La construcción ha demostrado que tiene capacidad de sobra para acelerar e incluso reactivar el desarrollo económico de regiones y países.
Cumplió con ese papel para salir de recesiones y de periodos de posguerra en Estados Unidos y un muy buen número de países europeos y asiáticos, y ha cumplido también con él en nuestro país cada vez que la situación es propicia.
Porque siendo la construcción una actividad productiva esencialmente privada, el hecho es que lo que detona o frena los proyectos son las instancias públicas por medio de políticas, regulaciones, actividad crediticia de la banca de desarrollo, o ejercicio de los enormes presupuestos de infraestructura y todo tipo de obra pública.
La construcción es fundamental para el desarrollo del país, porque además de generar las plataformas físicas que permiten el desarrollo de la sociedad y de prácticamente todas las actividades productivas, genera en el proceso una enorme cantidad de empleos e inyecta dinamismo a las economías locales.
Por eso es tan grave que la construcción esté tardando más de la cuenta en repuntar…
Y es que estamos hablando de un sector complejo, formado por subsectores profundamente disímbolos, como vivienda, energía, turismo o carreteras… Todo es construcción, y aunque siempre habrá algo que los vincule, se trata más que nada de rubros que poco o nada tienen que ver entre sí.
Por eso la recuperación de la economía no puede ser vista como un todo, sino como la suma de sus partes, analizando en cada caso los aspectos que marcan metas y procesos de desarrollo e inversión.
El promedio nos dice que la actividad lejos está de recuperarse, aunque ese promedio incluye los números de los subsectores inmobiliario y vivienda, que sí alcanzan a reflejar ligeros repuntes y claras tendencias que permiten suponer que van a tener un muy buen cierre de año y un 2015 prometedor.
En cuanto a todo el sistema inmobiliario, basta con ver las enormes inversiones que están desarrollando los socios de la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI), que preside Jaime Alverde, inversiones que sólo en el caso de la ciudad de México se espera sean superiores a 8,000 millones de dólares durante el sexenio que va corriendo.
En materia de vivienda, después de la crisis subprime, el ajuste a las políticas y los efectos de la caída de tres de las mayores empresas del sector; Geo, Urbi y Homex, todo indica que el año cerrará con una producción superior a 400 mil viviendas.
Y atención, que a este respecto hay que considerar que si bien aún la producción está lejos en cuanto a número de casas de los volúmenes de la década pasada, en cuanto a inversión la cosa empieza a ser diferente en virtud del marcado crecimiento en el valor promedio de las viviendas; es decir, aún siendo menos casas, las inversiones en producción y financiamiento son mayores.
Y la ventaja es que hay un enorme tramo por recorren, aprovechando la ventaja de que en nuestro país no hubo ni crisis subprime, ni burbuja inflacionaria en cuanto a los precios de los inmuebles. Es un mercado sano con precios bien sustentados y demanda potencial sólida, si bien a este último respecto, hay que analizar en forma independiente cada uno de los segmentos del mercado.
Porque hoy vemos que mucha gente se escandaliza cuando se habla de precios de venta de entre 4 mil y 6 mil dólares en zonas AAA de la ciudad de México, aunque, y con toda proporción guardada, no se toma en cuenta que en Londres el precio del metro cuadrado de vivienda de lujo puede costar más de 12 mil dólares.
Y atención, porque actualmente en la capital inglesa hay falta de mano de obra para la construcción a causa de una demanda estimada y en vías de atención de cerca de 25 mil viviendas de lujo…
¿Se imaginan lo que sería en México el poder decir que hay escasez de mano de obra para la industria de la construcción?
¿Se imaginan el tremendo jalón que le estaría metiendo a nuestra economía el hecho de que esta industria llegara al extremo de registrar insuficiencia de mano de obra?
Quizá estaríamos hablando de una aportación de 15 por ciento a un Producto Interno Bruto por las mismas causas muy superior al que hoy tenemos.
Si no estaba mal Napoleón Bonaparte cuando decía: “Cuando el albañil canta la nación avanza”… Ojalá que se crearan condiciones que permitieran que hubiera muchos albañiles cantarines… ¿Se imaginan?
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