evitar que estas naufraguen en un mar de errores o decisiones incorrectas.

Jorge A. Mc Loughlin, director general de Revisora de Avalúos S.A. de C.V.

Miembro de la Comisión Nacional de Vivienda y Desarrollo Urbano de COPARMEX

Miembro de la Unión Interamericana para la Vivienda

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Redacción Centro Urbano


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